Querido jefe

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Después de ese estrés que pasamos llegamos a las instalaciones de la organización Le rose. Franco se encontraba afuera esperándome como me había mencionado días antes, se notaba muy nervioso pero al verme su semblante cambio.

—¡Niña! casi me provocas un infarto de la angustia, pensé que no venias, y ella ¿quién es? — preguntaba al ver a Clara

—Tranquilo Franco, ya estoy aquí y ella es Clara mi mejor amiga, vino a despedirse de mi

—Entonces despídanse, pero de prisa porque debemos irnos de inmediato. Me tome la responsabilidad de encargarme de ti, en vista de lo que tú y yo sabemos que hicimos.

Pese a esto que decía Clara me miraba confusa.

—Descuida, no pasó nada, él se refiere a unas firmas que tuve que hacer para unos documentos que necesitaba, justo como lo que hacía en la escuela, ¿recuerdas lo que te comentaba?

—¡¿Qué?! ¿Falsificaste de nuevo? Melania, ¡estás loca! puedes ir a prisión por eso

—Shhh, silencio, no lo grites y tampoco lo digas, recuerda que es un secreto y si lo tuve que hacer es porque mis padres no me apoyaron, tu prometiste guardar el secreto.

—De acuerdo, no diré nada—seguido de eso nos abrazamos como nunca, sabía que también a ella la extrañaría y por ello me aferraba en ese abrazo

—Me harás falta Melania, por favor cuídate, no quiero que te pase nada malo. Nunca olvides que te amo mi querida amiga, por favor contactame siempre, sabes que te escuchare, sea lo que sea y a pesar de que estemos lejos.

—Así será clara, te recordare en cada momento mi amiga—en cada palabra que le profesaba la abrasaba muy fuerte con una sonrisa en los labios para que no continuara sollozando.

—Bien niñas, lo siento, pero debemos irnos. Descuida Clara la cuidare como si fuese mi hermana, así que no te preocupes—ante esa respuesta ella asentía con la cabeza mientras notaba como de una manera extraña el no apartaba la mirada de sus ojos.