Elena llegó hasta la oficina, era una oficina grande e imponente. Ella había pasado hasta la casa para poder cambiarse, no quería verse fuera del lugar, eso sería un poco desagradable.
Al poner un pie adentro sintió como todo lo que había visto en clases y todo lo que… por lo que ella estaba estudiando, le dejaba claro que simplemente valía la pena todo esto.
Ella preguntó por él, Christopher no dio mayor información tan solo le indicó en dónde era y ya, ella en realidad no quería decepcionarlo, pensar de que estaba cumpliendo el sueño de muchos de sus compañeros era algo que no podía creer tan fácil. La condujeron hasta la oficina al entrar allí ve un hombre sin saco hablando por teléfono mientras que discutía algunas cosas sin sentido ella se acercó y lo vio allí… no quedaba nada de su profesor, por el contrario en estos momentos podía notar que él era más que eso, él la miró y le hizo señas que esperara y continuó hablando.
Elena dio un último vistazo a la oficina, se sentía completamente emocionada, en realidad era un logro que le encantaría presumir ante todos, Christoper colgó la llamada y la miró, pasó saliva, se había cambiado de ropa y no podía evitar pensar lo fácil que sería levantar esa falda y poder entrar en ella, tenerla allí sobre la mesa lista y dispuesta para él.
Él le dio una mirada escaneando la de arriba abajo su mirada se oscureció y eso era cuando una mujer le gustaba, le atraía sexualmente, le era difícil poder disimularlo, sin embargo necesitaba tiempo.
—Señorita Taylor —ella se puso de pie rápidamente, pero en ese momento sus pies sufrieron un colapso nervioso y ella perdió el equilibrio, pero Christopher la sostuvo con fuerza evitando que ella cayera, sus labios quedaron muy cerca y el calor empezó a subir por sus cuerpos.
Ella se soltó de su agarre y planchó con sus manos la falda, le dio una sonrisa sincera y se ubicó a su lado..
—Muchas gracias por darme esta oportunidad, le aseguro que no se va a arrepentir —ella dice entre sonrisas.
—Eso espero, que no me haga arrepentir de haberla contratado. Puede ubicarse en ese escritorio, necesito que revise los casos que le voy a presentar y me los acomode según importancia, no me gusta perder el tiempo con casos que no tienen sentido, le queda claro —él habla completamente rápido y en este momento sin mirarla. Ella mueve su cabeza rápidamente dejando claro que entendió y luego se ubica en la mesa y comienza a revisar. Cristopher se hace en su escritorio , revisa la carpeta que tiene al frente.
Toda la información de ella, información de la vida de Elena en todo sentido.
Él repasa todo lo que dice aquellas hojas y sube la mirada, Elena en su puesto completamente concentrada muerde inconscientemente sus labios sin saber lo que está despertando al otro lado de aquella oficina.
Christopher intenta mantenerse lejos, mantener la distancia con ella.
Elena miraba de vez en cuando la mesa de él, sentía admiración y no podía negar que se veía mucho más guapo de lo que se veía en la universidad.
La mirada de ella lo recorría por completo. Y si, Elena estaba enamorada por decirlo así de alguien más. Pero eso no le quitaba nada de admirar al hombre que tenía enfrente.
Los días pasaron, Elena lleva aproximadamente tres semanas trabajando para él y algunos de los días ni siquiera lo veía, mientras que los otros días, el contacto accidental entre ellos hacia que todo fuera más intenso.
Y los días que él iba ni siquiera llegaba a ese lugar y cuando decidía aparecer procuraba no dirigirle la palabra a ella como si ni siquiera la soportara y eso viene mal así a que Elena se sintiera un poco confundida y fuera de lugar.
Ella deja de nuevo la carpeta que tuvo que corregir sobre el escritorio de su jefe y abre el cajón para dejar las cosas allí, hasta que encuentra algo que llama su atención. Elena observa unas esposas con un borde amoblado, ella las toma entre sus manos y le es inevitable pensar que hace eso allí y la pregunta qué más le da curiosidad ¿Qué hace su jefe con ese tipo de objetos?
Ella se sobresalta al escuchar como la puerta de la oficina se cierra bruscamente.
—Señor no lo esperaba aquí hoy —dice ella escondiendo las esposas detrás de su cuerpo.
Christopher que llevaba una barba de unos cuantos días deja su maletín a un lado y camina peligrosamente hasta donde ella.
—Es mi oficina y no sabía que tenía que pedir permiso para poder llegar —él dice con un tono de voz ronco, ella niega su cabeza rápidamente.
—No, no estoy diciendo eso. Lo siento, pero es que me sorprendió porque llevamos muchos días en que no nos vemos.
—No podía venir, estoy intentando tener fuerza de voluntad y venir hasta aquí se me hace imposible —ella arruga sus cejas—. No Me va a preguntar por qué… ¿Por qué no podía venir?
—No la verdad eso no es algo en de mi incumbencia
—En realidad si, no he venido por su culpa —él dice con mirada fría y penetrante.
—No entiendo, acaso hice algo mal, porque he hecho todo lo mejor posible. Es más, salgo de la universidad directamente hasta aquí para no tener alguna queja.
—No, no entendido desde el primer momento en que la vi me gusta —él dice y ella abre sus ojos de par en par—. Pero no se equivoque, no me gusta de la forma que usted cree, me gusta para tener sexo, sexo fuerte—, ella estaba con su boca completamente abierta no podía creer lo que estaba escuchando nunca pensó que alguien le fuera a hacer un tipo de proposición así.