—¿Una lacra nacida en la Turk? —No lo dije yo, lo dijo usted. —¿Yo lo dije? —dijo Elif sonriendo casi forzadamente—. ¿Qué quiere? ¿No es suficiente? ¿Quiere jugar una nueva partida? ¿O desea que me siente a platicar cosas con usted que a estas alturas ya debe saber? Inclusive, aunque no dijera nada, se que las pondrá en mis labios. Erdem sonrió. Estaba mucho más activa. —Ya has entendido mi juego, chiquilla. —Tarde tiempo en darme cuenta—acarició sus nudillos. Estaba un poco pálida y se sentía enferma, pero sentía que era normal. Cada día que pasaba se sentía más asfixiada y aunque escuchó cosas tenía su puerta con candado y ojos en todas partes. Llevaba días pensando en cómo salir de allí y aunque entendía que era lo que debía hacer, no iba a mentir que tenía un poco de pavor de c

