Damián le tenía una sorpresa a Elie, ella estaba emocionada, quizá había llegado el momento de comprometerse.
— ¿Te gusto la cena? Cerraron el lugar solo para nosotros.
Decía Damián a Elie.
— Si, todo estuvo delicioso, pero ya no puedo mas, es demasiado.
Elie comía muy poco, y eso no le molestaba a Damián, las mujeres debían cuidarse, no quería que ella subiera de peso, se vería mal, odiaba ver cuando una mujer se descuidaba.
— Bien, hoy es una noche especial, sé que tenemos ya casi dos años juntos, y que se espera mucho de nosotros, yo...
Pero antes de que Damián continuase hablando, una voz se escuchó tras ellos.
— ¿Qué no hay nadie que atienda en este lugar?
Elie se giró al tiempo que la mirada de Damián se posaba en la entrada del lugar.
— ¿Isis?
Pregunto Elie con voz alta, ¿Pero qué hacia ella en ese momento ahí?
— Disculpe madame, el lugar esta cerrado, es una fiesta privada.
Le decía uno de los camareros a la chica que ahora veía con una sonrisa a la pareja al fondo del lugar.
— Dios, esto debe ser una broma, Elie Dimou y Damián Nikolo, pero que sorpresa verlos aquí...
Ella sin importar que el hombre la guiaba hacia la salida camino hacia los novios.
— Estamos en medio de algo importante, así que si nos disculpas...
Decía Elie, pues Isis jamás le había caído bien, era una mujer sin escrúpulos, que era famosa entre las jóvenes de sociedad por haberle quitado el novio a mas de una, sus padres le permitían hacer lo que deseaba, no les interesaba.
— Pero dime ¿Dónde están tus modales Elie?
¿A caso no me invitarán una copa al menos, ya que llegue aquí por accidente, y con bastante apetito.
Damián se puso de pie y le acerco una de las sillas, Isis con una sonrisa como triunfal observo a Elie.
— Pero Dami...
Dijo Elie, Damián la observo y le dijo como si no fuese nada.
— Bueno, ella esta aquí, dejemos que cene algo, que clase de personas seriamos si le negáramos alimentarse a alguien.
Elie lo veía con asombro, pensaba que esa noche seria especial, pero eso apenas comenzaba, esa mujer se quedaría con ellos en la velada.
— Supe que cerraste un gran trato fuera, ¿Cómo te fue?
Damián carraspeó y asintió.
— Si, yo, salí unos días, por trabajo, pero todo salió bien, gracias por tu interés.
Elie solo veía a su alrededor, la compañía de esa mujer no le agradaba, así que deseaba que los dejara solos, pero eso no paso.
— ¿Por qué estás tan seria Elie, no me digas que te molesta que esté aquí?
Pero Elie tenía muchos cólicos, el estómago le hacía una mala jugada.
— No, por supuesto que no, gracias por obsequiarnos tu agradable compañía, es solo que mi estómago no se siente bien, disculpen.
Elie fue hacia el tocador, su rostro reflejaba el malestar que tenía, lo mejor seria irse, al final Damián no parecía querer hablar sobre la charla que tenían antes de la llegada de Isis.
Cuando regreso vio como esa mujer le decía algo al oído a Damián, él se puso de pie al ver a Elie y le dijo a Isis.
— Gracias por acompañarnos, te dejamos en buenas manos, tenemos que irnos.
Damián se despidió al igual que Elie de Isis, dejándola en el lugar, él acompaño a su novia al auto.
— Veo que te sientes mal, así que lo mejor es que vayas a descansar, iré a casa también, mañana tengo trabajo.
Elie y su novio se despidieron como siempre con un beso en la mejilla, ella lo observo, deseaba preguntarle sobre el compromiso, pues estaba segura de que hoy lo haría, pero no fue así, y no tuvo el valor de preguntarle por ello, se vería sumamente mal hacerlo.
El malestar empeoró en el camino, llego a casa y su madre la esperaba, le contó lo sucedido y la mujer resoplo.
— ¿Qué? ¿Pero entonces no hablaron?
Elie le contó que Isis llego al lugar, que no pudieron negarse a que cenara algo, seria mal visto, y al final Damián la envió a casa, pues tenía un malestar.
— Seguramente estuviste quejándote por ello te envió a casa.
Pero Elie se negó.
— No, yo no...
La mujer furiosa la envió a su habitación.
— Ve a tu habitación, espero que mañana le llames y te disculpes, pobre Damián, con solo ver tu rostro puedo saber por qué decidió enviarte a casa.
Elie se sintió tan mal, aunado con su malestar parecía sin desearlo haber echado a perder las cosas, pero no fue así, esa mujer llego y Damián se detuvo mientras hablaba.
Solo había sido mala suerte quizá.
— Dios, no podre dormir esta noche...
Decía Elie así misma, bajo a la cocina y busco uno de los tés que Agatha le preparaba, para su buena suerte aún había.
Bebió una taza y pocos minutos después su estómago comenzó a relajarse, logro esa noche conciliar el sueño gracias a uno de los remedios que su nana le había heredado, debía ir a una tienda naturista a buscarlo, pues quedaba muy poco.
Por la mañana salió de su habitación como cada día, sus padres salían de su habitación y juntos fueron hacia el comedor, pero esta vez Elie recibiría una fuerte reprenda de su padre.
— Eres una insensata Elie, como es que preocupas de esa manera a tu novio, anoche era especial, él te pediría al fin que fueses su esposa, era el momento perfecto, y al verte se sintió muy mal, parecías enferma.
Damián le había contado a sus padres aquella noche que Elie parecía enferma, que decidió dejar para después la propuesta, eso fue lo que invento para ocultar lo que realmente sucedió.
— Pero yo no....
Sus padres ni siquiera la dejaban hablar, para ellos las palabras de Damián eran mas importantes que las de su propia hija, pues al final él seria quien tendría también el título de la familia.
— Dios, porque no nos dio un hijo, las cosas serian tan distintas, siempre terminas siendo una decepción para nosotros Elie, confiamos en que eres una adulta y te comportaras a la altura, pero siempre lo echas a perder.
Elie de pronto sintió tantas ganas de llorar, sus padres no confiaban en ella, no había hecho nada malo, Damián pareció arrepentirse, pero de decir algo así la única a la que lastimarían seria a ella, era mas creíble lo que él decían que lo que ella podría decir.
Como siempre lo único que podía hacer era disculparse, nada de lo que dijera cambiaría la percepción que sus padres tenían de ella ahora mismo.
Después de la reprenda subió a su habitación, ni siquiera pudo tomar el desayuno, su estómago seguía contraído, le pidió a una de las doncellas prepararle una de las infusiones que Agatha le preparaba.
Tomo como cada día sus clases, ella estaba mejor, aun que cuando llegaba su periodo siempre le hacía esas jugadas, pero su madre le restaba importancia, decía que eran cosas normales, que no debía hacer escándalos por cosas como esas, que eran la maldición de una mujer, lo que te preparaba para el día que dieras a luz a tus hijos.
— Pareces un poco perdida, ¿Estás bien?
Pregunto la chef que preparaba con Elie el platillo del día.
Elie se sorprendió, estaba perdida entre sus pensamientos tortuosos, pero le resto importancia, no podía quejarse, mucho menos con una de las profesoras, que seria de ella si su madre se enteraba de lo que le sucedía.
Pero había encontrado a otra persona amable en su camino, la chef parecía comprender que Elie hacia todas esas cosas porque sus padres lo deseaban, no era quizá porque ella hubiese tomado la decisión de hacerlo.
— Si, yo estaba recordando algo, discúlpeme profesora.
Pero la mujer de no mas de 35 años le hace una pregunta a Elie.
— Te haré una pregunta Elie, y quiero que seas totalmente honesta conmigo, ¿Está bien?
Elie parecía no comprender, que podría preguntar esa mujer, si apenas habían socializado, se concentraban en cocinar solamente.
— ¿Por qué razón tomas estas clases? ¿Es porque te gusta la cocina? ¿Estás interesada en una carrera? ¿O es porque tus padres lo decidieron? Sé honesta por favor.
Elie no sabía si confiar en ella, al final era contratada por sus padres, si decía algo indebido quizá la castigarían por ello.
— Yo.... Me agrada la cocina, quiero ser una buena esposa, así que es bueno que aprenda sobre cocina para complacer a mi familia....
Pero esa respuesta no parecía real, mucho menos correcta, Elie bajaba la mirada, no podía evitarlo, tenía mucho temor de decir algo que hiciera enfadar a sus padres.
Pero la profesora Anita Rilch, la chef que le había estado enseñando sobre cocina tomo sus manos.
Elie temblaba, la mujer se dio cuenta y como por acto protector le dio un abrazo, una de las empleadas al verla las dejo solas, todos ahí apreciaban a Elie, pero nadie podía acercarse, mucho menos consolarla, la chica salió a hacer limpieza en la puerta de la cocina por fuera, cuidando que nadie molestara a Elie y a esa mujer que parecía ignorar la petición de la señora Dimou, no socializar con su hija.
— Ven, siéntate un momento conmigo Elie.
Elie no sabía si hacía bien, pero ese abrazo la había dejado tan asombrada que no podía decirle a su cuerpo que hacer.
Tomo asiento frente a la mujer y la veía a los ojos, buscando si en realidad se preocupaba por ella.
Recordaba una mirada similar, cuando su nana la veía intentando que ella dejara salir las tristezas cuando había alguna injusticia en su contra.
Elie observo a la mujer y respiro profundamente.
— Te aseguro que no estoy aquí para juzgarte, solo quiero conocerte, me gusta saber sobre mis alumnos, y tú eres alguien que merece la pena escarbar un poco para conocer.
Dime la verdad, ¿Haces esto solo para complacer a tus padres verdad?
Elie se quedó en silencio un momento, pero al final solo asintió con la cabeza, algo en ella le daba algo de confianza, algo que hacía tiempo no tenía.
— No deseo tener problemas con mis padres, lo mejor será terminar...
Pero la mujer insistió.
— Tranquila, nada de lo que digas saldrá de esta cocina, solo quiero que sepas que puedes confiar en mí, si algún día necesitas algo, si puedo ayudarte con cualquier cosa, solo llama.
Ella le tendió una tarjeta a Elie con sus datos, tenía su escuela a las afueras de la ciudad, ella le comentaba a Elie que si algún día quería hablar sobre cualquier cosa, con gusto la escucharía.
— a partir de hoy tienes una nueva amiga...
Le decía con una sonrisa, Elie no sabía porque lo hacía, pero lo agradecía, hacía mucho que nadie la hacía sentir tan cómoda, esta mujer frente a ella parecía tan amable.
—¿Por qué hace esto por mí?
Pregunto Elie, la profesora acaricio su mejilla y le dijo sinceramente.
— Porque tengo hijos, y creo que tú eres una chica a la que le ha hecho falta amor, veo el trato de tus padres, es algo frio, pero tienes que saber algo Elie, no tienes que hacer nada por obligación, tú eres una adulta, puedes tomar tus decisiones...
Pero no podía, Elie le tenía tanto miedo a su padre, a que si ella escapaba alguna vez el la encontraría y la obligaría a regresar con menos derechos de los que ahora tenía.
Aun así agradeció a la profesora y siguieron con el platillo.
Elie no dejaba de ver a la mujer, pues al menos había tenido un respiro, un momento....