El hombre se inclinó sobre el escritorio y preguntó:
—¿Por qué te molesta tanto la idea? Llevamos meses casados y no hay razones por las cuales tengas que ser tan posesiva sabiendo nuestras circunstancias y si no es posesividad, entonces puedo decirte que solo es tu amplio deseo por arruinarme e ir en contra de mis decisiones. Ambos sabemos que fuera del sexo no tenemos nada en común.
—¡Discúlpame! No sabía que tú y Celik tenían todo en común.
—¿Y si así fuera? Esto no se trata de ti, Aksoy. Te hice un favor, uno que no valoraste y en vez de no darme problemas, tuviste meses para hacerme ver que añoras causármelos. No confío en ti en absoluto y no debería, sabiendo de donde vienes, pero aun así soy permisible. Tu posición en esta situación debería estar marcada por la aceptación—aseveró haciendo que su esposa le viera confundida sin poder creer que había usado la palabra aceptación—. Te deje vivir, ahora como pago al menos no interfieras en mis malditas decisiones, así como yo respete las tuyas desde un inicio. ¿No quieres que nadie hable de ti? Entonces compórtate como debes y acepta la decisión que he tomado. Si realmente quieres un cambio, vive tranquila bajo mi techo, acepta mis decisiones y disfruta de la nueva oportunidad que te he dado atándome con cadenas a ti.
—Así aceptará a Aygul con los brazos abiertos en esta casa, todo el mundo sacaría sus conclusiones. No ha pasado un año siquiera y buscas a otra mujer para el papel de esposa en esta que es tu casa. Yo me sentiría sorprendida si nadie hablara al respecto. Es obvio lo que significa.
—Tienes razón, pero no es mi culpa, si no de tu familia. Yo no puedo hacer nada para cubrir lo que paso y tampoco lo que eres. Nos casamos porque dejándote fuera cualquier cosa podría venir de ti—espetó—. No eres alguien confiable en quien alguna persona pueda poner a cargo una cartera vacía. La Turk te odia y eso no lo puedo negar ni tampoco eliminar el sentimiento en ellos, porque fue tu padre quien lo provocó con su jodida traición. Ardieron en el Olum como alimañas, porque es lo que eran y tú, aunque inocente, lamento mucho que tengas que pagar por sus errores, pero es que eres la única Aksoy viva que puede cubrir las cuentas. Tu sangre y nuestro matrimonio tiene una cosa en común, ninguno de los puede borrar lo que es y menos, porque se dio.
Elif sonrió con melancolía cuando la golpeó con esa oración. Era humillante que le recordaba de donde venia y por qué, pero no solo lo recordó, lo hizo con desdén, como si con ello quisiera hacerle entender que por sus circunstancias no tenía derecho a replicar nada. Pudo haber retrocedido y salido de allí, pero no se contuvo.
—Yo no te pedí ayuda, Arslan ¡Es más! ¡Te juro por la memoria de mi familia que habría elegido morir entre las llamas antes de tener que rogarte para que aceptaras hacer algo por mí! Tú lo elegiste y como adulto debes ser responsable de tus decisiones—replicó viéndolo a los ojos para que supiera que no estaba bromeando al respecto—. Por piedad o, mejor dicho, por lastima como lo has mencionado varias veces me tomaste como esposa, pusiste un anillo en mi dedo y, por lo tanto, me respetaras como tal. Las razones no me importan tanto como el hecho innegable de que soy tu esposa. Me niego a la presencia de Celik en mi casa. ¿Quieres cumplir con el compromiso? Iremos, pero te juro que, si te veo demasiado cerca de ella, me encargaré de hacerla conocer su lugar.
Se apartó de él y se dirigió a la salida.
Ruzgar apretó los puños.
Aksoy, estaba pisando suelo peligroso.
(…)
Alimañas.
Había dicho alimañas.
No era fácil escuchar a las personas hablar así sobre aquellos con los que creció. Podían ser los peores hombres, pero para ella fueron un padre cariñoso y un hermano que la adoraba. No creía que no la tomaron en cuenta, solo que se les salió de las manos al final. No quería estar en la casa, no después de esa discusión y menos verle el rostro después de que fue cruel. Claro, como le hizo un favor que le dio vida al casarse con ella, tenia que bajar la cabeza y decir si a todo, aunque no quisiera.
Salió de la casa con Ahmet como compañía y le pidió que le llevara al bosque de Belgrado. Siempre fue una inquieta caminera que adoraba cualquier cosa que la hiciera sudar y le diera un poco de relajación. Había un lago enorme a lado y senderos llenos de árboles que daban al lugar pulmones firmes en donde tomar aire.
—¿No quiere que la acompañe?
—No. Iré sola. No te preocupes. Volveré en un rato.
El hombre asintió.
No tenían que cuidarla y el riesgo de que se fuera tampoco era muy notable, considerando que un escape, significaría disparar a matar. No era tan estúpida como para hacerlo y la ausencia de enemigos que la consideraran importante le daban la libertad ya mencionada. Caminó dándose cuenta de que el lugar estaba más solo que de costumbre y mientras recorría los paisajes llenos de hojas secas colores naranjas, sonrió un poco al recordar un momento de su vida que le encogió el corazón. Uno que se había dado en ese mismo lugar.
—¡Oye! ¡No! ¡No!
—¡Lifi!
El hombre fue tras ella y la sujetó por la cintura atrapándola en medio de su huida. La chica rio cuando intentó hacerle cosquillas en su punto débil. Acababa de volver y lo extrañaba de verdad. Extrañaba a su hermano y su compañía.
—¡Erkan! —chilló intentando escapar.