9- Pagué diez millones de dolares por el placer de tu compañía

1805 Words
Amina. Después de cenar, no volvemos a casa. En cambio, un coche nos lleva a través de Londres, a un barrio más antiguo, donde otro aparcacoches uniformado nos espera fuera de otra puerta sin marcar. Esta vez, es una especie de club exclusivo, con una larga zona de bar, cabinas de terciopelo tenues y una clientela joven y elegante. suena música, demasiado alta para hablar realmente, y hay suficiente gente como para que pueda relajarme. Me siento aliviada. Estar a solas con Emiliano es algo peligroso, y después del tiempo que pasamos juntos en la isla, sé que está decidido a seducirme. Necesito mantenerlo a distancia el mayor tiempo posible para que no pierda el interés en mí. Y no perder el control, seducida por su toque magnético. —¿Te gusta? — pregunta Emiliano, al verme mirar con curiosidad a mi alrededor. —Supongo. La verdad es que no me gusta mucho la vida nocturna— miento. He mantenido los clubes Morelli funcionando como un reloj desde el día que cumplí dieciocho años, pero ese era un mundo completamente diferente. Emiliano pide bebidas para ambos en la barra, y luego es interceptado por un par de colegas financieros. —¿Ves a esos tipos temblar por esas subidas de FTSE? — pregunta uno ignorándome. —No estoy preocupado— dice Emiliano encogiéndose de hombros. —Ya he dado suficientes rodeos— —Por supuesto que si— ríe el otro, demasiado ansioso. —Nadie te supera— Me siento allí, escuchando. Intento captar cualquier cosa que pueda serme útil, pero pronto me doy cuenta de que solo son fanfarronerías machistas: los dos chicos intentan impresionar a Emiliano mientras él bebe tranquilamente de su bebida. —Te lo digo; tienes que apostar fuerte por la industria farmacéutica el próximo trimestre— le insta uno de ellos. —Le tengo echado el ojo a Ashford Pharmaceuticals, van a dispararse con un pequeño empujón— —Y nadie folla como esas representantes farmacéuticas— dice el otro con un grito. Tengo que obligarme a no reaccionar a sus comentarios idiotas. ¿Emiliano es amigo de estos imbéciles? —Ashford es una pérdida de tiempo— dice Emiliano, sonando aburrido. —Le eché un vistazo, pero no me impresiona— —Eso es porque todavía están en la fase de prueba de su nuevo medicamento— dice el tipo con entusiasmo. —Tengo información privilegiada de un investigador de allí, van a dejar a todos boquiabiertos cuando anuncien…— Mientras el tipo parlotea sobre su fuente secreta, Emiliano me mira a los ojos y me dedica un pequeño atisbo de sonrisa. Está jugando otra vez. Tengo que controlar mi expresión de nuevo, esta vez para no reírme. Por supuesto. Nunca perdería el tiempo con imbéciles como este a menos que hubiera algún ángulo con el que jugar, así que supongo que les está dando largas para obtener más información, que probablemente usará para darse la vuelta y fastidiarlos. Me pone nervioso darme cuenta de que ya lo conozco tan bien. —Disculpen— murmuro, saliendo de la cabina. Nadie se molesta en reconocerme mientras cruzo la habitación y voy al baño. Es grande y lujoso, por supuesto, como todo en el mundo de Emiliano. Tal vez me acostumbre pronto, pero por ahora, todavía me siento como una intrusa, fuera de lugar debajo de toda mi nueva ropa de diseñador, y si alguien me mira demasiado cerca, quedaré expuesta. Cálmate. Me digo en el espejo. Emiliano lo dijo el mismo, ¿no? No hay lugar para los sentimientos ni las emociones. Necesito dejar de pensar en mí misma como un pez fuera del agua. Eres una asesina, tras la líneas enemigas. Los cubículos están separados de los lavabos, pero mientras me vuelvo a aplicar el lápiz labial, escucho una voz que me llama. —¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — Frunzo el ceño y me giro en dirección a los puestos. —Eh… ¿sí? — —Oh, gracias a Dios. Por favor, dime que eres una mujer mejor preparada que yo y que tienes un tampón en tu bolso. Incluso usaré una compresa si es necesario— Sonrió. —Déjame revisar— Mi bolso es pequeño, así que no tardó mucho en encontrar un solo tampón que guardé en un bolsillo lateral en caso de emergencia. —Tengo uno— digo, adentrándome más en la sección donde están los cubículos. La mano de una mujer sobresale de debajo de uno de ellos, y me acerco a ella, entregándoselo. —Gracias a Dios. Eres una verdadera salvavidas. ¿Lo sabías? — —Solo llame supermujer— —Bueno, soy Lulu— dice la voz. —Amina— digo. Me doy la vuelta para volver a los lavabos cuando se suelta la cadena del inodoro y se abre la puerta. La mujer que sale es una pequeña rubia más o menos de mi edad. Lleva el mismo tipo de atuendo elegante que las otras mujeres aquí está noche, pero su cabello es una masa de risos rubios y hay un brillo vivaz en sus ojos. —Bueno, Amina, creo que te debo una copa. Y a mi primogénito. No tengo muy claras las reglas del código femenino— Sonríe, amigablemente, y no puedo enviar devolverle la sonrisa. —Está bien— me río. —En ambas cosas— por mucho que me gustaría charlar con una posible nueva amiga, no puedo perder de vista mi propósito aquí. —Sera mejor que vuelva a mi…cita— —¿No te vi entrar con Emiliano Wilder? — Hago una pausa. —¿Lo conoces? — —¿Quién no? — Lulu pone los ojos en blanco, sonriendo. —El hombre es como el soltero más codiciado de Londres. No, en serio, la Gazette hizo una lista completa de clasificaciones, salió en primer lugar— —Estoy segura de que estaría encantado— respondo secamente, y ella se ríe. —Entonces, ¿Cómo es? — pregunta Lulu, con los ojos muy abiertos. —Siempre me he preguntado si realmente es tan despiadado y serio como todos dicen. ¿O es un blando, debajo de esos trajes de diseñador? — Hago una pausa y pienso mi respuesta. La mujer parece agradable, definitivamente amigable, pero hay algo detrás de sus ansiosas preguntas. Como si no fueran tan casuales como ella lo hace parecer. Debería reconocer las señales. He estado actuando un papel durante los últimos días. —Es impaciente— digo vagamente. —Así que mejor vuelvo con él. Fue un placer conocerte, sin embargo— —¡El placer es mío! — Lulu sonríe, sin parecer molesta por mi respuesta. —¡Y gracias de nuevo, te debo una! — Regreso al club. Está empezando a haber más gente, y me abro paso entre la gente para volver con Emiliano. Estoy a mitad de camino del salón cuando un tipo al azar me agarra del brazo. —Hola cariño— Me mira de forma espeluznante de pies a cabeza. —¿Te invito una copa? — —No, gracias— digo rotundamente, intentando esquivarlo. Me sigue. —Aww, vamos. Relájate un poco, ¿Por qué no? — —Otra vez, no, gracias— Lo fulmino con la mirada. El solo se rie, deslizando un brazo a mi alrededor y moviendo su mano para descansarla en mi trasero. —Difícil de conseguir, me gusta— El presiona. Hijo de puta. Me doy la vuelta, lista para estrellarte la cara contra la superficie solida más cercana, y demonios, tal vez pisotear su diminuta pollas por si acaso, cuando veo un destello de movimiento al otro lado de la habitación, Emiliano, directamente hacia nosotros. Y entonces recuerdo: Se supone que soy indefensa. Inocente. No la chica que se crió en barrios malos, diciéndole a los imbéciles exactamente donde podían metérsela. Así que solo le doy un pequeño empujón en el pecho al tipo. Lo cual, por supuesto, no hace nada, excepto hacerlo reír. Su mano permanece apoyada en mi trasero hasta que Emiliano está a mi lado, más rápido de lo que hubiera creído posible. De inmediato, el tipo retrocede. —Mierda, Wilder, lo siento— tartamudea, al ver la mirada asesina de Emiliano. —No me di cuenta de que estaba contigo— ¿Y manosearme habría sido un objetivo legítimo? Encantador. —Lo está— Emiliano es gélido, moviéndose casualmente entre nosotros. Me rodea con un brazo posesivo. —¿Y tú eres? — —N-nadie— —Bueno, señor Don Nadie, me temo que tu pequeña y monótona vida está a punto de volverse aún más interesante— La voz de Emiliano es baja, pero mortal. Se acerca, amenazante sobre el tipo, que prácticamente tiembla en sus mocasines de diseñador. —Porque intentaste tomar mi propiedad, ahora voy a tomar la tuya. Tu trabajo, tu casa, tu patética excusa de autoestima. Me tomará solo dos minutos destruir todo tu mundo. De hecho, ni siquiera me molestaré personalmente, haré que un asistente lo haga. Y cuando te quedes con toda esa nada, los restos de todo lo que alguna vez intentaste construir, quiero que te preguntes: ¿Valió la pena? ¿Tocar algo que nunca podrías esperar poseer? Eso espero— El hombre se queda boquiabierto, aterrorizado. Emiliano se vuelve hacia mí, tan casual como si acabara de encontrarse con un viejo amigo. —Vámonos— Me quedo en silencio durante el viaje en coche de vuelta a su casa, con la mente acelerada. Solo ha pasado una noche con Emiliano., pero me ha dicho mucho. Este hombre es tan despiadado y autoritario como pensaba, y ejerce ese poder como un arma. Sin dudarlo. Listo para socavar y destruir a cualquiera que se atreva a traicionarlo. No le preocupé cuando ese tipo me puso las manos encima. Se sintió ofendido porque cualquiera se atrevería a intentar a tomar algo que le pertenece. ¿Es eso lo que pasó con Milo? Me pregunto. ¿Ofendió accidentalmente a Emiliano de alguna manera y se vió envuelto en sus juegos de cartas? ¿O era solo un peón en un juego mayor, una forma de lastimar a Nero, de enviar el mensaje de que Emiliano podía destruir a quién quisiera? Todo el camino a una muerte prematura. De vuelta en la casa, no puedo esperar a alejarme de él y caer en la cama a dormir, pero Emiliano me detiene en las escaleras. —La noche aún no ha terminado. Ven a tomar una copa conmigo— —Estoy cansada— retrocedo. —Si, pero pagué diez millones de dólares por el placer de tu compañía, y planeo disfrutarlo— Emiliano me mira con un sonrisa fría e ilegible. —Una copa— exige. Solo espero que eso sea todo lo que quiera de mi esta noche.
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