ANKARA, TURQUIA.
No supo cuántas horas trabajó el día siguiente, solo que para cuando vino a darse cuenta, el vestido estaba casi terminado y solo remataba algunas puntadas con sutileza y con tanto cuidado, como si la aguja, fuera de cristal, pues partes de la belleza de una prenda, como de una joya eran los cuidados detalles. El vestido y su loca idea de cortarlo con las tijeras y hacerlo a su modo fue un éxito. Todo siempre tiene un margen de mejora, esa fue su filosofía durante mucho tiempo. Hizo el remate, cortó el hielo y después de darle la vuelta a la tela, analizó su obra y sonrió. Definitivamente fue una de sus mejores ideas.
De un tono marrón metálico que parecía brillar con luz propia, el tejido suave y brillante se ceñía al maniquí como un susurro de seda, resaltando cada cu
