Capítulo 43. La verdad en juego. Vicenzo observaba a su esposa con mirada cálida, podía sentir lo que estaba pasando en su interior, quería que ella respondiera deseo para demostrarle lo importante que es para él. En cambio, Maia lo miraba con una sonrisa astuta, sentía que tenía el control y que esas dos preguntas lo habían tomado desprevenido, algo que era real. Pero de pronto él sonrió. Una sonrisa que podría considerarse peligrosa. -- Bien jugado cariño – le murmuró, inclinándose apenas hacia ella, no quería que su mujer lo vuelva a penalizar. -- Ahora es mi turno señorita – le dijo y Maia sonrío tratando de no darle importancia a lo que acaba de escuchar, algo que era prácticamente imposible, pues sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero se obligó a mantener la calma. --

