Querido jefe

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Mi padre al escuchar mi comentario se levantó molesto del asiento.

—Que ridiculez dices Melania, ¿aun sigues con esa tontería? ¡¿En qué te metiste?!

—En nada malo padre y no es una tontería es mi sueño para salir de toda esta pobreza que nos rodea. Para mañana a las nueve de la mañana tienen una cita con las personas que están a cargo en vista de que soy menor y por ello deben ir a dar mi permiso, es en Varsovia por cierto, madre— al pronunciar estas ultimas palabras gire la vista hacia ella, la cual reacciono igual que mi padre

—Te prohíbo que vayas a Varsovia, Melania Simond. Polonia no es para nosotros, hicimos un juramento y tú también debes cumplirlo.

Al escuchar a mi madre decir eso me molesto mucho. Veían la noticia como algo negativo, por eso refute a ambos mi opinión.

—No es justo, no jure nada, porque debo aceptar esa tontería, ustedes fueron lo que desearon irse y no volver, no pueden atarme a sus decisiones. Deben ir es mi futuro, no tienen como costeármelo, miren como vivimos en un país como Francia que es tan hermoso, somos unos pobres mugrosos. Esta es la oportunidad que esperaba, ¿porque no apoyan algo que me gusta?, no se suponen que son mis padres, ¿no les importa lo que siento y lo que quiera…?—Inesperadamente en medio de mi argumento sentí por parte de mi padre una bofetada, tan fuerte que me hizo callar y luego de eso menciono que los respetara y que agradeciera lo que hacían por mí, también que olvidara esa idea porque no irían, no permitirían que fuera a otro país con desconocidos que no sabían que intenciones tenían conmigo.

Toda esa situación me lleno de ira y un enojo desbordante, de tal manera que luego de eso fui a mi habitación. Esa noche no cene, solo pensaba como idearme un plan para fugarme si fuese necesario, no quería seguir viviendo así, dormía en una cama muy desgastada con sabanas remendadas que mostraban la decadencia que siempre nos ha acompañado, todo eso me desilusionaba y me entristecía a la vez.