ESTAMBUL, BELGRADO.
—Es enorme al parecer.
—Muy grande—opinó Fassali mirando la huella.
Ruzgar había ubicado a un enorme jabalí que era un prominente premio para su sala. Pesaba más de doscientos kilos, estaba seguro. Después de perderse en medio de toda esa zona boscosa, tardó al menos cinco horas en encontrarse de nuevo con Kerem y Fassali. Ellos también le vieron, pero era un animal esquivo. No tuvieron más remedio que volver con las manos vacías, cuando el sol comenzó a filtrarse por las ramas de los prominentes árboles.
Fassali era quien tenía la victoria hasta el momento.
Tenía un ciervo, uno grande y con una bala en la cabeza.
—Creo que tendré que declararme ganador. Soy el único que tiene algo hasta el momento. Fue una noche realmente fructífera y entretenida, claro, ha
