—Podrías hacerlo si no fueras tan irrespetuoso. Yo podré ser muchas cosas, pero al menos me mido en cuanto… —¿Te mides? ¡Te mides! —¡Si! ¡Mucho más que tú de hecho! Su muñeca fue tomada como fuente de agarre y Ruzgar la obligó a acercarse más a él. No iba a dejar que saliera victoriosa de esa conversación y que le hiciera ver como culpable. Aun tenían pendiente las sonrisas lanzadas a Yoruk que habían quedado en el aire y que por su saludo mental decidió ignorar, pero no dejó de sentir. Llevaba días teniendo recuerdos que no permitieron que su estado de ánimo mejorara y ahora que ella se ponía como el ejemplo, lo echó en cara. —Una mujer que se mide no habla tan despreocupadamente con un hombre que tiene todas las intenciones completas por follarla—espetó. —¿Rizvan? —¿Hay otro en

