—¿Está mejor? —Ya no duele casi nada. —Si no quieres ir… —Iré—resolvió entonces—. Iré, no hay problema. —Tamam. Ambos se miraron por unos breves segundos, hasta que Ansari cortó la magia, poniendo sobre la mesa su dedo señalador. —Doscientos millones al doble…por el jabalí. —¿Cómo? —preguntó Ruzgar divertido. —Un doblete, Arslan. —Si yo atrapo al jabalí, me darán doscientos cada uno y viceversa. Creo que lo hará mucho más interesante. Yo iré en desventaja, porque iré solo, no tendré el par de ojos extra, así que me veré incitado por el lindo y adorado poder del dinero. Ese nunca falla… Era mucho dinero, pero como la presa era difícil de conseguir, pareció un reto interesante. Arslan terminó asintiendo y Kerem hizo lo propio. Tenían que ir esa misma noche, porque si dejaban

