Sin amor y sin corona (segunda parte)

1064 Words
Por su parte, su hermana Flicka —princesa también—, solía insistirle frecuentemente al joven, con presentarle alguna de sus amigas adineradas que seguramente serían de su gusto... —Louie, de verdad que no te entiendo, ¿tan difícil se te hace escoger a una mujer hermosa y con dinero, como nosotros? ¿Sabes que de eso depende que nuestro reinado continúe, no? —comentó Flicka a Louie. —Sí Flicka, sí se me hace bastante difícil —contestó el joven—. Se me hace difícil porque a diferencia de ti, yo sí quiero encontrar un amor verdadero, y no a alguien que sólo esté conmigo por interés. —¿Sabes lo ridículo que te escuchas, verdad? —refirió Flicka—. Tan sencillo como salir con alguna amiga mía y listo; estoy segura de que alguna será de tu tipo —insistió. —Ya te dije que no me interesa que tú, ni que nadie me ayude a encontrar pareja Flicka. Si llego a encontrar a alguien quiero que sea por mi cuenta, a mi ritmo y según mis gustos, ¿estamos? —refirió Louie. —Ay, ¡por favor! Sabemos que tu opinión no contará en ese aspecto. Tu pareja será elegida por nuestra madre, ella más que nadie sabe cuáles son las familias que nos convienen para mantener nuestro estatus social, y hacer más grande nuestra dinastía —dijo Flicka en tono burlesco. —A mí realmente poco me importa si mantenemos "la dinastía" o no —afirmó Louie—. Lo único que quiero es tomarme mi tiempo, y no depender de sus opiniones. —Digas lo que digas, sabes que nuestra madre no permitirá que pases por encima de sus decisiones, así que suerte con ello. Luego de su corta pero incómoda conversación, el joven príncipe salió del castillo, con rumbo a un encuentro de negocios con personas millonarias al igual que él y su familia. Quizás allí lograría despejar un poco su mente, de las presiones de su madre y hermana. Al llegar a la reunión de negocios en compañía de sus escoltas y demás, Louie tuvo su momento para tomar la palabra y explicar en que consistía la idea de negocio —de hecho esta idea era independiente, no era un negocio familiar—. En resumen, se trataba de la venta de algunas acciones de él y sus socios, esto con el fin de llevar educación a las comunidades más vulnerables y que no gozaban de éste derecho, no solamente en Nueva Zelanda, sino en diversos países del mundo. —Eres de admirar chico —mencionó uno de los presentes—. Toda tu familia se ha enfocado en otro tipo de negocios, tú más que nadie sabes de qué se trata. Pero tú, claramente demuestras que quieres algo diferente, y de verdad es algo hermoso, cuenta conmigo en lo que sea para este proyecto —refirió el hombre. Así, al igual que el anterior tipo, muchos de los presentes —por no decir todos—, le dieron luz verde al proyecto propuesto por el hombre, así que, podría empezar con el mismo. Louie y sus socios agendaron más encuentros, con el fin de darle forma e inicio al proyecto de educación para los más vulnerables y marginados. Lo primero que el príncipe planificó para su idea, fue una visita a distintos países de Europa, en donde visitaría los suburbios de diversas ciudades o pueblos, donde posteriormente materializaría su sueño de educar a los más necesitados. Emocionado por lo que le esperaba ahora, Louie decidió reunir a toda su familia y contarles la idea en la que estaba trabajando. Sin embargo, ésta no fue bien vista por todos los miembros de la realeza. —La verdad es que no entiendo por qué te preocupan tanto unos niños pobres —refirió Anastasia. —Yo estoy de acuerdo con mi madre. Gente pobre hay en todos lados, ¿y ahora te crees un super héroe? —dijo Flicka. —Es justamente por eso que el mundo está como está ahora —dijo Louie—. La mayoría de personas privilegiadas como nosotros sólo se interesan por ellos mismos y por su riqueza. Yo quiero cambiar eso mamá, quiero ayudar a quienes más lo necesiten —agregó. Flicka y Anastasia poca atención le prestaron a lo que el joven con tanta emoción les contaba. Sin embargo, un comentario de aliento le subió un poco su ánimo. —Hijo, me siento muy orgulloso de ti —refirió el rey Harald—. No sabes cuánto me emocionan tus intenciones, y tu deseo de aportar un granito de arena para cambiar este mundo. Sin duda cuentas conmigo para esto, ¡te felicito! Dicho esto, Louie sintió algo de alivio y emoción, al saber que por lo menos contaba con el apoyo de su padre, a quien no le había parecido para nada descabellada la idea, como a Flicka y a Anastasia. —Gracias por tu apoyo papá, estoy seguro que servirá de mucho —contestó Louie—. Te mantendré al tanto de todos los detalles del proyecto —añadió. —Deberías preocuparte por los asuntos realmente importantes, como realizar más negocios de extracción petrolera... Tienes que pensar en nuestra fortuna, no regalarla a esa gente pobre, que seguramente no sabrá aprovecharla —refirió Anastasia. —No sé en qué momento te volviste así Anastasia —mencionó Harald—. Ahora, te hace falta tanta empatía por los demás, y por el mismo camino va Flicka. ¡Qué pena me dan ambas! —Sólo le enseño a Flicka cómo ser millonaria por siempre Harald. Tiene que ser inteligente, relacionarse con personas de nuestro mismo nivel social, así nunca seremos personas del común —mencionó Anastasia. —Ya veremos hasta donde llega con tus consejos... Debería ser un poco más humilde, como su hermano —contestó Harald. —¿Ser humilde yo? —preguntó Flicka con un tono burlesco—. ¡Por favor papá!, eso sólo es asunto de gente pobre y de clase baja, de mi parte no esperes ninguna de esas "obras de caridad", no me interesan en lo más mínimo —completó. Así pues continuaron durante algunos minutos más con la discusión respecto a los proyectos de Louie. Posteriormente, el joven salió del lujoso castillo, buscando un poco de tranquilidad en medio de la naturaleza.
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