Embelesada admirando toda esa estructura al poco tiempo escuchaba a Franco llamarme, quien se encontraba con una chica hermosa que portaba una bata blanca.
—Bianca, ella es Melania Simond, la amiga francesa que te comente llego hace poco.
—Vaya, eres hermosa, pensé que exagerabas con lo que decías cuando me llamaste, pero es cierto, un placer conocerte— refería la encantadora mujer que aunque hablaba el francés un poco extraño podía entenderla—. Eres afortunada Melania, estar en compañía de Franco es un privilegio que no todas tenemos. Espero te agrade Varsovia.
Sin poder entender que era lo que exactamente ella sabía de mí solo me ocupe de responder el saludo.
—Quise traer a Melania contigo ya que eres una de las mejores ortodoncistas del país—ante ese halago que Franco manifes
