Se acercó a su esposa, quien llevaba varios días sin hacer contacto visual o físico con él. Rozaron sus dedos ligeramente en el proceso, hasta que el pequeño terminó en unos firmes brazos masculinos. Arslan lo levantó con facilidad, poniéndolo delante de su rostro y provocando que Emir riera fascinado por el juego.
—Biraz yaramaz. (Pequeño travieso.)
Sonrió y después lo regreso a la seguridad de sus brazos, pues lo había levantado con sus manos dándole un poco de adrenalina. Elif observó su sonrisa sincera y fue cautivada por una sensación sosegadora. Instinto natural tal vez.
—Los ojos del Meclis están sobre ti, Arslan.
—¿Qué? ¿Propones una alianza? —preguntó divertido al ver al bebé—. Negociaré quinientos millones de liras turcas como Mahr y dejo que mi hija entre a la familia Gurk
