—¡Quita esa cara Aysu, parece que viste al diablo y te aseguro que yo soy mil veces más guapo! Ven, ponte de pie—ordenó haciendo que la mujer casi diera un salto para hacerlo de forma inmediata cuando el hombre golpeó sus palmas para acelerar sus acciones. Ruzgar que se mantenía acuclillado se incorporó también después de soltar una divertida risa. Por dentro, la mujer sentía las entrañas en llamas. Esperaba el golpe traidor en cualquier momento. Había limpiado cadáveres, alfombras con sangre y otros escenarios horribles, siempre en silencio y sin hablar de más. No pudo hacer contacto visual con Ruzgar y menos con Alev sollozando por sus heridas y cargada de miedo. Namrud permanecía en una esquina como un depredador infernal que sabía exactamente lo que iba a pasar. No lo vio porque sus

