Después de ese encuentro cercano con las bestias monstruosas, Ron empezó a experimentar sueños recurrentes, pero esta vez, en sus sueños había aparecido una enorme criatura salvaje.
Con aspecto infernal, una altura colosal, no parecía un simple lobo salvaje.
Esta criatura medía al menos, unos cuatro metros de altura, unos enormes colmillos se le sobresalían y era aterrador, solo verlo directo a sus ojos encendidos como de un intenso rojo sangre.
La criatura, traía en su rostro cicatrices de enfrentamientos pasados, seña de su sobrevivencia, tenía un rostro adornado por marcas que había recibido y que aún había sobrevivido.
La criatura era poseedor de un cuerpo duro y enmarcado. Traía coraza de acero en el pecho y su mandíbula se le veía endurecida con una actitud al ataque. Ron se había dado cuenta que en cada pesadilla que tenía, esta criatura estaba enfocado en el, su objetivo era el.
Pronto Ron empezó a sentir que sus sueños no eran simples pesadillas. Se vio obligado a pensar que tenían que ver con el de forma directa. ¿Era su pasado que emergía del olvido?
¿Quién era el en realidad? ¿Y porque estas bestias estaban tratando de llegar a él?
¿Porque la criatura infernal lo miraba con tanto odio? Parecía que lo quería despedazar a él.
¿Porque al tener estas pesadillas recurrentes, sentía el peso de la preocupación por las bestias lobos que lo acompañaban en todo momento?
Era como si el fuera una especie de líder de estas criaturas lobos que lo acompañaban en sus sueños.
Cada vez que Ron despertaba de estas pesadillas, Ron encontraba gotas de sudor frío en su frente. ¿Porque era así? ¿Acaso no eran simples sueños, o pesadillas que tenía la gente?
Tantas noches seguidas de lo mismo, tantas veces repitiendo el mismo patrón de sueños, Ron decidió ir a buscar a una adivina, o chamán como la llamen a las personas que se dedican al ocultismo.
Ron llegó a un local famoso, la dueña era una mujer gitana. Era buena en lo que hacía, pero tendría un percance fuera de lugar al encontrarse con Ron.
Cuando tocó el turno a Ron, la chamán que era mujer, sintió una emoción fuerte y con sigilo miró al hombre parado frente a ella.
Él era de aspecto hermoso, alto, muy alto, pero bien formado. No que era solo un palencón de altura, era de presencia arrolladora. Vestido informal, pero no podía esconder su hermosura como criatura humana.
Ron medía sus seis pies y sus cuatro pulgadas, tenía un hombro ancho y cuerpo fuerte, sus músculos eran bien definidos y su mirada era penetrante, con una inexpresividad por delante. Nadie sabía que sentía por alguna situación ante el, pues no demostraba ninguna emoción.
—¿Viene a saber de su futuro? —preguntó la mujer mirando detenidamente a Ron.
Ron no contestó enseguida, hizo silencio por un instante.
—No muerdo, chico guapo —dijo la chamán.
—Se más serio en tu trabajo —objetó Ron.
—Vine porque tengo unas dudas en mi mente, y necesito respuesta. —esta vez la chamán con mas concentración en su papel dijo lo siguiente:
—Estoy a concentrándome…
De repente la mujer hizo silencio de varios segundos. Mientras tanto, Ron la observaba con paciencia.
No sabía que la chamán estaba en un momento de tensión mental.
Ella pudo ver, aunque no tan claro, que detrás de Ron, habia un ejército de hombres lobos. Lobos no naturales, sino hombres lobos transformados.
Se dio cuenta de inmediato que el hombre delante de ella, no era un hombre simple, sino una especie de Alfa, líder de una poderosa manada.
—¡Tu! —gritó de forma sorpresiva la mujer. Enseguida interrumpió la vinculación espiritista en la que se había sumergido. Se llevó las manos a la sien, mostrando preocupación enorme.
—Debes irte. —solicitó de inmediato.
—No tengo nada que decir de tu pasado o futuro. —concluyó con rapidez.
Ron se sorprendió, casi estaba seguro que ella sabía algo de lo que estaba pasando.
—¿Acaso no eres una adivina? ¿Porque te niegas en decirme lo que necesito saber? —dijo Ron con molestia.
—¡Señor vete! , no voy a seguir atendiendo —la gitana tenía una postura apática.
Se veía angustia en sus gestos y palabras.
Ron se puso de pies. Su altura era bastante intimidante. Caminó unos pasos hacia la salida, pero luego volvió sus ojos a la gitana y dijo:
—Sino eres una verdadera adivina, puedes dejar el camino libre para alguien mas, no te quiero ver aquí para mañana. —dicho eso, Ron se fue.
Ron, aparentemente era un simple hombre sin dónde caerse muerto. ¿Porque se había atrevido a amenizar así a la gitana?
La chamana, que en realidad era una gitana, sí sabía hacer su trabajo, pero lo que vio en el aura de Ron, le hizo temblar. Se asustó tanto que prefirió quedar como una charlatana ante Ron.
Rápido la mujer empezó a empacar sus cosas, después que se fue Ron.
Ella tomó su teléfono móvil e hizo una llamada, al rato de conectarse la llamada, pidió a la persona al otro lado de la línea que llegara por ella porque debía irse lo más pronto posible de ese lugar.
La voz masculina sonó preocupada, él dijo:
—Estas segura que debemos irnos.
—Si —respondió sin pensar dos veces.
En plena tarde, todavía con la luz del sol brillando, la gitana por nombre Aytana no esperaba ser visitada por el Clan de lobos más peligroso de esa zona.
—Para dónde va nuestra querida gitana preferida—sonó la voz grave y perezosa de un ser que parecía venir de otro mundo.
El sujeto estaba vestido con una gabardina que le llevaba a los pies. Llevaba capucha con el rostro ligeramente visible. No estaba solo, lo acompañaba una legión de hombres vestidos igual, encapuchados de cuero n***o, estaban detrás de él como si fuera sus guardianes. Parecía su ejército de respaldo.
La gitana Aytana se asustó, se asustó tanto que su mandíbula empezó a tronarle.
—No tengas miedo. —dijo el sujeto en cuestión, miraba a Aytana con un deje de burla sutil, y no le quitaba el ojo de encima.
—¿¡ Quienes son ustedes!?
—¡Váyanse de aquí! —gritó Aytana. A leguas se sentía su voz temblorosa.
—¿Dónde quieres que vayamos? Este es nuestro territorio —. Gimió con una voz susurrante, pero amenazante.
—Tu sabes porque, eh … porque estamos aquí hoy —dijo el tipo que parecía liderar al resto y quien hasta ahora era el único en hablar.
—No los conozco, ¡váyanse! —repitió Aytana.
—Pero, ¿qué difícil puede ser para ti? —sonrió de forma maquiavélica y dijo:
—Necesito me digas todo lo que descubriste de la vida del hombre que vino esta mañana. —Aytana tembló.
—Eso es todo lo que pido, simple mortal. —dijo acercando su dedo índice al rostro dé Aytana y tocando con delicadeza la piel del rostro de ella, sus uñas eran largas y afiladas, podía lastimar si deseaba hacerlo.
—No sé nada —mintió Aytana.
—Que rápido hablas —dijo el hombre dando unos pasos alrededor de la mujer.
—Te huelo a miedo —murmuró cerca del oído. Luego se puso erguido y habló con seriedad.
—Necesito que hables ya. Mi paciencia es poca, y puedo perder la compostura —amenazó con altivez.
—Dime lo que quiero saber y estarás bien. —prometió sin mirarla de nuevo.
—Al contrario, no sé qué podrían hacer mis bestias con ese cuerpo mortal.
—No llegarías a ver el sol de mañana, te aseguro.—la amenaza cayó como agua fría sobre Aytana.
—Ya lo dije, no sé nada y no sé a qué te refieres.—masculló Aytana.
—Quiero que sepas quién soy, o quiénes somos —vociferó el hombre mostrando su cara en su totalidad.
—Soy Rajan, y soy el gobernante de los siete Clanes de lobos feroces.
—Mi nombre es sinónimo de fuerza implacable, no te cruces en mi camino y actúes como sí puedes engañarme.
—Porque encontrarías la muerte muy fácilmente. —rugió con voz áspera y poderoso rugir. Era el líder más temido.
—No pienses dos veces para darme lo que demando de ti, insignificante mortal. Se acercó a Aytana y la tomó por el cuello.
Aytana tragó saliva gruesa. El aura de la criatura que tenía delante de ella, era peligroso.
Cualquiera se daba cuenta a leguas.
No tenía que amenazarla para ella saber que el tipo, se veía más animal que humano.
Aún así, Aytana pensó que si este arrogante criatura había venido hasta aquí, era porque en verdad ella tenía algo que a él o su clan le interesaba.