Le mira extasiado, sintiendo en su cuerpo una horda de emociones que no puede explicar, realmente no se cree capaz de intentarlo. La chica posa su mano en su pecho mientras continua entonando la dulce canción que se cuela en sus oídos como una brisa en la noche, se deja envolver, llevar por las emociones que le consumen.
Se fija en sus pestañas cortas, en sus finos labios que se pliegan en cada sílaba que pronuncia. Es hermosa, él lo sabe, todos allí lo saben. Mira a su alrededor notando el interés que tienen los hombre allí presentes en la mujer.
— ¿Seguro que la quieres a ella?—Cuestiona Insuk un poco desconcertado por su repentino cambio de opinión.
— Sí— Asiente convencido, con un tono de voz tosco.
No quiere entrar en detalles ni dar explicaciones, y al ver la cara de su compañero sabe que en silencio se las está exigiendo. Desvía la mirada a la joven con ojos brillantes, que hace intervalos y eleva su voz con una experiencia envidiable. No mira a nadie en especial, ni siquiera un objeto del salón.
Es una kisaeng, una muy peculiar a su juicio, con un encanto único. Supone que debió ser educada por los mejores maestros de artes de Incheon, una joven como ella debió tener unos de los mejores entrenamientos y cuidados que pueden ofrecer. En un mundo tan burdo como ese del que hacían parte las kisaeng ella era una joya invaluable, tal vez la más brillante de todas.
— Ya vengo— Dice Insuk, poniéndose en pie para dirigirse fuera del salón.
Yi Jeong le sigue con la mirada, quiere suponer que ha ido a solicitarla y ruega para que así sea. No pretende acostarse con ella, solo quiere conocerla un poco, descubrir ese misterio que se oculta tras su mirada castaña y saciar esa atracción tan fuerte que ejerce sobre él. Aunque, admitiéndolo, si pretendía llegar un poco más lejos.
Puede pedir su compañía para reuniones y de vez en cuando para charlar en ese lugar, no sabe realmente que quiere con ella. Por eso se conforma con tener una primera charla. No quería llevarla a la cama, no iba a manchar su reputación de esa manera y menos con una mujer como la clase ella, tan poco iba a cometer semejante imprudencia.
Ser hermosa, educada y dotada de una hermosa voz no la eleva del estatus que ocupa, él lo sabe muy bien. A los ojos de la sociedad continuara siendo una kisaeng y no recibirá mayor reconocimiento por sus talentos. Además, ese tipo de mujeres han desaparecido con el paso de los años, pero todavía se conservan casas sobrevivientes, como esa y continúan ejerciendo de manera sutil para deleitar a la aristocracia.
De pronto, el suave sonido se detiene.
La joven ha cerrado su boca, y con una sutil sonrisa hace una reverencia indicando que su intervención ha concluido. Yi Jeong quiere aplaudir pero nadie lo hace, así que muestra una mueca de satisfacción aunque es evidente la decepción en su mirada. La joven se retira con la misma solemnidad con la que entró, con su mirada al frente y satisfecha con su trabajo allí en el centro, desaparece tras una puerta donde la espera otra joven con una sonrisa y finalmente deja tras ella un vacío y silencio.
Escucha a sus compañeros decir que es una lástima que haya terminado, alaban su belleza y como si nada hubiese ocurrido retoman la conversación acerca de las labores y mujeres que no tienen.
Impaciente por saber si va a tener la oportunidad de hablar con ella o no, se pone en pie dejando al resto de sus compañeros hablando. Necesita hallar a Insuk y conocer una respuesta que de fin a aquella incertidumbre que lo está matando. Con un poco de torpeza sale del salón y se encamina por los pasillos, procura seguir las voces que provienen de algún sitio hasta llegar a lo que parece ser una recepción.
Insuk está allí con otro joven de una estatura similar a la de él, cabellos negros lacios que llegan sobre sus hombros, labios gruesos teñidos de rosado, y una piel lechosa que le distingue del resto. Ambos conversan de una manera un poco acalorada.
Un poco indeciso por temor a parecer desesperado se acerca y hace una reverencia. Insuk golpea su hombro con una sonrisa nerviosa, por el contrario del otro que, procura ocultar su fastidio al verle.
— ¿Qué sucede?—Pregunta.
Se aceró al par quienes le miraban. Insuk sonrió nervioso mientras el otro mantenía su semblante serio y firme.
—Bueno— Insuk rasca su nuca un poco nervioso—El encargado me dice que la joven no está disponible esta noche.
Yi Jeong hace un gesto de decepción y mira al otro hombre que le mira atentamente, examinándole como si fuera un criminal o algo que se le pareciera.
— Tienes aura asesina— Le escucha decir.
En un principio se siente sorprendido por sus palabras, la tensión del momento se rompe cuando suelta una carcajada que le hace sentir todavía más nerviosos.
— Era broma— Dice.
Insuk ríe un poco, no parecía muy gracioso.
— Entonces, ¿ella no está disponible?
La sonrisa de Dal Sam se desvanece, suspira un poco y acaricia sus cabellos acomodándolos.
— No,— Cruza sus brazos— tiene un cliente está noche.
Yi Jeong asiente, era claro que ella debía ser muy solicitada, su hermosura debía ser envidiada y más de uno querría exponerla como su propiedad. Pero, claro está, ocultando su condición de kisaeng.
— ¿Podría solicitar una cita con ella?
Dal Sam parece pensarlo un poco, en realidad no sabe si puede tener la cita, generalmente es ella quien al ver el cliente decide si hacerlo o no, es cosa de ella y realmente no le molesta que lo haga, Él no interfiere en sus asuntos, nunca lo ha hecho, simplemente le presta ayuda necesita.
Sabe que los dos hombres al frente no se van a ir sin una respuesta, pero también sabe que no es él quien puede ofrecérsela. Así que sólo existe una solución.
— Bien— Se gira dándoles la espalda — Síganme.
En un principio ambos se sienten confundidos por su petición, ¿acaso quería irse por las ramas? Se miran una vez y deciden seguirlo sabiendo que es lo único que pueden hacer si quieren tener una respuesta.
Yi Jeong camina por los pasillos asombrándose por la cantidad de salones con los que cuentan, tiene la impresión de que es de igual de elegante que su vivienda. Varias kisaeng pasan por su lado con sus hermosos trajes y belleza inigualable, algunas le miran de reojo pero actúan indiferente al gesto. Acepta que ninguna de las mujeres que conoce puede igualarlas en belleza, pero espanta esos pensamientos al repetirse la clase social tan baja a la que hacen parte, de la que vienen.
Su madre lo educó con el firme pensamiento de involucrarse con personas de su misma condición social, y ahora cuando lo recuerda tiene una pequeña intención de salir huyendo de ese lugar. Pero, se recuerda, que necesita ver a esa mujer una vez y apagar esa llama que ha encendido.
Se detienen frente a una puerta que tiene detalles de ornamentación en madera, ¿puertas del cielo? Pronto lo sabrá Yi Jeong.
Antes de cualquier cosa Dal Sam lo mira, exactamente a él, con gesto serio. Protocolo, ya saben.
— Antes que nada, quiero decirles que las kisaeng no son prostitutas, al menos no todas — Específica consciente de que no es del todo cierto —Así que, les pido de antemano, tengan cuidado de sus palabras y lo que están pidiendo.
Yi Jeong se ruboriza y se apresura a negar. Él no es ese tipo de caballero.
— No voy a pedirle que se acueste conmigo — Asegura.
Oh, su voz es elegante, ronca, casi sexy. Dal Sam se pregunta si las mujeres sucumben fácilmente a sus encantos, ya que, lamentablemente, él no tiene la intención de averiguarlo.
— Eso dicen todos al principio.
Y es la verdad. Sus chicas se lo confiesan entre risas.
Se da la vuelta dejándolos con la palabra en la boca, y con rápidos movimientos se decide a abrir la puerta de aquella habitación.
Ante los ojos de Yi Jeong y Insuk se abre una habitación no muy grande, decorada con cojines por el suelo y un hermoso tapete en el centro con detalles de flores, donde para la grata sorpresa de Yi Jeong reposa la hermosa joven de cabellos castaños que, allí de rodillas, parece un ángel a la espera de las órdenes de Dios.
Ella alza su mirada ligeramente a ellos e inclina la cabeza en un saludo sobrio, después dirige su mirada a Dal Sam preguntándole en silencio qué significa la presencia de esos hombres allí. Con una sonrisa su amigo de cabellos negros señala a Yi Jeong.
—Este caballero, desea concretar un encuentro contigo.
La mirada de la joven cambia de objetivo y se posa en Yi Jeong. En ese momento, Yi Jeong sufre de una pequeña falla cardíaca, su corazón parece olvidar su función y el aire comienza, de repente, a hacer mucha falta.
No puede decir nada, ni siquiera sabe su puede decirlo, pero algo seguro es que es más hermosa de lo pensado. Allí, con su mirada sobre él, siente que todo se ha desvanecido a su alrededor, en sus ojos ve tantas cosas que se pregunta si todas las personas lo poseen.
Observa a la chica que permanece en silencio, detalla sus finas facciones, sus pómulos ahora con más detenimiento. Se siente dichoso de compartir una habitación con ella, de respirar su mismo aire y tener el privilegio de tener su mirada.
Nadie en la habitación dice nada, pero Insuk no puede dejar de observar a su jefe anonado con la joven. Se pregunta si ha sido amor a primera vista, pero sonríe sabiendo que es imposible que así sea, Yi Jeong es un hombre demasiado serio como para perder el control de esa manera.
La joven, por otro lado, le mira de arriba a abajo, su rostro no muestra expresión alguna pero en sus ojos se crea un brillo imperceptible. Sus ojos se cruzan nuevamente con los del pelinegro en una danza silenciosa que le hace saltar el corazón, algo en su vientre hace cosquillas y le hace flaquear sus piernas que, para su fortuna, están dobladas.
Sus ojos negros de una manera increíble logran cautivarla, la forma de su rostro le causa el deseo de acariciarlo, tiene un cuerpo menudo y su expresión seria es el mejor punto a su favor. En pocas palabras, es el típico hombre por el cual cualquier mujer lograría sentirse atraída.
Entreabre sus labios y permite el paso del aire que huyó de su cuerpo. Estira sus labios en una sonrisa causando que la mente de Yi Jeong se convierta en un nido de aves, el pobre hombre es demasiado evidente a sus ojos.
— Es usted muy hermosa—Dice Yi Jeong.
La joven no se asombra por sus palabras, no es la primera vez que se lo dicen y se ha acostumbrado a ello.
—Lamentablemente— Inicia diciendo—, el día de hoy tengo una cita concretada con uno de mis clientes, pero podríamos dejarlo para otro día.
Yi Jeong se deja envolver por su dulce voz, es tan hermosa y sutil que sus oídos se deleitan escuchándola. Le entristece sus palabras, no sabe si podrá soportar un tiempo , quiere eliminarla lo más pronto posible de su vida.
— Supongo, entonces, qué tendré que esperar hasta el día que usted disponga nuestro encuentro.
Ella sonríe, parece mala en sus intenciones, esconde algo que Yi Jeong está dispuesto a enfrentar.
—Bien— Mira a Dal Sam—, cuando tenga un día libre te lo haré saber por Dal Sam, él te contactará—Yi Jeong asiente sin dejar de mirarla—. Ahora les pido que se retiren, en pocos minutos llegará mi acompañante y no quiero darle un disgusto.
El cuerpo de Yi Jeong se tensa al escuchar la palabra "acompañante", Insuk lo nota y posa su mano sobre su hombro pasa sacarlo de allí.
— Entonces, nosotros nos retiramos.
Lo jala con suavidad indicándole que ya no hay nada más que hacer. Yi Jeong se resiste un poco y da un paso al frente.
— Antes de marcharme quisiera saber su nombre.
La mujer se atreve a unir sus ojos a los de él.
—Puedes simplemente decirme Ryeo.
Insuk no le permite a su amigo continuar y salen de allí deprisa. Yi Jeong le mira por encima del hombro una vez más, quiere guardar su imagen en la memoria porque extrañamente puede jurar que la ha visto antes.
La joven cierra los ojos feliz de los resultados que ha obtenido, su expresión serena y tranquila logran causarle un escalofrío a Dal Sam.
— ¿Por qué lo has aceptado? — Cuestiona Dal Sam — Pensé que con Joon Goo te bastaba.
La joven apenas le mira de reojo.
— Es bueno distraerse, ¿sabes?—Sonríe.
Dal Sam mira la puerta por donde acaban de salir el par de hombres, cruza sus brazos y devuelve su mirada preocupada a ella.
—Es él, ¿cierto?
Ryeo abre los ojos y sonríe al ver a Joon Goo en el umbral.
—En efecto, es él.