—El Guven no acepta interrupciones en temas que competen a la capital—respondió—. Dudo que la visita de usted le sea conveniente en este momento debido a sus ocupaciones. Será mejor esperar una llamada y converse estos temas que le importan por ese medio y… —Quiero ir a Ankara, Ahmet—repitió—. Prepara el maldito auto. Si querían que ella atendiera sus peticiones debían hablarle claro. Eres una rehén que no puede moverse ni siquiera para ir al baño y tampoco tienes libertad alguna de ningún tipo. Si le dijeran eso, no existiría problema. Cerraría la boca, bajaría la mirada y atendería todo esperando que una bala no la asesinara, pero no era nada de eso. Podía ir y venir a voluntad, mientras su seguridad no estuviera comprometida. El guardaespaldas pronunció unas palabras entre dientes.

