Capítulo 14. Entre susurros y sombras La noche avanzó en un torbellino de deseo contenido y caricias que encendían la piel. Maia se encontró atrapada entre el cuerpo de Vicenzo y la seda fría de las sábanas, sintiendo cada roce, cada susurro que escapaba de sus labios. -- ¿Cuántas veces tengo que recordarte que me perteneces? – le murmuró Vicenzo, delineando con la yema de sus dedos la curva de su espalda. Maia, jadeante, le sostuvo la mirada con descaro. -- ¿Y cuántas veces tengo que recordarte que no soy un objeto, señor Farelli? – la sonrisa de Vicenzo fue oscura, peligrosa. -- No eres un objeto cariño, eso lo tengo muy claro. Eres una obsesión… mi obsesión – susurró antes de cubrir sus labios con pasión. El peso de su confesión hizo que Maia desviara la mirada por un segundo, pero

