La soledad me enloquecía, no tenía amigas y ya no confiaba en nadie luego de lo sucedido con Cassandra. Tampoco tenía a Franco a mi lado debido a sus compromisos laborales, sentía que mi sueño se había convertido en una pesadilla.
Sin darme cuenta estaba subiendo de peso, aunque había días que no me alimentaba no rebajaba. Por ello mis contratos dejaron de renovarse, estaba engordando paulatinamente y a las empresas de esa manera no les funcionaba. La depresión me estaba destruyendo y con ello generaba que mi carrera se estancara. Tenía veintiocho años, estaba sola en un país que no era el mío y había sido traicionada y humillada de la peor manera. Realmente no deseaba seguir viviendo en Polonia.
Para terminar mi desdicha mi padre volvió a enfermar, acontecimiento del cual me entere
