Capítulo 1

2268 Words
Emily: Tengo una vida perfecta. Soy muy rica, tengo una de las mejores familias del país y una de las mejores casas también. Soy hermosa. Todos los chicos están detrás de mí, pero también tengo un novio perfecto. Somos la pareja más conocida del instituto, por lo que muchas chicas siempre intentan algo con él, pero terminan viéndose ridículas. No hay razón por la que él decidiría dejarme por otras chicas. Soy lo mejor que tiene. Y creo que lo más obvio de todo esto es que soy la más popular del instituto. Mañana será el primer día de clases de mi último año, así que habrá una graduación. Y claro que tendré que ir a ella con mi novio. Aunque nadie sabe si tal vez encuentre a alguien mejor este año. De todas formas, ya lo tengo planeado. Todo será perfecto. Idéntico al año pasado. Ya es de noche y me estoy preparando para el día de mañana, aunque no hay mucho que preparar, ya que en el primer día no hacemos nada de clases. Los profesores llegan, se presentan y listo... Nada interesante. Sin embargo, yo amo ese día, ya que es cuando los nuevos conocen a todos gracias a las etiquetas. Está de más decir que recibo demasiadas miradas el primer día debido a que soy la más popular. Nadie lo dice en voz alta, ni nada, mucho menos hay una coronación. Es algo más... Espiritual. Y todos lo tienen claro. Mi bolso ya está listo con una agenda, lápices, maquillaje, dinero para el almuerzo. Mi celular lo tengo en mi mesa de noche y mañana lo meteré en el bolso. Saber que lo tengo todo planeado y controlado me da mucha calma. Mañana es cuando vuelvo a ver a mis amigos, llegamos y nos sentamos en los asientos de adelante y así los profesores creen que escuchamos, pero nos la pasamos mandándonos mensajes aprovechándonos de que ellos no pueden decirnos nada debido a todo el dinero que nuestras familias aportan al instituto. Luego, en el descanso, vamos al patio y compramos el almuerzo. Venden muchas cosas, pero todo sabe horrible, por eso siempre como una manzana o una ensalada, algo que no tenga calorías innecesarias. Finalmente, en la salida, estamos en el estacionamiento, justo en el momento exacto en el que varios alumnos tratan de unirse a nosotros (y terminan siendo rechazados). Mis amigos y yo somos cinco en total: Alex, Ashley, mi novio Caleb y mi mejor amiga Sel. Cada año nos turnamos para hacer la fiesta del primer día. El año pasado fue mi turno y fue la mejor fiesta del año, pero ahora le toca a Alex y será en su casa. Invitamos a todos, incluso a los más antisociales porque el punto de ser popular es que todos te amen, a pesar de que tú los desprecies por ser inferiores. Por suerte, los más antisociales nunca se aparecen. Me acomodo en mi cama y cierro los ojos al mismo tiempo que me pongo mi antifaz para dormir. Pasan unos minutos y cuando por fin siento que voy a poder dormirme, mi celular suena... —¿Hola? —pregunto sentándome en la cama sin quitarme el antifaz. —Hola, Emily, ¿cómo estás? Reconocí la chillona voz en segundos. —Sel, estaba a punto de dormirme. ¿Qué quieres? —Ay, perdón amiga, solo quería saludarte y... —¿Qué te sucede? —separo el celular de mi oído para quitarme el antifaz—. ¡Mañana nos vamos a ver! —Bueno, amiga, no te enojes conmigo. —Okay, Sel, estoy bien. Es solo que hice muchas cosas hoy y necesito descansar. —Ay, pobre, bueno... —suspiró—. Entonces te dejo. Gracias a Dios. —Bye, Sel, besos. Te quiero y estoy muy emocionada por verte mañana. —fingí una sonrisa a pesar de que ella no podía verme. —¡Bye, besitos, Emily! No respondí, solo corté. Me puse a pensar en lo desesperante que es ella a veces. A pesar de que nos hemos visto en las vacaciones, me llama. Entiendo que quiera llamar mi atención y quiera asegurarse de que aún la considero parte de mi grupo. Pero, ¿llamarme antes de dormir? Esa es demasiada desesperación. Solo la tengo que aguantar un poco más... Hasta que acabe el año. Espero que este año llegue una chica nueva para poder reemplazarla. Sel básicamente había arruinado mi sueño, así que me levanté de la cama y caminé hacia mi espejo para mirarme una vez más. Sonreí el verme... Cejas perfectas, labios perfectos, ojos perfectos, uñas perfectas. Yo perfecta. * * * —Ya me voy al instituto, Drake. —Adiós, hermana. Drake es mi hermano menor de diez años. Lo quiero mucho, lo aprecio todavía más y siempre me encargo de que esté bien. Ya sé que siempre doy la impresión de "perra" y... Acepto que lo soy, pero a él siempre le doy otra imagen e incluso admito que soy una persona totalmente diferente con él sin fingir. Me da mucha rabia que a su edad mis padres no estén con él solo por andar de viaje otra vez. Yo a su edad recuerdo haber sido muy mimada y simplemente me gustaría que él tuviera lo mismo que yo tuve, pero no lo tiene, por eso es que yo hago lo posible por él. Drake irá a su escuela en una hora y lo llevara Aída, su nana, quien alguna vez, fue la mía. Cuando regrese del colegio le haré una sorpresa. En la casa hay un cuarto que nadie usa, así que voy a decirle a la encargada de limpieza que lo limpie y cuando esté listo, le diré a otro empleado que coloque unos sofás, su televisión, sus consolas y el resto de sus juguetes. Será su cuarto de juegos ya que él se la pasa "aburrido" y estoy segura de que ahora jugará con más ganas y podrá invitar a sus amigos. Es mejor ahí que en su cuarto. Yo aprecio mucho a Drake, repito. Pero la razón por la que me preocupo tanto por su bienestar es más que nada porque... Yo perdí una hermana. Falleció hace dos años. Su nombre era Christina. Era menor que yo por un año y sí la quería, pero no me relacionaba mucho con ella. No estaba en mi grupo del instituto, pero aún así era popular, lo que me enorgullecía, aunque tal vez fuera popular por ser mi hermana. Ella venía de una reunión con sus amigas y cuando cruzaba la calle, un idiota que estaba conduciendo ebrio la atropelló. Yo justo estaba mirando por la ventana, esperando a que entrara porque mi madre me había obligado a esperarla. Recuerdo haberme molestado por eso, así que dije que se apurara y viniera más rápido de la fiesta. Siempre pienso que sí la hubiera dejado venir a la hora que ella quería... Tal vez ella no hubiera muerto. El día que murió me sorprendió cuan mal me sentí ese día. Nunca había pasado por algo así. Era un dolor insoportable el hecho de que nunca la volvería a ver tratando de imitarme en todo, nunca más pelearíamos por el baño (incluso cuando cada uno tenía el suyo, se podía decir que lo hacíamos por diversión. Al menos había algo que nos unía). Todas esas cosas se habían acabado y fue como si fuego ardiera en mi pecho. La verdad es que Christina no era más que una simple hermana para mí. Yo no me preocupaba por ella, casi nunca hablábamos sencillamente por falta de interés. Solo me conformaba con llevarme bien con ella y listo. Pero cuando la perdí me di cuenta de que ni siquiera tenía un buen recuerdo con ella. Incluso nuestra última conversación había sido una pelea por hacerla venir más rápido de la fiesta. Me carcome por dentro reconocer que nunca supe valorarla. Si pudiera retroceder el tiempo para arreglar las cosas, sin duda lo haría, pero es imposible. Es por eso que Drake es, sin duda, mi persona favorita en el mundo. A él sí lo valoro como debe ser. En cuanto a Christina, aún no lo superó la situación, y no sé cuándo lo haré. Probablemente nunca. Esa la parte de mi vida que nadie conoce, la parte que me hace humana, porque cuando no pienso en eso o cuando no estoy con Drake, soy básicamente una zorra sin sentimientos. Y... Ni siquiera me había dado cuenta de que mis ojos habían empezado a retener lágrimas. Pero ya, Emily. Cálmate. No arruines tu día... Concéntrate... Listo, vamos. Subo a mi auto y me voy al instituto pero antes de llegar me veo en el espejo y me aseguro de que no se hubiera arruinado mi maquillaje. Suspiro. Estoy bien. Llevo el cabello suelto con ondas perfectamente hechas. Estoy bien, me repito a mí misma. Entonces bajo del auto y noto que en la entrada me está esperando mi grupo de amigos. Primero saludo a Caleb. —¡Hola, amor! —exclamo con emoción y le doy un beso. —Hola, ya te extrañaba. —me dice Caleb al separarnos. —Hola, Sel. —saludo acercándome a ella y luego la abrazo. —Hola, Emily. Y perdón por lo de ayer. —responde poniendo cara de cachorrito. —No te preocupes, ya pasó. Nuestra amistad supera todo. —digo solo para que se calme y no siga fastidiándome el resto del día. —Sí, tienes razón. Río mentalmente. Ridícula. —¡Alex!, ¡Ashley! —los abrazo a ambos. Hacerlo es increíblemente aburrido. —¡Hola! —saludan al mismo tiempo. —Bueno, ¿vamos a nuestra primera clase? —pregunta Caleb pasando un brazo por mis hombros. —Sí. ¿Qué clase toca primero? —Sel frunce el ceño después de preguntar. —... Matemáticas. —responde Alex mirando el horario en sus manos. —Ay, odio mates. —murmuro. —No eres la única. —interviene Sel. —Pero no importa, el profesor esta bueno. —dice Ashley—. Así que vamos. —agrega. Puse los ojos en blanco, ella es así. Siempre actuando como si quisiera revolcarse con todos. Sin embargo, yo soy la primera en moverse hacia el aula de Matemáticas. Cuando llegamos, tomamos los primeros asientos a pesar de que unos nuevos los habían tomado antes (botarlos fue fácil). Luego le bajamos volumen a los celulares. —Buenos días, alumnos y alumnas. Mi nombre es Rafeal y les enseñaré el curso de Matemáticas. —saluda el sexy maestro Rafael. Ashley: Se los dije, está bueno. Sel: Tienes razón... Yo: La verdad no está nada mal. Alex: Todavía hay hombres aquí. Caleb: Sí :/ Yo: No te preocupes, amor, tú eres mejor :) Entonces el profesor vuelve a hablar. —Tal vez muchos piensen que este curso será el más complicado y todo eso. Pero no es así, la clave para este curso es... Ashley: Es bla bla bla... Yo: Hahaha cierto. Sel: ¡Bajen el teléfono! ¿Qué? —¡Blare y West! —llama el profesor—. ¿Acaso se están enviando mensajes? Yo soy West, Emily West. —¡No! —exclama Ashley. Yo pongo cara de arrepentida al instante. —Pasen al frente. Internamente quiero matarlo. Los maestros nunca nos hacen esto, pero este es nuevo. Así que hay a tenerle paciencia. Ugh... Me paro y voy al frente al lado de Ashley. —¿Quieren compartir sus mensajes con la clase? —dice el profesor enojado, típico de ellos. Omití una sonrisa y continué fingiendo una expresión apenada. —No nos estábamos envi... —Perdone, profesor. Pero ella me comenzó a enviar demasiados mensajes, lo dejé en vibrador y me incomodaba demasiado así que solo prendí mi celular para ponerlo silencio. —interrumpí mirándolo directamente a los ojos con una expresión coqueta, pero apenada—. Fue ahí cuando usted me vio. Perdón, nos vio. El profesor me mira, piensa un poco y luego habla. —Está bien, West. Siéntese. —asiento, alzo una ceja por un segundo y camino de regreso a mi lugar—. Y usted, señorita Blare, para que aprenda a no enviarles mensaje a los demás dentro de mi clase, tendrá una hora de castigo el viernes. —sentencia el profesorcito. Vocalicé un "uhh" con mis labios—. Siéntese. —¿Qué? Pero... —Siéntese —repite. Ella finalmente decide hacerle caso. Cuando está sentada voltea y me fulmina con la mirada, yo le devuelvo la mirada y me encojo de hombros, restándole importancia al asunto. De todas formas, lo que dije no fue del todo mentira. Ella envió los mensajes primero. Pasan unas cuantas más cosas sin importancia en la clase. Tomé el teléfono otra vez y le envié un mensaje a Caleb. Le aposté que Ashley me haría un drama en el almuerzo. Esta vez me aseguré de que el maestro no me viera, ya que no quería tener que pararme en frente otra vez. Era estresante. —Muy bien, ya pueden retirarse. —indicó Rafael cuando la clase acabó. Me levanto de mi asiento, tomó mis cosas y salgo del aula. Todos estuvieron detrás de mí todo el tiempo, incluso Ashley, lo que no me sorprendía. Nunca importaba cuan enojada estuviera conmigo, ella sabía que siempre tendría que seguirme. Sino... Estaría perdida. Y no porque yo me encargara de eso, sino porque simplemente sin mí... Ella no era nadie. Tomamos una clase más en la que nadie habló por teléfono. Luego, vamos a la cafetería. Todos se sirven sus cosas. Yo tomo una manzana y veo que mis acompañantes femeninas hacen lo mismo. Ellas no cambian. —¿Por qué demonios me echaste la culpa? —pregunta finalmente Ashley. Le di una mirada a Caleb con despreocupación y él asintió dándome la razón. —Lo siento mucho, amiga, pero no podía ser castigada el primer día. Me puse nerviosa. —respondí poniendo la misma cara de cachorrito que le había mostrado al maestro. —¿Y tú crees que yo quería ser castigada el primer día? —Pues no, pero realmente todo lo que dije es cierto. Tú empezaste con los mensajes, Ashley, no lo olvides. Además, el castigo será el viernes, no hoy, ¡podrás ir a la fiesta! Agradece eso. Estaba a punto de responderme, pero de pronto la vi mirando detrás de mí con la boca abierta. —¿Qué ves? —le pregunto. Ella no responde, solo sigue mirando con cara de tonta. Ruedo los ojos y volteo. Entonces lo veo. Vaya. Es un chico. Un chico que no había visto antes. Pero no cualquier chico, ese chico era realmente sexy. Mucho más que el maestro Jackson, y nunca hay nada más caliente que un maestro. A excepción de él. —¿Quién es él? —pregunto con una sonrisa. Veo de reojo que Caleb me da una mirada celosa, pero no pierdo de vista al chico. Sel, quien estuvo callada durante la discusión que Ashley y yo teníamos, habló. —Él... —sonrió—. Es Thommas Darrien.
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