Capítulo 3

1096 Words
Narra Luciano “De la cocina no podrás vivir” Esas fueron las palabras que me impulsaron a seguir trabajando por lo que quería, no para demostrarle a mi familia que podía ser bueno, que podía vivir de lo que me gusta, si no para demostrarme a mí mismo que estoy hecho para grandes cosas, nunca me he dejado apagar por nadie, ni por las palabras duras de las personas que son importantes para mí, desde siempre he sabido que la motivación no viene de las cosas externas, todo es lo que nos proponemos, si trabajamos con disciplina podemos hacer cualquier cosa, esa perseverancia fue la que me llevó a construir mi propio restaurante, a ganar diferentes reconocimientos y mi primera estrella Michelin; en la ciudad de Los Ángeles soy reconocido, he hecho que mi nombre sea popular en el arte de la culinaria y espero lograr más, para eso he tenido que ser exigente y encaminar a todo mi personal para poder ser un excelente equipo, me gusta la perfección e intento hacerlo todo como se debe por la misma razón. En cuanto a mi familia tenemos una relación complicada, mis padres son personas de buenos recursos, mi padre es un reconocido abogado y tiene una firma desde hace muchos años, mi madre es gerente de una clínica de la ciudad y esperaban que yo me encaminara por alguna de las dos ramas; leyes o la salud, pero fue difícil para ellos asimilar cuando les dije que quería ser chef, que me gustaba cocinar y que esperaba su apoyo para estudiarlo, me quería preparar, pero lo que recibí fue su rechazo, por mi cuenta estudié y empecé mi propio emprendimiento, desde cero yo solo construí lo que hoy día tengo, por lo que me siento orgulloso de mi mismo; para mis padres el aceptar mi éxito ha sido un proceso que aún no pueden aceptar, tal vez lamentan no aportarme nada durante el tiempo que trabajaba día y noche, quizás es orgullo o simplemente no lo sé, aun no me han dado unas felicitaciones por lo que hice, por lo que construí. En el trabajo escucho los murmuros de los chicos, sé que puedo ser insoportable pero yo soy el interesado en que las cosas marchen bien, mi trabajo me ha costado, por eso valoro cada pequeña cosa que hay aquí, debo cuidar lo mío y hacer que ellos tengan ese mismo sentido de pertenencia. Me disgusta cuando algo sale mal, cuando un cliente presenta una querella porque siempre soy cauteloso y me enoja cuando los demás no hacen lo mismo. - Vamos, di algo Domi, no te quedes mirando tus manos La chica en medio de tu timidez y de su miedo a hablar con voz propia hace que me den ganas de darle una bofetada para que despierte, el día que decidí contratarla fue porque vi en ella mucha fortaleza, la sometí a varios filtros con mucha presión y  ella supo defenderse, pero con el paso de las semanas he visto a una mujer insegura, que teme hablarle a las personas mirándolas a los ojos. - He estado todos estos días explicándote, enseñándote, ¿Acaso lo has olvidado? ¿No estas prestando atención a lo que te digo? – sigo insistiendo para que diga algo - Es que… - ¿Qué Domi? - Nada chef – responde aun con su cabeza inclinada - Sal de mi vista, lleva la basura a los estanques del patio. Para los demás, si ustedes ven que el camarón tiene tonalidades cafés o verdes, quiere decir que ya está en descomposición, debe lucir de color gris, como las perlas, debe ser de contextura firma aun si tiene cascara, si se aplasta al presionarlo ya no sirve, eso ya deben saberlo.   Rasco mi cabeza con desespero y noto que los clientes nos observan - Cambiemos el menú de hoy, digan a los clientes que han pedido platos con camarón que tenemos otro especial, a esas personas les daremos por cortesía de la casa un vino para que acompañen su comida. ¿Entendido? - ¡Si, chef! Los muchachos comienzan a trabajar para poder sacar el servicio adelante, así que trato de controlarme y también me pongo en marcha. No ha pasado nada, esto se presenta y no es algo que pueda atrasar nuestro servicio de hoy, repito esas palabras en mi cabeza una y otra vez, es como una especie de ritual que me alivia en los momentos de estrés. Al final de la jornada, los chicos se encargan de acomodar todo, dejo que se queden solos en la planta baja y subo hasta el segundo piso donde está mi habitación, si, vivo en el restaurante; allí me siento por un instante y trato de pensar en lo que pudo salir mal, soy muy organizado, no comprendo que falló, reviso mi agenda para anotar que debo volver a explicarle la lección que le di a Dominic sobre los mariscos, pero al mirar las clases que le he dado me percato que aún no llegábamos a esa parte, todos los días vamos a hacer las compras y le enseño cosas que debe saber para seleccionar los mejores productos, por si algún día no puedo hacerlo yo mismo ella pueda ir sola, pero me he confundido, aun no le he dicho nada sobre eso, pero por qué carajos no dijo nada, ¡aish! Esto es vergonzoso, ¿Cómo puedo estar tan desubicado? También debí percatarme de lo que ella había comprado por su cuenta, quizás me desconcentré un poco con la visita de Michelle, debo buscar otro momento del día en el que pueda recibirla sin entorpecer mi horario de trabajo y las actividades de los muchachos, bajo hasta la planta baja para disculparme con Dominic, fui un poco duro con ella, debo admitir mi error, de eso se trata ser correctos. - Tony, ¿aún están todos aquí? – pregunto a uno de los chicos - Si, chef; bueno solo nosotros, ya Domi se ha ido – responde el chico cerrando su mochila para luego irse. - ¿Tan pronto? – cuestiono al ver que aún le quedaban unos minutos aquí - Si, siempre se va muy a prisa, lavó los trastes, hizo lo que tenía que hacer y luego se fue. - Vaya, bueno, quizás mañana la vea entonces; descansa Tony, gracias por el servicio de hoy - Gracias, chef. Los demás salen del restaurante, así que no hay más que hacer, es hora de descansar y esperar al día de mañana, debo organizarme mejor para evitar estos altercados.  
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