Beatriz

Nove

Terminó de comer y le dijo a Sofía que viniera a limpiar la mesa, fue muy grosero con ella y eso provocó que bajara mi líbido, como si hubiera puesto el freno de mano en una pendiente haciendo que está moto de mil bajo a cero de golpe. Será que la arrogancia servera forma parte del carácter italiano o solo yo tengo la mala suerte de conocer hombres que no saben cómo tratar a una mujer.

—Debemos hablar.- Le dije tratando de aligerar las cosas.

—...

Estoy segura de haberme hecho escuchar, pero ignoro cualquier intento que hiciera por llamar su atención, prefiriendo ver con gozoso cómo Sofía limpia de mala gana. La tensión que generan ambos es demasiado, parecen un par de divorciados que tienen que verse las caras aunque no quieran, no puedo más con esto.

Indignada me levanté de mi asiento.

—Debo irme, no quisiera incomodar los.-Murmure.

Eso fue suficiente para captar la atención de ambos, Lorenzo dejo de torturar a Sofía para ir detrás de mi. Apenas pude llegar a abrir la puerta del restaurante cuando tomo mi mano bruscamente para arrastrar me de nuevo adentro.

Me solté de el tan rápido como puede para agacharme y cubrir mi cabeza con las manos.—¡No por favor! -Grite a todo pulmón.

—Calmati, calmati. Non ti farò del male - Dijo con sutileza buscando contacto visual y bajando mis brazos tensos.

Abrí los ojos poco a poco, levantando la mirada y encontrando me con sus hermosos ojos azules. Mierda me provoco una extraña especie de amor odio, desde la primera ves que cruzamos miradas me inspiró confianza y curiosidad apesar de claramente ser todo lo contrario. Pero que sea tan déspota con Sofía me quebró, ni lo de New Haven me había hecho sentir tan mal, creo que me mato ver su encantadora mirada transformarse arrogante como la de Jack, con un tono del miedo que provoca papá.

—Andiamo di sopra, cosi ' puoi sdraiarti. Sei stanco e i tuoi nervi sono distrutti.

Llamar la atención no es lo mío pero recibir la de el me gusto, tiene razón tengo los nervios destrozados pero no por el cansancio, los responsables de ello son mamá, papá y sobre todo Jack. Mierda soy tan patética, no quisiera sobre saltarme de todo pero no puedo.

—Signora Ginerva può dare qualcosa a Beatriz.

—Claro, ahora te mando con Sofía mi remedio casero para los nervios. Tu lleva a la pobre a descansar.

Me siento lo suficientemente normal para decir que estoy bien, pero sin importarles lo que dijera me trataron como si estuviera desfalleciendo. Lorenzo me tomo del costado casi al punto de cargarme todo el camino, encuanto entramos al departamento me llevo hacia la recamara, me ayudó a quitarme los zapatos con cuidado para luego recostarme. Volteo y fue hacia su armario, levanté discretamente la mirada para ver qué hacia, pero su enorme y musculoso cuerpo no me deja ver bien lo que hace. Al poco tiempo saco una camiseta negra del armario y se quitó la playera dejando ver un enorme tatuaje que casi le cubre toda la espalda, no estoy segura de que sea o que significa pero me recuerda aquellos animales que con el patrón de sus manchas advierten cuan peligrosos son.

—Creo que si me siento mal, estoy comenzando a sentir demasiado calor y siento como mi corazón se acelera. - Dije en voz baja abanicando me con las manos.

Toc, Toc,Toc.

Se puso rápidamente la camiseta para correr y atender la puerta. Me pare casi detrás de el, para solo quedarme parada de tras de la puerta y ver atraves de una pequeña abertura. Es Sofía y trajo el remedio de la Señora Ginerva, al ver el comportamiento que Lorenzo tiene con ella pensé que lo dejaría y saldría huyendo pero sin en cambio entro muy relajada jugueteando y dejando el remedio sobre la mesita de centro, se inclino de forma muy provocadora y se levantó lentamente moviendo las caderas sensualmente en busca de la atención de Lorenzo.

—Bueno Lorenzo, dime cuándo dejaras de hacerte el difícil y saldrás conmigo. Juzgando por la americana que trajiste Parece que cualquiera es tu tipo menos yo.- Dijo Sofía endulzando su vos mientras acaricia los brazos de Lorenzo.

Pensé que ella al igual que Lorenzo solo hablaba Italiano, pero habla muy bien español.

—Che fai, te l'ho già detto più volte. Sarai bella per gli altri ma sei disgustosa per me.- Dijo para luego alejar a Sofía.

—Maledetto idiota!- Gritó Sofía dándole una bofetada a su hermoso rostro.

El la tomo de las manos fuertemente dedicándole cara de odio para luego volver la en una de asco, la aventó al pasillo y azoto la puerta. Yo corrí devuelta a la cama y me arrope para fingir estar dormida. A los pocos segundos escuché como Lorenzo entraba a la habitación. Se sentó alado mío y puso su mano levemente sobre mi cadera para intentar despertar me, solo puedo pensar en como su enorme mano abarca un poco más de la mitad de mi torso. Intento un par de veces más despertar me pero haberlo visto ser tan visceral con Sofía me aterra, preferí fingir estar dormida hasta que se fuera.

—Saro ' in salotto nel caso avessi bisogno di qualco... Agg, ma che diavolo.- Dijo cerrando la puerta para luego marcharse.

Me levanté de la cama encuanto estuviera segura que no regresaría. Le di un vistazo al remedio pero no me dió buen espina tomarlo, así que abri un poco la ventana y tire el líquido. Me senté en la cama reflexiva pero nuevamente me hipnotizaron los maletines, podría jurar que escuchó que me dicen — Abreme, abreme, abre...me.

No pudo más necesito saber que hay adentro de esos maletines, primero fui a la puerta a escuchar si Lorenzo esta cerca, luego corri hacia aquel pequeño maletín que no pude abrir la ves pasada.

Lo coloque sobre la cama y lo abri lentamente disfrutando de mi travesura. Pero encuanto ví el contenido una ola de escalofríos recorrió mi cuerpo, lo cerré rápidamente para luego colocarlo devuelta en su lugar.

—¡Mierda!, ¡Mierda, ¡Mierda!.- Repetía en voz bajada, cruzada de manos y mientras camino de un lugar a otro en la habitación.

Trato de digerir lo que ví en aquel maletín pero cada vuelta que daba me hace sentir más claustofobica, debería escapar por la ventana o salir corriendo tan rápido que nadie pueda detener me ¡Mierda!