Narra Dominic
Una vez escuché que la costumbre es más fuerte que cualquier cosa, cuando nos adaptamos podemos hacer cosas que nunca creímos capaces, nos adaptamos a una persona, un lugar, un trabajo, un estilo de vida, etc. Por lo menos yo me vi forzada a trabajar todo el día sin descanso, sin tener vida social y dejar mis proyectos personales a un lado, mi cuerpo ya resiste los largos periodos de mi rutina diaria, es lamentable pero hasta a eso me acostumbré.
“Dale a tu cuerpo alegría macarena, que tu cuerpo es pa` darle alegría y cosa buena”
Ya son las seis de la mañana, esa es la canción que uso en mi despertador, es algo contradictorio porque no es que sienta en mi cuerpo la alegría macarena y eso de la cosa buena, pero es la única canción que no he odiado por levantarme cada día.
No acostumbro a desayunar, lo hago en el restaurante en el que trabajo, ese lugar es muy conocido, se llama Diamond Angels, recuerdo que fue bastante difícil ingresar allí, a pesar de asumir un cargo muy simple como lavar platos, tuve que pasar por varios filtros, el dueño quería saber si podía funcionar bajo presión y el día que hice la prueba pude lavar todos los costosos platos, copas y demás utensilios sin romper ni uno, llevaba mucho en esto así que no fue difícil para mí. El dueño se llama Luciano Giordano, es un Italiano algo exigente, siempre está muy pendiente de todo el funcionamiento de su restaurante, detalla cada cosa que sus empleados hacen para que los servicios sean perfectos, es muy reconocido en la ciudad de Los Ángeles.
- ¡Domi, saca la basura! – grita Daniel desde la cocina
- Ya voy – respondo para que me espere un momento.
En el restaurante soy la única mujer, del resto es Tony, Daniel, Diego y Mike, en la cocina está el chef Luciano, Diego y Tony, recibiendo pedidos y a los comensales está Mike y entregando las comidas Daniel; cuando el lugar está muy lleno hasta yo recibo los pedidos o entrego comidas, en fin soy multifunciones.
- Recuerda clasificarla, y no la dejes tan cerca de la entrada trasera, no quiero que se llene de malos olores o de bichos
- Si, chef
Saco las bolsas de basura para luego clasificarlas en los basureros correspondientes, luego debo ir al supermercado y diferentes lugares en el cual se compran cosas de forma habitual, estoy en entrenamiento por lo que debo ir con el chef Luciano, el me muestra los productos que estén en mejor calidad, los más frescos para poder llevarlos.
- Ya estoy lista, chef – le digo quitando el delantal n***o del uniforme para poder desplazarnos al lugar donde compraremos hoy.
- Creo que hoy deberás ir sola, en un momento te entrego la lista de lo que hace falta
- Yo, ¿Yo sola?
- Si, ya sabes muchas, creo que puedes tu sola
Trago una gran cantidad de saliva que se ha acumulado en mi boca y solo afirmo con la cabeza, me aterra hacerlo porque creo que aún no estoy lista para hacerlo sola.
Voy hasta una plaza donde venden todo tipo de mariscos, según entiendo son los mejores pero no logro ver la diferencia entre una cosa y la otra, lucen iguales así que llevaré los camarones más costosos, me imagino que son los de mejor calidad, de esa manera hago las compras de todo lo que estaba en la lista y regreso al restaurante, al volver observo al chef con su novia, al parecer le está preparando el desayuno.
Entro sin interrumpir y guardo las cosas en su lugar, solo lo observo hacer malabares con la comida para sorprender a la mujer.
- ¡Wao, eres increíble! – dice la chica sentada en las sillas que están en la barra de la cocina. Eso es lo que las mujeres dicen cuando lo ven cocinar, la cocina está a la vista de los comensales y a él le gusta que lo alaben cuando hace sus espectáculos culinarios
Cuando el chef se percata de mi presencia disimulo y sigo organizando las cosas que he comprado
- ¿Está todos lo que te he pedido? – pregunta mientras sirve en un plato la comida de la señorita
- Si chef, está todo
El afirma con la cabeza y me retiro de la cocina para ir a los vestidores con los demás, todos los chicos están allí sentado viéndose las caras, al entrar me siento en un lado y los miro desde la distancia.
- ¿Por qué te quedas tan lejos? Ven, deja de ser tan tímida – Daniel se pone de pie y se sienta a mi lado para rodearme con su brazo
- Me molesta que siempre que viene la novia del chef nos tenemos que quedar aquí, por qué no la invita en otro momento o la lleva a otro lugar a comer, es un tacaño, el mismo le prepara la comida – Tony habla sin censura mientras los demás con sus caras largas lo escuchan
- Pero no cualquiera puede comer una receta del chef Luciano de esa forma – refuta el chico que me abraza
- Insisto, es un tacaño – reafirma Tony
- Bien chicos, prepárense para iniciar – dice el chef entrando a los vestidores, por lo cual todos hacen silencio y no siguen la conversación.
- Si chef, como usted diga – Tony es un hipócrita, es el primero en ponerse en delantal para hacer lo que pide el jefe – Ya oyeron chicos, el chef ha dado una orden
- Vaya que es un sin vergüenza.
Durante un servicio me gusta observar todo, verlos todos en acción es como una película, todos se sincronizan de una forma increíble.
- Un risotto para la mesa tres – ordena el chef a los chicos que lo acompañan
- ¡Si, chef! – responden los hombres que están en la cocina.
Mi función es ir dejando todo limpio para cuando lo necesiten, todo debe estar siempre impecable.
- Chef, uno de los comensales quiere verlo, creo que algo no está bien en su plato – indica Daniel en voz baja asomado en la barra de la cocina; en ese momento se siente la verdadera tensión, al chef le molesta cuando hay una queja.
El hombre sale de la cocina dejando su delantal y acomodando su uniforme n***o, todos nos miramos las caras y esperamos a que regrese para saber que ha pasado.
- ¿Quién hizo los camarones? – pregunta el chef con el plato en las manos
- Yo chef – responde Diego levantando su mano
- ¿No te fijaste que los camarones que hiciste no están frescos?
El chef tira el plato en la bolsa de basura y su semblante se torna serio, los comensales miran lo que pasa y algunos incluso paran de comer para ver el espectáculo.
- No chef, yo tomé los que estaban en la bolsa, son los que han comprado hoy – dice Diego preocupado
El chef va hasta el refrigerador para ver lo que esta mañana he comprado y sin decir más toma los camarones y los tira a la basura.
- Eso no sirve – menciona mirándome con enojo
- lo lamento, chef – digo en voz baja
- ¿Lo lamento? ¿Con eso crees que vas a solucionarlo? ¿No te dije como debías hacerlo?
Trato de recordar pero no, aun no me ha enseñado eso, bajo mi cabeza y no me atrevo a responder
- Vamos, di algo Domi, no te quedes mirando tus manos