—Hago mi trabajo. No tenía permiso de traerla, pero sangraba. —Hiciste lo correcto, ahora déjanos hacer lo propio. La policía suspiró ante el comentario y asintió, pero eso no impidió que levantara su teléfono e indicara que fuera como fuera, tenía que hacer una llamada para informar los pormenores. La mujer continuó suturando y Elif mantuvo los ojos apagados sintiendo ligeramente las punzadas. Terminaría pronto. Unos minutos después el hilo fue cortado. Ya todo habia vuelto a la normalidad. —Esta listo—concluyó. —Ahora debe descansar. Elif asintió justo cuando la policía entró de nuevo. —Tengo el permiso, pero deberán quedarse ciertos apoyos dentro. —No, no, no—espetó la enfermera—. Pueden hacerlo afuera. Aquí no tenemos mucho espacio y tenemos ancianos y niños. No queremos inc

