Capítulo 38. ¡Que maldita locura! Vicenzo El vuelo se retrasó lo que me pareció una eternidad, el clima seguía sin mejorar y yo estaba al borde de mi paciencia, nunca me había sentido tan sucio, la barba la tenía crecida y estaba tan cansado que no sabía hasta cuando mis fuerzas me iban a durar. Habían pasado días desde que decidí viajar en busca del abogado Linch, y ahora que por fin tenía una pista concreta sobre el paradero de mi esposa, una tormenta me retenía en este maldito aeropuerto. Maia no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. Su sonrisa, su mirada desafiante, la manera en la que lograba encenderme con tan solo una palabra. Durante la última semana, me había dado cuenta de algo que nunca pensé posible, estaba enamorado de ella. No podía permitir que alguien como Adriano Lombard

