ANKARA, TURQUIA. DIEZ MINUTOS ANTES. —No voy a hacer escándalos. —Ni yo quiero que los hagas. —Entonces controla a tu madre—advirtió el Güven—. Esta vez dejé que Elif respondiera porque no me tendrá todo el tiempo a su lado, pero si lo que pasó hoy vuelve a ocurrir, te juro que olvidaré lo que somos y pagará por sus actos. Quería acorralarla. Tu lo sabes. Siempre media su proceder y era muy humilde con sus emociones, pero fue imposible para ella presenciar el notable interés del hombre que amaba en otra mujer. Ruzgar siempre era atento con ella, pero con Elif las cosas estaban saliéndose de las manos, desde Ismail, hasta la advertencia que lanzaba en dirección de su madre, que, si bien no había sido correcto, tampoco dijo algo que nadie pensara. —¿Y qué somos Arslan? —preguntó con

