Habia una chica musulmana con un bebé en brazos.
Jamás podría mezclar mi sangre con la sucieza de los Aksoy—dijo una voz en su cabeza usando la voz de Ruzgar para atormentarla más. El pequeño bebé alargó su mano y su madre sonrió acariciando sus pequeños dedos. Podía comenzar olvidándose de eso porque ahora que ya no era victima de Erdem, tenía que preocuparse por él. ¿Estaba lista para enfrentar lo que tendría para decirle? Habia una sola verdad y era la que tenía atorada en el pecho. Si, lo hizo. No fue sincera, no terminó en sus brazos por simple placer. Hubo un tiempo donde verlo muerto pareció ser una fantasía que volvería la vida a su alma herida y ella se dejó seducir por esa oferta. Siempre se consideró una débil que no podría hacerle daño por si misma y pensó que podía enterrarl
