CAPITULO 8-5

915 Words
—¿Vas a decirle a papá? Él abandonó las cosquillas. Le había contado su pequeño secreto amoroso. Aun no era nada serio, pero estaba conociendo a un chico y cuando él le preguntó quiso ser sincera y abrir su corazón sobre lo que deseaba. Podría pensar en un futuro, cuando terminara su carrera, en formalizar, pero por ahora era solo una ilusión, un romance que podía ser mayor y al que se debía dar importancia limitada. —¿Se enojará conmigo? —preguntó divertida haciendo que su hermano mayor se lo pensara un poco con recelo—. No es para tanto. Solo es un chico que… —Puede que se enoje. Es la primera vez que sabrá que un hombre está interesado en ti y es celoso. Ismail debería ir a casa alguna vez y verse las caras con papá. Siempre ha dicho que quiere un hombre fuerte a tu lado y creo que deberías decirle que nuestro padre es un hombre difícil. Yo todavía no le apruebo. —¡No me voy a casar! ¡No hables como si lo hiciera! —Si te gusta, es una posibilidad a futuro, Lifi. —No quiero casarme aun—aceptó con sinceridad—. Quiero casarme con un hombre que me haga latir el corazón violentamente cada vez que lo vea. Que mis momentos tristes sean borrados cuando me sonría y que sea capaz de entenderme, de conocerme con solo observarme porque eso significa que le soy importante. Los hombres tienen a ser mucho más observadores con lo que aman. Quiero que pueda hacer ver las cosas más sutiles, como las más románticas. Erkan sonrió. —Eres demasiado romántica ¿Sabias? —Tengo alma de artista, tal vez por eso. Las hojas se movieron con el ir y venir del viento y barrieron con los recuerdos de cuando visitó junto a su hermano aquel bosque con senderos verdosos. El bosque ya no era verde, porque la temporada había pasado y su hermano había muerto de una manera horrible que a ella a veces le parecía mejor no recordar. El clima en Estambul no parecía bueno. Una corriente de viento gélido le golpeó el cuerpo. Estaba molesta con Ruzgar ¿Por qué quería casarse con Aygul? ¿Realmente le gustaba? Esa mujer podría ser el prototipo de esposa perfecta que el consejo aprobaría, ejemplo de dignidad, salvo por el pequeño detalle de que era amante de su marido ¿Pero podía llamarla así considerando que acababan de dormir juntos apenas hacia unos días? Ruzgar y ella jamás se vieron como un matrimonio y lo único que habían hecho como tal, era tener sexo del bueno. Odiaba cuando hablaba de su familia, odiaba que hablara como si le conociera… Lastima. No necesitaba su maldita lastima. Ahora podía combinar dos palabras, lastima y asco. Eso era lo que decían de ella y como odiaba que fuera así. No podía llorar abiertamente en casa, pero dejó que algunas lagrimas recorrieran sus ojos. Maldito Ruzgar, si no tuviera que hacerlo le dejaría que se fuera a festejar con Aygul su maldito cumpleaños. No tenia celos, solo molestia de oposición a sus planes. Se apartó de la carretera y subió a una colina para poder ver la inmensidad del lago Neset y se sentó entre las hojas secas con las rodillas pegadas a su pecho mientras veía fluir la tarde. La imagen de ella de niña lanzando una caña al agua mientras Erkan le enseñaba a pescar apareció como nubes de humo que poco a poco se iban esfumando entre el ocaso de la tarde. Era increíble pensar que después de tener una familia ahora estaba sola. Metió el rostro entre sus rodillas. Dolía mucho sentir la soledad golpeando su espalda como piedras. No podía aspirar a volver a sentirse parte de algo porque era imposible. Estaba casada con un mundo que la rechazaba, tenia un marido que odiaba y cuya presencia significaba todo lo malo a su vida. La lluvia comenzó a caer, pero ella no se movió y dejó que mojara sus ropas mientras el agua que circulaba por su rostro se mezclaba con sus lagrimas quitando un poco el sabor salado. Solo podía ponerse de pie, pensando en ver a todos los que alguna vez le hicieron daño, desechos. “Su marido le tiene asco.” “Lo hice por lastima, Aksoy.” Ambas palabras fueron un eco en su cabeza y las odiaba, las odiaba en verdad. Se sumergió en ese limbo de resentimiento que cuando sacó el rostro de entre sus rodillas, notó que se había quedado dormida y que era de noche. Apenas y podía ver los árboles y la fría brisa mover las hojas. Se incorporó un poco asustada. ¿Dónde estaba Ahmet? Bajó la colina con rapidez e intentó ubicarse en medio de la oscuridad hasta que dio con uno de los caminos. Sus pies pesaban, sus ropas estaban mojadas y no se sentía bien. Posiblemente Ahmet pensó que se había lanzado al lago y ahogado. Eso seria una fiesta en la residencia. ¡Excelente! ¡Ruzgar era viudo! ¡Que festejara el desgraciado! No tenia ganas de encontrarlo, pero cuando se acercó a la entrada del bosque, notó un numero interminable de luces y hombres recorriendo diversos puntos. Uno de ellos alumbró su rostro y Elif lo cubrió con su mano para que el destello no le lastimara. —¡Señora! —Llévame a casa, Ahmet. Suspiró ¿Podia llamarlo hogar?
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