Capítulo 40. La Cazadora del Esposo… Convertida en Presa. Maia se detuvo en seco al oír la voz de Vicenzo, había pasado toda una semana sin saber nada de él. Su cuerpo se tensó ante el sonido de su voz y cuando giró, sus ojos reflejaron sorpresa, alivio… y algo más. -- Vicenzo… – consiguió susurrar, él avanzó hasta ella con pasos firmes. Su mirada atrapó la de Maia y la sostuvo con intensidad. -- Pensé que ya me habías olvidado – murmuró, con un tono de reproche disfrazado de broma, se podía notar el nerviosismo en cada poro de su piel. -- No digas tonterías – le contestó él, sin apartar la mirada de sus labios, los que moría por besarlos. Sus amigas los observaron con interés, pero Vicenzo ignoró su presencia. Se inclinó un poco hacia Maia, no quería ponerla en evidencia, aunque poco

