ANKARA, TURQUÍA. Una enfermera impaciente esperaba a las afueras del baño. Elif se tomó poco tiempo. Tenía el maldito catéter pegado a la vena y un jodido tubo del que se afirmaba con un poco de inquietud. Podía escuchar el sonido de la ambulancia a las afueras, pero parecía ser más de una cosa que le dio curiosidad. El accidente debía haber sido grave y es que en un pueblo pequeño las tragedias también eran posibles. Un teléfono sonó y Sherine comenzó a hablar en voz baja. —Iré en un momento—anunció—. Creo que la paciente requiere algunas medicinas a esta hora de las que no me habia percatado. Iré en cuanto las coloque. Hay suficientes manos por el momento, además, el anciano de la cama cinco parece tener un problema con su catéter. Me encargaré. No te preocupes. ¿Cómo? ¿No fue un acc

