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Blurb

Yasserley y Ayelen.

Yas es un hombre que ya no cree en el amor de una mujer, vive solo con su hija adolescente que la sobre protege con locura.

Aye es una chica asiatica adoptada, busca desesperadamente un trabajo para poder irse de su casa junto a su hermano.

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Capitulo 1
Ayelen. Corro hacia la parada del colectivo super alterada, mi mamá apagó la alarma del celular creyendo que lo había oído y nada que ver, estaba dormida profundamente donde de los nervios de empezar a trabajar me costó dormirme en la noche, mi hermano me despertó cuando se levantaba para ir a trabajar casi a las patadas porque estaba en un sueño muy profundo y ya era muy tarde, se supone que ya tengo que estar en la empresa en donde conseguí al fin trabajo, y debería estar cumpliendo mi primer día de trabajo y creo que va a ser el único porque voy casi media hora tarde y ya es una bola de problemas esto. Tengo que sacarme los zapatos y correr con ellos en las manos las más de veinte cuadras que son las que me quedan de lejos desde mi casa a la empresa, tuve que sacármelos porque podía caerme o romper el taco que sería lo peor porque son mis favoritos y me dolería muchísimo romperlos. Paro en la esquina del edificio donde va a ser mi último día en que lo pise seguramente, pero debo ser responsable de al menos presentarme a dar la cara, miro hacia todos lados de la calle para poder cruzar. —¡GUARDA!. —me aprieto toda cuando escucho que gritan y el ruido de un auto frenar. —¿PORQUÉ NO TE FIJAS?. —abro los ojos asustada viendo el auto n***o que frenó a un pelin de mis piernas o me desarma, lo juro—. ¿ESTAS LOCA PENDEJA?. —quedo mirando al tipo que va en el autazo y lo único que hizo fue bajar un poco el vidrio para poder gritarme, me corro despacio mirándolo—. ¡CRUZA BIEN PELOTUDA!. —ESTAS EN LA SENDA PEATONAL. — cuando al fin reacciono en la situación le grito con ganas—. USTED ESTÁ MAL NO YO. —se va negando y ahora mi sangre hierve y más aún viendo al colectivo que me tendría que traer llegar a la parada, entonces no voy tan tarde como creí durante toda la corrida que me pegué—. Señor Jesús no me la pongas más difícil ¿si?. —entro a la empresa Weishler respirando hondo para intentar enfriar mi cuerpo y dejar de transpirar, subo a mi piso temblando porque no sé que me voy a encontrar, cuando llego todas me miran alzando la cejas. —¡Discúlpame!. —muerdo mis labios hacia la señora Ester que se acerca con cara nada alegre, mira el reloj de su muñeca negando. —Señora Esther juro que se me pasó el colectivo y un idiota casi me choca. —Ve al baño, arréglate el pelo y te apuras que el señor Weishler acaba de llegar y no tiene café en su escritorio. —Sí. —camino al baño como una nena a la que le llamaron la atención por portarse mal, me acomodo la ropa y el pelo para al menos lucir bien y no que lo hice a las apuradas, salgo y preparo el café como me explicó cuando vine por el trabajo, me habló más del café que de lo que debería hacer en general, voy hacia la oficina y golpeo. —ENTRE. —camino temblando, no lo conozco para nada, me dio el trabajo la señora de recursos humanos, pero no me dijo nada más, solo me presentó a la señora Ester que me dijo que ella es la secretaria principal del jefe de los jefes, pero no sé como es MI jefe, una vez adentro lo veo que está hablando por teléfono mirando hacia afuera, lo único que veo es a un hombre demasiado alto, calculo que debe llegar al metro ochenta y tantos o más, muy ancho de espalda y por sus brazos se me hace que musculoso—. POR QUÉ NO ME DEJAS EN PAAAZZZ. —salto del susto, su voz es potente y parece que autoritario—. LA PUTA MADRE, TE DI TODO ¿QUÉ MIERDA QUIERES AHORA?. —dejo el café suavemente en el escritorio y con lentitud camino a la puerta para no oír la pelea que tiene por teléfono—. ¿A dónde crees que vas? Está mierda está asquerosa. —pego un grito cuando tira la taza de un manotazo quemando mis pies descalzos, y ahora me doy cuenta de como estoy. —Aaaggg. —baja el teléfono acercándose de inmediato. —Carajo te quemaste. —tira el teléfono a cualquier lado—. LAURA... LAURA VEN RÁPIDO. —Estoy bien. —me alejo del charco de café que ya está frio y entra una chica corriendo. —¿Si señor?. —verla me hizo sentir un bajón en mi sangre, parece que este hombre es imposible y todos lo saben y yo lo estoy averiguando en los dos minutos que llevo conociéndolo. —Haz que vengan a limpiar esto por favor. —Sí. —la chica me mira dudando—. Ya mismo. —¡Carajo! ¿Qué mierda haces descalza?. —No tengo idea... AAAAGGGGG. —desesperada me agarro de sus hombros porque me asusté mucho cuando me alzó en brazos llevándome al sillón. —¿Cuánto pesas?. —¿Por?. —Te vez demasiado delgada para pesar tanto mujer. —nos miramos muy cerquita a la cara y ahí lo reconozco. —¡Tú! Eres el idiota que se para en la senda peatonal. —La pelotuda que casi choco. —siento mis lágrimas amontonarse por el insulto, en ese momento no me dolió, pero ahora si duele y es humillante—. Que pendeja pelotuda... Primero casi te choco y ahora te quemo los pies por andar descalza. —me paro furiosa y alejando sus manos que estaban en mi cintura sin darme cuenta, me agarra la mano frenando mi salida teatral—. ¿A dónde vas? Hay que verte los pies. —Me los veo sola, gracias. —tiro hasta que me suelta, salgo sin mirar a nadie y directo al baño a mirarme los pies. —¿Estás bien?. —viene Esther muy alterada—. Laura me dijo que te quemaste los pies ¿Y tus zapatos?. —No sé. —entro al baño con ella atrás mío y ahí están, sobre la bacha acomodaditos como los dejé cuando me vine a arreglar un poco—. Acá están... Ni cuenta me di. —Déjame ver... Al señor le gusta su café hirviendo y te has quemado feo. —No fue tanto. —me siento en la mesada, agarro una toalla de tela que hay y lo mojo pasándolo con suavidad, no tengo nada, solamente un poco delicado donde estaba muy caliente—. Viste... No tengo nada. —¿Se puede?. —entra mi jefe mirando desesperado para todos lador por si hay más mujeres—. ¿Hay más en los baños?. —No... Solo nosotras. —dice Esther haciéndose a un lado. —Bien. —agarra mis pies con mucha suavidad no como en su oficina, y los mira pasando un dedo—. No tienes nada menos mal. —Ya lo sé. —me pongo los zapatos bajándome de la bacha quedando frente a él que me mira fijo, aún con los zapatos puestos debo mirar hacía arriba, carraspeo corriéndome dónde estábamos a un centímetro de tocarnos y voy a la puerta—. Ya le llevo tu café. —Sí. Voy a la cocina y de nuevo empiezo a hacer todo de cero, una vez que creo que está lo suficientemente fuerte y caliente se lo llevo, y esta vez no me lo tira, lo recibe sin decir nada. Laura me explica mi función, ahora sé por qué conseguí tan fácil este trabajo, mi jefe es un idiota, no hace más que romper los cocos toda la mañana, grita y da órdenes como si fuera Dios, encima tengo que trabajar con él la mayoría del tiempo, espero poder soportarlo porque realmente necesito el trabajo. —¿Ayelen? ¿Así te llamas?. —lo miro con cara de furia. —Supongo que me dieron una identificación falsa. —apunto el plástico enganchado a mi camisa con mi nombre en grande. —¿Cómo te llamas entonces?. —Pamela. —alza las cejas y me paro alisándome el vestido, le sonrío por pura amabilidad—. ¿Desea algo?. —Vamos, necesito ayuda en mi escritorio. —camino detrás de él y las demás me hacen gesto de morir asustándome mucho, abre la puerta y queda ahí sosteniéndola para que entre—. Pasa. —Gracias. —entro viendo su escritorio revuelto, lleno de carpetas y papeles por todos lados—. ¿Qué vamos a hacer?. —Yo comer, tú ordenar mi escritorio. —se sienta en el sillón con las piernas abiertas y los brazos por el respaldo, me genera asco ese acto, me apunta sacudiendo la mano—. Entre más tardes menos tiempo te queda para que comas. —¿Es mi horario de almuerzo y me mandas a limpiar?. —¿Algún problema con eso?. —Es abuso laboral. —Ahí está la puerta... Vete, nadie te tiene atada mujer. —me voy al escritorio en silencio y empiezo a acomodar todo llorando de bronca por no tener otra salida mas que hacerlo—. No tienes estudios... No tienes nada, en tu lugar me quedo bien calladita o quedas en la calle. —tiro mucha basura y limpio mi cara a cada dos segundos, siento su mirada constante en mi poniéndome demasiado incómoda—. Puedes irte si terminaste. Cuando llego a mi casa lo único que hago es tirarme a la cama a llorar, todo el día me trató como si no valiera nada, todo el día me denigró y me recordó que estoy ahí por suerte, que no tengo nada más que soportar sus tratos o me quedo en la calle sin nada más que buscar otro trabajo en donde me pagan una miseria a comparación a este, y realmente lo necesito, quiero irme a vivir sola y está es mi oportunidad de irme, solo debo aguantarlo hasta que tenga suficiente antigüedad y pedir cambio de puesto como todas las que han trabajado con él, encima no ayudó de nada que todas en el piso me den consejos para aguantarlo, cada que venía alguien de otro piso a dejarme algo para él me deseaban suerte y paciencia, eso más me desanimó, y me hizo pensarlo demasiado el irme y no sufrir la humillación, pero enseguida lo desechaba diciéndome que al menos un mes debo aguantar. ***** Yasserley. Ya van dos semanas en que Pamela está trabajando conmigo, jamás creí que lo soportaría, no soy así de idiota, pero el proceso que estoy pasando con mi divorcio me tienen de está manera, malhumorado en gran manera y lo odio, descargo mi furia con personas que ni siquiera saben mi nombre. Hace dos años comencé mi divorcio, pero Marcia no me lo firma, la detesto, no sé que más quiere si ya hemos "llegado" a acuerdos junto a nuestros abogados, pero no los cumple nunca, y sigue y sigue dando vueltas para no firmarlo más, me da asco realmente y me jode sin parar asiendo que este insoportable y cambie de secretaria en todo momento donde las maltrato sin darme cuenta, cuando reacciono ya no están más, se fueron con lágrimas en los ojos y muy dolidas por mi causa y ya nada queda para hacer, solo pedirles disculpas y mandarles una indemnización con una carta pidiendo disculpas, diciendo que la forma en que las traté no era la correcta, la última se fue a las dos hora de llegar bañada en lágrimas, y he cambiado a cinco en estos dos últimos meses, debo parar, ya no puedo seguir así. —Permiso. —deja el café y las tostadas frente a mí, agarra el bloc de hojas que debe revisar a diario y sale sin nada más que decir. —¿Hola?. —atiendo el teléfono mirando la puerta. —El señor Julián desea hablar con usted... Línea 3. —corta y aprieto el botón. —Julián. —A las nueve en punto tenemos una reunión de urgencia... Me lo acaba de informar Esther. —Bien, ¿Dónde?. —En la sala grande. —Ahí voy a estar. —Nos vemos. —corto y salgo, la miro que está en su escritorio leyendo los papeles. —Pamela. —sigue en lo que estaba y todas me miran poniéndome incómodo—. Pamela. —anota en una hoja y decido acércame golpeando la mesa—. Te estoy hablando. —¡Aayyy, no te escuché! —se pone una mano en el pecho—. ¿Qué?. —Debés venir conmigo a una reunión. —Bien. —baja la cabeza y mi respiración se hace forzosa, ¿Qué le pasa? ¿Acaso no entiende?—. ¿Algo más?. —Sí. —le pego una mirada a todas que entienden enseguida que deben dejar de chusmear, corro la silla con brusquedad sentándome cruzado las piernas. —¿Qué?. —me mira seria y yo sonrío. —Wouuu. —por primera vez le presto atención, me sorprende que es una jovencita muy linda, hermosa le queda mejor—. ¿Cuántos años tienes Pamela?. —¿No miras los expedientes de tus empleadas?. —¿Para qué perder el tiempo?. —alza las cejas sonriendo—. Ninguna ha durado mucho tiempo... Dejé de leerlos hace mucho. —Pues léelo si quieres saber... Te vas a enterar de muchas cosas. —¿Cómo qué?. —me da una sonrisa fugas—. Dime. —Never. —se ríe y sigue mirando los papeles, furioso me paro y tiro todo lo que hay en su escritorio. —¿QUIÉN CARAJOS TE CREES PARA IGNORARME ASÍ?. —se para yéndose para atrás muy asustada—. SOY TU PUTO JEFE Y ME DEBES RESPETO... YA ESTOY HARTO DE TUS MIERDAS. —me doy cuenta que tiembla en gran manera, sus lágrimas caen por su cara y mi cuerpo se siente cansado, mis hombros pesan y mi cabeza es una tormenta al verla así, me estaba haciendo un jueguito estúpido y me enojé por nada, hasta se puede decir que coqueteando y yo nada, lo tomé como una burla—. Yo... Ya levanto todo ¿Si?. —me agacho juntando los papeles y ella está en el lugar mirándome como esperando cualquier cosa para escapar, ¡mierda! ¿Qué hice?—. Pamela... Discúlpame, no quise asustarte de verdad. —Voy al baño. —se va corriendo, me quedo ahí mirando su escritorio, no debería estar acá, no trabaja con tranquilidad como debería. —Señor. —me giro viendo a Laura que también tiembla y medio que duda de estar ahí parada hablándome—. Julián lo espera. —Ya vamos. —¿Y Ayelen?. —¿Quién?. —mira detrás de mí donde esta parada con sus ojos rojos. —¿Ya es la reunión?. —Así es. —camina delante de mí y veo su figura por primera vez con otros ojos, la veo con hambre de un hombre a una mujer y eso no me pasaba hace mucho tiempo. —Laura... Para mañana quiero que trasladen su escritorio para donde debe ir... La quiero fija. —Está bien. —subimos al ascensor y está en un rincón mirando el suelo envolviéndose con los brazos como un abrazo a ella misma. —¿Estás bien?. —¿Eh?. —no me mira, aprieto mis manos sin saber que hacer. —Te hice llorar... Y te asusté mucho, yo... —miro el suelo pensando en como disculparme—. Debes creer que soy un hombre violento, pero no es así. —me friego la cabeza hastiado—. Estoy con unos problemas grandes y me desquito con quien no debo... Discúlpame por favor, no va a volver a pasar. No dice absolutamente nada y está en todo su derecho, es una disculpa patética, pero no sé que decirle y no quiero hacerme la víctima y romantizar mi situación y violencia, pero no encuentro las palabras justas. En la reunión se sienta a mi lado y su cara no cambia, esta sentada mirando lo que escribe y un poco más hace bollos los papeles que me tiene que entregar, sé que dentro de ella debe tener el deseo de tirármelos en la cara con fuerza pero se reprime. .............................. Llega fin de mes y sigue todo igual, no me habla, me trata con indiferencia y me tienen podrido esas actitudes, Marcia día y noche jodiendo y mi hija un poco rebelde, como nunca. Desde mi lugar e intentando de ser discreto la miro, no puedo dejar de hacerlo, todo de ella me gusta y me atrae, me pone loco, mi sistema se revuelve, siento que me agarran retorcijones de solo oírla y me emociono pensando que debo llegar a la empresa para verla, y pienso en que se va a poner, y si le va a quedar lindo, y si va a resaltar su figura, creo que me estoy creando ideas raras con ella porque si sintiera que al menos ella siente una pizca de atracción por mí o me mirara diferente me lanzo de una por ella, pero no me demuestra nada de atracción, todo lo contrario, se muestra incómoda y hace caras cada vez que nos cruzamos y eso que intento de todo para que estemos cerca, pero no hay caso, es formal y amable, pero nada sensual ni intenta parecerlo, no, muchas mujeres me han querido atrapar haciéndose lucir como inocentes y llamar mi atención de esa forma, otras van directo al punto y que es lo que desean, pero ninguna me atrajo de ninguna manera, siempre sentí que era patético que hagan esas cosas, pero ella es inocente realmente, no se viste como tal, pero lo es, el tema que no me muestra nada, voy a ser paciente con ella, es joven y tal vez sin mucha experiencia así que debo ser paciente y ver si en un mes sigo sintiendo lo mismo. —Kiara vamos hija. —Espera. —estamos en una tienda comprando ropa que no necesita, pero ella dice que sí. —Estamos hace dos horas acá... Vamos dale no tengo ganas de seguir esperando. —Tiempo de padre e hija. —niego saliendo de la tienda con las bolsas de otros locales. —Te espero ahí afuera, me quiero sentar. —Si, ve, todavía me falta. —miro hacia todos lados así no me aburro y ahí la veo, en una florería revisando todo con un vestidito sencillo, pero aun así me da a entender que afuera del trabajo se viste igual. —Pamela. —se gira asombrada, se pone seria enseguida—. Casualidad que te encuentro. —¡Ah!. —se da la vuelta sin más que decir, cuando comienza a alejarse la agarro del brazo parándola—. ¿Qué? ¿Vas a tirar las flores porque no te respondo?. —No. —la suelto sonríendo nervioso, ella me pone nervioso sinceramente—. ¿Quería saber como estás?. —alza una sola ceja y yo carraspeo porque no me sale la voz—. Trabajamos juntos y no nos hablamos. —Culpa mía no es. —Es verdad. —mi boca se hace agua, intento que mis ojos solamente estén en su cara y no comiéndomela con la mirada como un pervertido—. ¿Estás sola? Hay un restorán muy lindo más adelante, podemos ir a comer ¿Qué te parece? Te invito a cenar. —Estoy con una prima. —mis entrañas se revuelven de la desesperación—. Me tengo que ir, me debe estar buscando. —¿Señorita lleva las flores?. —Deme tres rosas por favor. —las huele cerrando los ojos y sonríe—. Son hermosas gracias. —se va y yo quedo ahí, mirándola irse feliz con sus tres rosas. —¿Señor?. —Prepáreme dos docenas de esas mismas rosas para mañana a este lugar. —le tiendo la tarjeta de la empresa y el piso en donde estamos—. A nombre de Laura Figueroa, ella le va a indicar que es para esa joven que se acaba de ir. —Bien. —vuelvo a la tienda por mi hija que recién está pagando. —¿Y esa sonrisa?. —¿Cuál?. —se ríe empujándome—. Déjate de enbromar quieres. —Hace tanto que no te veo sonreír papi. —le sonrío besando su frente—. Me gusta verte así. —Gracias. —Y quien quiera que sea que te pone de esta manera la amo. —niego por eso poniéndome colorado y agarro las bolsas que trae. —Vamos a comer que me dio hambre y no digas tonteras Ki. . . 1° Mi Salvación. 2° Liberame 3° Revivir. ■ 4° Mi Pequeña Obsesión. 5° Otra Oportunidad. 6° No Me Sueltes. 7° No Te Soltaré. 8° Insegura. "letras rojas". 9° Insegura, "letras azules". 10° Cuídame. 11° Tocando el Cielo.

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