Su mente repitió el comentario que le hizo sobre sus ojos y sus lascivos pensamientos al respecto. Sintió que se ahogaba en celos, pero lo reflejó únicamente con su mirada, una que Elif sostuvo bien sin quebrarse ante la intimidante aura que brotaba de él. Aun no podía superar la corriente que le hizo apartarse de ella, aun la tenia en todo el cuerpo. Puso las manos sobre su pecho y lo apartó, para ir en búsqueda de su bata de dormir y a su lado, encontró el maldito niqab. —Nada ocurre sin consecuencias, Aksoy. —No me importa y… no me toques—se refirió a ese toque de muñeca con el que intentó impedir que se marchara. Iba a hacerlo de nuevo, así que levantó la mano antes de que lo hiciera y abrió la puerta de nuevo decidida al ir al límite como siempre. Ruzgar escuchó como cerraba la pu

