Mencionar el nombre de Ansari hizo que la expresión relajada de Elif cambiara. No quería que nada le pasara a ese agradable hombre que tantas sonrisas le había causado durante su corto pero sustancioso encuentro. Como si la noticia le hubiera impactado, preguntó: —¿Fassali está bien? La pregunta no le sentó bien a Ruzgar. Claro que lo estaba. —¿Por qué te importa tanto? —Hice una pregunta. —Ese desgraciado no morirá y si lo hiciera deberíamos preocuparnos por el escandalo que sus mujeres harían sobre su tumba, peleando el dinero. Tiene tantas que me da dolor de cabeza pensarlo… —¿Muchas? ¡No me digas! —exclamó Elif rodando los ojos y disimulando su expresión divertida. No permitía el descaro delante de ella—. Me recuerda a cierta persona cuando aún no aceptaba que estaba casado.

