—No vas a decir nada mientras estemos allí dentro, cariño ¿de acuerdo?
El pequeño castaño asintió aferrando sus pequeños puños a la chima roja que vestía su madre, sus largos cabellos castaños se recogían en un bucle en su cabeza, sosteniéndose por un pequeño trinche decorado con gemas. Expedía un delicioso aroma a especias cada vez que sus ropas se movían, su rostro elegantemente decorado llamaba la atención de todos los hombres que pasaban por su lado. Era hermosa.
Incluso esa palabra quedaba pequeña.
—¿Por qué Jung-Suh no vino con nosotros? —Dijo, todavía nervioso por lo que iba a hacer su madre.
Estaban frente a una casa demasiado lujosa, tenía un inmenso jardín por delante y un enrejado con terminaciones pulidas que impedían el paso. Ji Hoo todavía se sentía sorprendido por la i
