―Buenos días amo, con permiso. Dorys nos dijo que quería vernos.
―Sí muchachos, necesito mucho de su apoyo.
―Usted dirá amo, estamos para servirle.
―Como ya deben saber, los niños que han llegado a nuestra manada han sido aquellos del accidente de la otra noche de tormenta. Entre esos niños, está la luna destinada para mi pequeño Lyam, lo que necesito es que los cuiden muy bien, pero que sobre todo, protejan a la pequeña Sarah, pues ella es la única persona que puede salvar a nuestra manada de aquella terrible profecía.
―Sí señor, estaremos al pendiente de la pequeña luna.
―Nadie en lo absoluto, debe enterarse que es ella la luna que esperábamos con tanto anhelo, pues el Rey de la manada oscura, ha de estar muy pendiente de ello.
―Descuide señor, nosotros estamos para eso y para cuidar de nuestra gente como lo hicieron nuestros antepasados.
―Confío en ustedes. Traten que los niños, no se alejen tanto de los alrededores, aunque Lyam conoce la situación, es probable que como niños, tiendan a alejarse, por eso deben evitarlo. ¿De acuerdo?
―De acuerdo, amo. Solo me gustaría saber si el olor de la niña lo han desaparecido, recuerde que nuestro olfato es muy...
―Sí, su olor desapareció la noche de aquel fatídico accidente, pero al niño, a su hermano... ya le dieron un pequeño escarmiento debido a su rebeldía,
―Perdone jefe, pero... es muy probable que ya ellos sepan de la presencia y estadía de la niña, hace unas horas vi rondar por las adyacencias a uno de los criados de aquel Rey, estaba cerca del jardín, pero yo alcancé a ahuyentarlo.
―Muy bien Rigo, eso está bien, solo habrá que doblar la seguridad, hablen con todos los demás y extiéndanles mi solicitud. Ahora bien, vayan a sus quehaceres y no se olviden de informarme cualquier eventualidad.
―¡Perfecto, jefe! Así será. Nos retiramos, con permiso.
Los hombres salieron de la casa del rey, mientras este, se ocupa de algunos asuntos personales y de negocio. Aún siendo hombres lobos, debían cuidar una apariencia humana. El Rey Alfa de la manada Luna Plateada, también tenía negocios en la industria, era uno de los hombres más ricos de la ciudad y del país entero.
Hizo algunas llamadas y se encaminó hacia el auto, donde lo esperaba el chófer para llevarlo a la empresa.
Debía dejar todo arreglado, pues estaba mayor y un tanto cansado, no sabía cuando daría el último adiós a los suyos. Al fin y al cabo, como dicen por ahí, “Hombre prevenido vale por dos”.
Lyam era el heredero de un imperio hecho de hombres lobos para humanos y, hasta para licántropos.
Mientras tanto, al otro lado del bosque espeso, en la mansión Luna Oscura, estaba el Alfa, sintiendo como el viento le traía un olor diferente, suave, sutil, noble, nada que ver con los que normalmente percibía.
―¿De dónde proviene ese olor? Ara, estás cocinando algún manjar, ¿cierto? ―preguntó el Alfa a su criada.
―No señor, no tengo nada en la estufa.―respondió la criada con algo de temor en sus palabras.
―Me huele muy bien, si no eres tú quien cocina, ¿De dónde proviene ese aroma?
―No lo sé señor, pero Julio dice que vio una niña en la manada Luna Plateada, se acercó allá promovido por un aroma frutal o de flores, la verdad es muy cambiante.
―Aquí está pasando algo y mi hermanito puede estar ocultándome cosas importantes. Tráeme a Julio, inmediatamente.
―Sí señor, enseguida.
La criada salió del despacho de su amo, a hacer de ipsofacto lo que este le ordenó. Todos le temían al Alfa, se había convertido en un ser sin alma,malvado y capaz de hacerle daño a todo aquel que se le atravesara en sus planes.
―El viejo Alfa cree que soy estúpido, sé que me oculta algo y... probablemente piense en traicionarme. Como sin duda lo haría yo, pero... ¿Él? Siempre ha sido tan vulnerable y blandengue, mi intuición no me traiciona, sé que me oculta la razón de ese aroma.
―Señor, permiso, ¿Me llamó?
―Sí Julio, siéntate.
―Para qué soy bueno, amo.
―¿Quién es la niña que viste en la manada del Alfa blandengue?
―No lo sé señor, solo sé que es una niña nueva, diferente a todos los niños de la región y que desprende un olor a flores silvestres.
―¿Una niña nueva? ¿No será una cachorra de alguna de las lobas del Rey decrépito? —pregunta el Rey malvado.
―Los vi jugar, al heredero, a la niña y a otro niño que parecía un poco más grande que ella y contemporáneo con el príncipe.
―Interesante... Julio, quiero que los vigiles muy bien, procura acercarte con sumo cuidado, no quiero problemas con el ancianito, a menos que me esté traicionando y ahí sí, tenga que pagarlo muy caro, hasta con su misma vida, de ser necesario.
―Sí señor, como usted ordene.
―Ahora vete y no hables de esto con nadie. Deberás corroborar que esa niña de aroma dulce, es la luna para salvarnos de la profecía y... si eso es así y las sospechas son ciertas, ráptala, sin dejar rastros.
Julio asiente a la voluntad impuesta por el Rey Alfa de la manada oscura y sale del despacho con rumbo hacia la manada Luna Plateada, a llevar a cabo la encomienda de su amo.
Mientras tanto, este se queda pensando en si esa niña es la luna que esperan, muy bien podría casarla con su heredero, y salvarse de caer en la maldición de la profecía, al derrotar por completo, su manada y a todo su pueblo.
—Si esa mocosa, resulta ser esa lunita, lo siento por mi hermano, pero la raptaré y la casaré a la fuerza con mi hijo. No me va a importar llevarme a cualquiera que se me atraviese, hasta al mismo heredero podría matarlo con mis propias garras. —decía el malvado Rey de la manada oscura, mientras inhalaba el suave aroma que desprendía la pequeña Sarah, mientas jugaba con los otros niños a varios kilómetros de distancia.