Joder. La mano de Elif descendió hasta el cinturón, donde con sumo cuidado, comenzó a liberarlo de la presión de la trabilla. Casi pudo sentirlo tragar saliva cuando metió la mano justo debajo del ombligo y poco a poco descendió cada vez más. —Yo también siento cosas—confesó de vuelta. —¿Qué sientes? —preguntó copiando su pregunta. —Seni sertleştirmeyi seviyorum. (Que me gusta ponerte duro.) La sujetó por la barbilla y el enorme tamaño de su mano quedó en evidencia cuando casi la cerró sobre su pequeño y femenino rostro. Esa mujer tan joven y peculiar, tenía algo en sus ojos que le hacia arder por dentro. La mitad del cuerpo de Namrud terminó sobre Elif, mientras que la otra mitad, junto con la cabeza, habían rodeado los hombros de Ruzgar, haciendo su cuerpo rojizo como llamas, una

