—¿Qué sabes tu de lo que hicieron conmigo?
—Bueno—articuló mirándola con un gesto de disculpa—, te obligaron a casarte con el hombre que representa fielmente a quien te arrebato todo, tu hogar, tu hermano, tus padres, tu vida. No diré que fueron traidores como el resto, porque si me pongo en tu lugar, no lo serían para mí. Yo no podría siquiera verle a cara y menos convertirlo en el padre de mis hijos. No lo digo por la posición de juego aquí, lo digo de verdad, Elif.
La mujer parpadeó y apretó los puños debajo de la mesa justo después de tragar saliva. Había dado justo en el clavo, pero ni por un segundo pensó en darle la razón. Se aseguró de que el nudo que amenazaba con formarse en su garganta no fuera una intromisión a lo que estaba por decir y decidió responderle.
—Te equivocas—mintió con sus ojos sobre ella para que no le quedara ni una pizca de duda de su sinceridad—. Yo tampoco quiero que te confundas. No cometeré el mismo error de mis padres cuando se me ha dado una oportunidad. Tal vez me robaron la vida que conocía, pero me dieron una nueva llena de ciertos lujos. Mi padre tomó una decisión equivocada por la que yo no pienso dejarme caer al vacío. Tienes razón en algo, no le amo, pero no es necesario amarse para estar casados. Mientras podamos compartir cama, todo lo demás, no importa. Lamento mucho tu situación Celik, pero ya que has sido sincera conmigo espero que entiendas que estoy en mi derecho de negarme. Siento mucho tus sentimientos reprimidos, pero no voy a compartir a mi marido.
Se levantó de la mesa y le acercó la canasta con melocotones.
—Son dulces. Te los recomiendo para el viaje.
—Elif…
—Nos veremos pronto, Celik.
Comenzó a caminar hacia el interior de la casa.
—Al final la decisión no es tuya completamente—aseguró deteniendo su andar—. Si Ruzgar insiste, no habrá nada que puedas hacer al respecto, pero aun con tu negativa, te prometo no ser un impedimento a tu posición. Mis términos, los mismos que te he expuesto hoy se mantienen sin importar tu negativa, una que respeto, pero no comparto. Espero vernos pronto. Por el momento, no haré más incomoda tu estancia.
No le respondió nada y siguió caminando.
Ella le molestaba mucho, no porque fuera mala, sino porque no parecía serlo y le enfadaba, le enfadaba saber que alguien tenía sentimientos puros por alguien que no lo merecía. Aygul buscaba un matrimonio por amor, porque una chica en su posición, teniendo un buen y adinerado padre, podría casarse con quien fuera sin problemas y peor aún, siendo ella mayor, estaba dispuesta a aceptar el lugar de una segunda esposa solo para estar con Ruzgar.
La situación era grave y lamentablemente, Aygul tenia razón.
Elif la observó marcharse desde el ventanal cuatro horas después. Dieron el pretexto de querer conocer otras partes de Kayseri, pero ella ya sabía porque se había marchado. Ruzgar fue comedido y les despidió en la puerta. Desde el balcón, Elif lo vio intercambiar un par de palabras con la mujer y sonreírle seductoramente, mientras los ojos de ella brillaban ante sus atenciones.
¡Ay por favor! —pensó rodando los ojos muy molesta.
Era una piedra en el zapato que debía sacar a como diera lugar.
No deseando observar más de ese espectáculo de despedida, entró a la casa y decidió ocupar su tiempo en algo interesante. Hacia mucho que no dibujaba y era buena en ello. En casa tenía grandes bocetos que iban desde paisajes exuberantes, hasta hermosos vestidos que mezclaban su arte con su pasión por la confección. No recordaba la ultima vez que tomó un lápiz de dibujo, pero cuando se dirigió a la sala, encontró una pluma con suficiente tinta y un pequeño cuaderno de apuntes completamente vacío. No era un material precisamente bueno, pero algo era algo y ella pensaba aprovecharlo bien. Podría llamar a Ahmet y decirle que le comprara un libro especial para dibujo y un set de lápices, pero iba a sorprenderlo, porque nunca, ni siquiera por una vez, le pidió algo. Respirando tranquilamente porque Aygul estaba fuera de casa, pudo declararse victoriosa y se perdió en la soledad del estudio decorado con algunos libros y usó la soledad para dibujar lo primero que le apareciera en la mente.
Volverlo a hacer le hizo sentir viva.
Estaba volviendo a ser ella de nuevo poco a poco.
Aunque tenía la mano un poco rígida comenzó a formar líneas sin forma que una hora más tarde era el boceto de un palacio de piedra volcánica y una copia casi perfecta del palacio que Ruzgar había formado como casa vacacional para escapar de la abrumadora y muy concurrida Estambul. No supo cuanto tiempo gastó allí, pero solo fue detenida por la tinta cuando en algún momento dejó de transitar dejando su dibujo a medias. Dios, eso no era bueno.
Intentó devolverlo al trabajo dando pequeños golpecitos, pero falló abruptamente y decidió buscar entre los cajones un repuesto. Debía haber una pluma en un lugar como ese. Abrió los dos primeros sin encontrar nada y aunque era obvio que, si existía una, debía estar en ellos, decidió levantarse y ponerse en cuclillas para buscar en los que casi tocaban el suelo. Abrió los cajones y encontró cajas en vez de papeles. Casi metió su cabeza en una de ellas que estaba más que polvosa y casi estornuda cuando la nariz sintió partículas de polvo.
¿Hace cuanto no lo abrían?
Definitivamente allí no encontraría una pluma. Buscó por varios minutos hasta que encontró una extraña caja de metal llena de polvo y curiosa de poder encontrar su pluma la abrió. Había una pluma fina dentro con varias fotografías y papeles amarillentos. Iba a cerrarla cuando una extraña fotografía antigua llamó su atención. La tomó entre sus dedos y divisó la foto de una familia acomodada, a juzgar por la enorme residencia de fondo. El padre estaba sentado en un sofá prominente y su esposa de pie a su lado. La mujer sostenía una niña en brazos y detrás de ellos, cuatro hijos varones, el mayor en medio de ellos. La foto era en blanco y n***o, pero cuando vio los ojos del joven sintió una familiaridad extraña. Tenía los ojos grises.