Alucinando por Europa (segunda parte)

1002 Words
Louie se sentía emocionado por haber recibido un sí como respuesta por parte de la hermosa e interesante chica; Zoe. Sin embargo, por otra parte, le preocupaba, o más bien le asustaba un poco, el hecho de que había comenzado acercándose a ella con mentiras, aunque consideraba que era una mentira "piadosa". En fin, el joven decidió esperar a Zoe hasta que terminara su turno en el hotel, para posteriormente salir de tour por la ciudad en compañía de ella. Lo cierto, es que Louie o "Charl" como se hacía llamar ahora, conocía la ciudad —Lieja—, a la perfección, pues había tenido la oportunidad de visitar Bélgica en repetidas ocasiones, en compañía de la Familia Real. Aguardó con paciencia pues realmente no le incomodaba esperar las horas que fuese a tan hermosa joven. Mientras lo hacía, numerosas preguntas abordaban su mente. ¿Quién puedo decirle que soy? ¿Reconocerá que soy un príncipe? ¿Aceptaría estar conmigo si le cuento la verdad?... Lo único que Louie consiguió haciéndose dichas preguntas, fue ponerse un poco nervioso y desconfiado a la hora de compartir con Zoe. Aún así, después de divagar un poco con suposiciones, Louie logró despejar un poco su mente, y esperó a Zoe con la mejor disposición y los mejores deseos, esperando tener un agradable encuentro con la chica. Transcurrieron un par de horas, hasta que finalmente Louie consiguió ver a Zoe saliendo por la puerta principal del lujoso restaurante en el cual trabajaba. La joven se acercaba a él con una sonrisa enorme que abarcaba toda su cara, parecía tan emocionada como él, por tener aquel encuentro o "cita". —¿Qué tal tu tarde de trabajo? —preguntó Louie al verle. —De hecho muy bien, ¿sabes?, acá hay tanto trabajo todo el tiempo, que cuando menos lo esperas, ya has terminado tu turno —dijo Zoe—. No tengo quejas en realidad —añadió. —Me parece muy bien, y me alegra que hayas disfrutado tu turno, ¿deseas ir a comer algo primero?, antes del recorrido —preguntó Louie. —¿Lo dices en serio? Porque muero de hambre —refirió Zoe. —Claro que lo digo en serio, es lo mínimo que puedo hacer por mi guía turística —comentó Louie, mientras reía a modo de broma. —Bien, entonces déjame llevarte a uno de los lugares donde venden la comida más deliciosa que puedas probar, ¿estás listo? —Por supuesto que estoy listo, espero sorprenderme por tu buen gusto. —Sé que te va a encantar Charl, me lo agradecerás —contestó Zoe. Caminaron entonces algunas cuadras hasta llegar a un restaurante de la zona, que de hecho tenía gran cantidad de clientes en ese momento, aguardando por sus platos de comida. —¿Qué vamos a comer? Estoy ansioso por saberlo —refirió Louie emocionado. —Ya lo verás, solo aguarda un momento —contestó Zoe. Enseguida, se acercó una camarera a nuestra mesa, preguntando por el plato que íbamos a ordenar. —¿Podrías regalarme dos platos de Moules-frites? Por favor —refirió la chica. —Ohh... ¡Nuestra especialidad! —contestó la mesera—. En un momento podrán disfrutar de su cena. Mientras aguardaba ansiosamente por la comida, Zoe decidió indagar un poco más sobre mi vida... —¿Qué te trajo hasta Bélgica Charl? ¿De dónde eres? —cuestionó la mujer. —Vine aquí por diversos motivos, pero conocer el país fue una de mis principales motivaciones —contestó Louie—. Vengo de Nueva Zelanda. —¿Nueva Zelanda? —preguntó con algo de sorpresa—. Un poco lejos, ¿no crees? —Sí, lo es... El viaje es algo agotador, pero vale la pena —contestó. —¿Vale la pena? Pero apenas llegaste, no has conocido nada aún —comentó Zoe. —Te acabo de conocer a ti, para mí si ha valido la pena —mencionó Louie. De inmediato, sus palabras tuvieron efecto en la chica, y fueron bien recibidas por ella, pues en cuestión de segundos se encontraba sonrojada. —Bromeas, ¿verdad? —preguntó incrédula. —Por supuesto que no Zoe, ¿qué te hace pensar eso? Realmente me agrada conocerte, eres una chica sumamente interesante. —Gracias por lo que dices, me haces sentir halagada. También me agrada conocerte Charl —contestó Zoe—. ¿Cuánto tiempo esperas estar por aquí? —preguntó. —En realidad no lo sé, un par de semanas quizás. —Te va a encantar tu estadía aquí, espero puedas disfrutarla. Minutos después, se acercó nuevamente la camarera a la mesa, esta vez con la comida que habían ordenado los jóvenes. —Y bien, aquí está, nuestro famoso Moules-frites, ¿qué esperas para probarlo? —comentó Zoe emocionada. Para sorpresa del joven, el plato se trataba de mejillones fritos, con papas a la francesa y una salsa como aderezo. —¿Mejillones? No los he probado antes, pero han de saber rico —comentó Louie, mientras se lanzaba el primer bocado a su boca. Esperó un momento mientras detallaba por completo su sabor, y finalmente contestó: —¡Delicioso, me encanta! ¡Simplemente delicioso! —comentaba Louie emocionado—. Creo que juzgué muchas veces este plato por su apariencia, pero lo cierto es que está exquisito, lo comeré todo sin duda. Por su parte, Zoe también disfrutaba de su platillo, mientras observaba la curiosa reacción del joven al probar por primera vez el mismo. Lo cierto es que ambos jóvenes deleitaron su paladar con la comida elegida por Zoe, y aunque no dijeran nada, miradas entre ellos iban y venían, indicando atracción, gusto, o quizás algo más... Las manos de Louie sudaban, mientras en su interior, las preguntas lo atacaban nuevamente y pensaba una y otra vez , ¿Por qué nunca antes me he sentido así con una chica? ¿Qué la hace tan especial? ¿Notará acaso lo nervioso que estoy, y pensará que soy un idiota?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD