ANKARA, TURQUIA. La cama estaba vacía cuando despertó y aunque le pareció extraño no hizo preguntas hasta que escuchó revuelo en los pisos inferiores y el rumor que agobiaba a los guardaespaldas pasando de boca en boca como el viento mismo. Los ojos siempre curiosos de Elif interrogaron a Ahmet quien de inmediato le informó lo que había pasado. Esat Kurt estaba hecho cenizas en la enorme residencia que horas antes los albergó en una interesante fiesta. Fue consumido por las características llamas del fuego que siempre acababa con todo traidor de la Turk y el escándalo ya recorría del m*****o más poderoso, hasta el más débil de la imponente capital. Tenía hombres leales que exigían explicaciones y era más que claro que Ankara iba a necesitar un nuevo lugarteniente. Ruzgar no llegó a desay

