Elie escuchaba a su suegra, la charla era solo para como siempre dejarle claro a Elie que Damián era un chico que cualquiera desearía como su esposo.
Elie sabía que su trabajo era escuchar pacientemente a Hanna, que repetía la misma charla como si quisiera que Elie aprendiera de memoria la suerte que tenía de estar con su hijo.
— Mi hijo es muy apuesto mi querida Elie, sabes la suerte que tienes de que te haya aceptado como su pareja, las cosas van muy bien, y te aseguro que cuando él te proponga matrimonio tu vida cambiara.
La mujer frente a Elie intentaba así como lo hacían los padres de la joven, meter en su cabeza la idea de la perfecta vida al lado del hombre que según ella, era el mejor prospecto de la ciudad.
En estas citas normalmente Elie como siempre guardaba silencio, aceptando las palabras de la mujer, sabía cuál era su papel en todo esto, había sido criada para ser la mujer perfecta, no podría manchar el nombre de su familia echando las cosas a perder.
— Ten por seguro que vivirás muy feliz, cuando una mujer se casa con un hombre como Dami, tu deber es darle hijos, criarlos, cuidar de tu esposo y jamás dejarlo en un mal papel en sociedad, lo último sé que lo sabes a la perfección, tus padres invirtieron mucho dinero en tu educación.
Elie asintió y respondió a lo que parecía mas una pregunta por parte de quien seria su suegra toda la vida.
— Si, mi madre se ha esforzado para que esté preparada para cada situación, incluso tome clases de cocina, si algún día Damián desea algún platillo, como su esposa poder complacerlo.
La mujer sonrió complacida, amaba a su hijo, Damián siempre había tenido lo que deseaba, jamás escucho un no por respuesta, era el típico niño rico que creció sabiendo que tendría lo que deseaba en la vida con solo pedirlo.
— No sabes cuando me complace escucharte querida, mi Dami se merece lo mejor, claro tú también lo tendrás, jamás te faltara nada, pero cuando te casas con un hombre tan importante como lo será Dami, aprender a ver tu lugar, él debe ser tratado siempre con cariño y paciencia, como mujeres nos toca esperar incluso hasta muy tarde cuando tienen alguna reunión de negocios, o estar solas al cuidado de nuestro hogar cuando viajan lejos, pues lo que hacen es para nosotras también, la clave del éxito de una pareja es la paciencia de las mujeres.
Elie pensaba en algo mientras escuchaba a Hanna, ¿A caso ella pensaba que aún no le había quedado claro a Elie lo que significaba ser la esposa de Damián? Siempre tenían la misma conversación, dejaba muy en claro que su hijo tenía que ser bien atendido, pero ella lo sabía, sus padres también se lo decían a diario si era posible, en su cabeza se había quedado clavada esa idea, la esposa perfecta, esto lo hago por él, siempre le repetían lo mismo una y otra vez desde que era pequeña.
Es como cuando un niño nace, le enseñas lo que esta bien y esta mal, él comprende que si toca el fuego va a quemarse, si no se protege del frio enfermara, así a Elie se le había enseñado cuál era su prioridad, que era lo que seria ella en la vida.
Lo que esa mujer no sabía era que su hijo no había aprendido como Elie cuál era su lugar, su trabajo, lo que tenía que hacer por la familia.
— Si, yo comprendo, sé que debo hacer las cosas por Dami, lo quiero mucho, es tan respetuoso, todo un caballero, así que no tiene de que preocuparse, sé cuál es mi lugar, me lo han dejado claro desde que nací, le aseguro que no seré yo quien de algún problema.
La mujer estaba feliz, Elie era la nuera perfecta, atenta, cuidadosa, cariñosa, el mismo Damián siempre o decía, era respetable, el mismo había intentado en alguna ocasión tener intimidad con ella, no era ciego, Elie era preciosa, pero recordaba las palabras de su padre y madre en la cabeza, tienes que cuidar su virtud hasta el día que sean marido y mujer, a menos claro, que ella intentara romper con el compromiso, harían las cosas de otra manera, Damián la forzaría a estar con el para que ella no tuviese otra opción, no eran buenas personas, lamentablemente eso Elie no lo sabía.
El móvil de Elie sonó y al ver le comento a su suegra que era una llamada de Damián.
— Es Dami..
Dijo Elie, su suegra sonrió y le comento que iba al tocador, lo hacía para dejarlos a solas y que charlaran.
— Aló.
Contesto Elie a Damián.
— Buenas tardes Elie, quería confirmar la cena de esta noche, pasaré por ti a las 8.
Las llamadas y charlas entre ella y Damián siempre eran así, no había un te amo, un hola preciosa ¿cómo estás? Él siempre era correcto con ella.
— Si, por supuesto, estaré lista.
Damián como siempre parecía ocupado así que se despidió.
— Bien, nos veremos esta noche, adiós.
Y colgó el móvil, Elie en ocasiones intento ser mas cariñosa con él, no tan formal, pues serian esposos, pero eso no parecía funcionar, la última vez ella le dijo un dulce te quiero Damián, pero el solo beso su mano y la ayudo a subir al auto para ir a casa, ese día ella comprendió que quizá a Damián se le dificultaba demostrar sus sentimientos, así que decidió no volver a hacerlo jamás.
Se quedó observando el móvil que marcaba el fin de la llamada con Damián, solo pensativa, si así seria toda la vida, pero parecía que si, que así seria.
— Y bien, ¿Cómo fue la llamada?
Decía entrometiéndose un poco.
Pero Elie sabía que decir siempre para no entrar en detalles.
— Todo bien, Dami como siempre un caballero, iremos a cenar esta noche.
Hanna complacida pidió enseguida la cuenta.
— Bueno pues en ese caso, no te quito mas tu tiempo, mi hijo no debe esperar, así que ve a casa a arreglarte mi querida Elie, nos veremos después.
La mujer se despidió con un beso que ni siquiera llegaba a tocar la piel de Elie, mera cortesía, el conductor escolto a Elie a la salida mientras pedía el auto, ella se quedó un momento pensativa, no tenía muchos ánimos de salir esa noche, tenía su periodo, pero si Damián le había hecho una invitación ella no podía desairarlo con una negativa.
— Por aquí señorita.
Decía el conductor sacando de sus pensamientos a Elie.
Camino hacia el auto mientras el hombre vigilaba y cerraba la puerta, ella se quedaba pensativa, meditando su vida, pero por mas vueltas que siempre le daba, terminaba por dejar de pensar y aceptar su destino.
Al llegar a casa subió a su habitación, su madre le había dejado un hermoso vestido de gala sobre la cama, era precioso, color durazno con hermosos y delicados brillantes, sin tirante y corte corazón, tenía una figura que era perfecta según las normas de sociedad, delgada, fina y sofisticada.
Maquillaje ligero y perfecto, joyas a juego sin ser exageradas, sabía combinar a la perfección un atuendo.
Cuando estuvo lista se quedó frente al espejo, era bonita la imagen frente a él, pero esa sonrisa jamás había sido natural, no recordaba la última vez que pudo reír tan natural, esas sonrisas eran fingidas, todas las que les dedicaba a quien pudiera verla, pero deseaba algún día poder reír feliz, sentirse llena, pues ahora mismo una parte de ella estaba vacía, no comprendía el porqué exactamente, debía agradecer la vida que tenía, pero quizá era egoísta, deseaba mas libertad, soñaba cada día con que al casarse quizá pudiera tener mas decisión de su vida.
— El conductor espera por ti niña, ¿Qué haces?
Elie dejo sus preguntas para después, ahora tenía que cumplir con la cena, pues ya Damián debía ir en camino hacia el lugar.
— Lo siento, tengo algo de malestar en el estómago por mi periodo madre, lo siento.
La mujer no era amorosa, otra quizá le habría recomendado beber un té, tomar una píldora, no salir para que descansara, pero no ella, Camil no sentía quizá esa preocupación por su hija.
— Son cosas naturales de las mujeres, lo sabes, eso no debe detenerte para cumplir con tus obligaciones.
Elie asintió y comenzó a caminar, no dijo nada, se quedó en silencio intentando poner buena cara a la situación.
Bajo las escaleras y vio a su padre, el hombre no le hizo ningún comentario sobre su apariencia, por el contrario la veía fijamente y con seriedad absoluta le dedico unas palabras.
— Sabes como comportarte, así que no hagas tonterías, tu apellido jamás debe ser manchado.
Elie asintió, una parte de ella se ponía tan triste al no tener un abrazo, un beso antes de salir, un ¡Cuídate!
Pero en su lugar le dejaban claro que no deseaban que hiciera algo mal que dejara a la familia mal parada ante nadie.
Ella caminó hacia el auto mientras como siempre el conductor la ayudo a subir.
En el camino Elie veía por la ventana, dejo de pensar, pues eso solo le provocaba mayor confusión.
— Esta noche se ve muy linda señorita, ¿Es una noche especial?
Elie sonrió al escuchar las palabras de aquel hombre que en pocas ocasiones hablaba, ella se giró y una sonrisa se asomó por los labios de la joven que ahora se sentía tan bien.
— Muchas gracias, pues solo cenaremos mi novio y yo, quizá alguna buena nueva si hay suerte.
El hombre le dedico una sonrisa a Elie y le dijo con simpatía.
— Siempre hay que disfrutar cada día de la vida, sabe, es muy corta, los humanos vivimos tan poco, se nos va de pronto y un día ya estas a punto de cumplir los 50, te preguntas que hice en la vida, yo soy feliz, tengo buenos hijos, amo a mi esposa, una vida maravillosa en familia, algún día usted lo vivirá y sabrá las Bendiciones que traen los hijos a la vida.
Elie escuchaba al hombre, quizá tenía razón, tal vez no había nada de que preocuparse, ella quizá se casaría con Damián y podría vivir la vida que eligiera, viajaría con su esposo, tal vez la vida de casada no seria como la que ahora vivía, tenía la esperanza de que al casarse las cosas cambiarían.
Al llegar entro al lugar como siempre custodiada por su conductor y seguridad, algo tan extraño porque comenzó a ver mesas vacías, pensó que quizá se había equivocado, pero no fue así, al fondo estaba un hombre tocando con un violín, Damián se puso de pie y se acercó a tomar su mano, la guió hacia la mesa y ambos tomaron asiento, Elie pensaba que quizá la noche había llegado, tal vez le propondría matrimonio esa noche....