Mala elección en la eternidad

1595 Words
Salgo sin ninguna respuesta y encuentro a Viviana todavía en la cama. Me mira y yo sigo al guardarropa a sacar la ropa que me pondré en el día de hoy. Me alisto y le doy un beso. _ Trata de dormir un poco más anda. _ le digo y me voy, sin ni siquiera tomar café. Cuando tomé el teléfono todavía no tenía respuesta de Emily. Entré al auto y conduje hasta a la oficina, pensando en qué hacer para que ella quiera hablar conmigo y poder aclarar las cosas. Llegué y allí estaba mi secretaria como siempre puntual. _ ¡Buenos días, Carla! _ ¡Buenos días, Señor Van Dalen! _ Podrías traerme un café bien cargado por favor? _ Enseguida Señor. Cuando entré a mi oficina, me invadieron los recuerdos del día anterior. Confieso que el temor que sentí, al ver que Emily se iba, sigue en mi pecho, y se incrementa más a medida que pasa el tiempo y no se de ella. Y es que siempre la veía irse. Siempre sin mí. Ese miedo a perderla que siempre tuve cuando éramos adolescentes, por lo cual preferí nunca confesarle mi amor. Pero que, a pesar de todo, la perdí. ¿Y si ese miedo se hacía realidad otra vez? ¿Y si se va y no volvemos a vernos más? Tal vez no podré confesarle nunca lo que siento, y tendré que vivir así toda la vida, pero no quiero perderla. Será como antes si eso quería ella. Mejor ser amigos que nada. Carla me trajo el café y los informes del día. Y luego se marcha, Dejo todos los documentos de lado y tomo el teléfono. Era muy temprano todavía. Quería llamarla. Necesitaba saber de ella. _ Emily por favor llámame. Necesitamos hablar. Por favor_ Dejé un mensaje. Emily Era ya bastante tarde cuando al fin me quedé dormida. Y por eso, desperté también tarde. Tenía el teléfono apagado para no verme tentada a responder las llamadas de Noah. Pero necesitaba saber de Favio así que lo encendí. Tenía 17 llamadas perdidas de Noah, y un mensaje. Quería llamarlo, creo que es lo correcto. Debemos aclarar las cosas, pero ¿¡qué le voy a decir!? Entonces le respondí a su mensaje. _ No hay qué decir Noah. Prefiero que lo dejemos así por ahora. Tal vez más adelante podemos hablar. Noah_ Más adelante? ¿Cuándo, 20 años más? _ Me respondió. _No puedo esperar tanto. ¿Puedo ir donde estás? O nos vemos para desayunar o almorzar. Como tú quieras_ Emily_ No puedo Noah. Lo siento. Dejémoslo así por favor. Perdóname. Fue un malentendido. Noah_ Pero debemos hablarlo Em. Como personas bien maduras que somos. Como amigos que somos. ¿Vamos a echar a perder este reencuentro después de tanto esfuerzo de tu parte, para volver a vernos? ¿Vas a romper nuestra amistad así no más? Ya no somos niños Em. Por favor no me hagas esto. Te lo suplico. Emily_ seguimos siendo amigos. Eso no cambiará. Solo dame un tiempo. Nos vemos el domingo en tu casa. Noah_ tiempo es lo que no tenemos Em. Iré por ti. No tardó una hora en sonar el timbre de la casa. Abro la puerta pensando que era Noah. Pero me equivoqué. Tal vez ni venga. _ Hola Luis. Pasa. Luis me dijo que estaba pasando cerca y había decidido llegar para que habláramos un poco. Nos sentamos en el patio trasero de la casa, donde había un hermoso jardín, mesas y sombrillas para el sol. Estábamos bebiendo un café y conversando, cuando suena otra vez el timbre de casa. _ Noah! _ Oh por Dios! Había dado por contado de que él no vendría. _ Hola! _ me respondió. Nos miramos por un instante. _ no me vas a dejar entrar. _ Sí, claro. Pasa por favor. Disculpa. Ah...tengo… _ Quién es Em? _ Entra Luis de repente. el ambiente se puso tenso. ¡Oh, Dios! La cara que puso Noah al ver a Luis fue épica. No sé cuántos gestos hizo en dos segundos. Frunció el ceño cuando lo vio y luego levanto una ceja ladeando la cabeza para mirarme en ese gesto que amo de él. _ Si estás ocupada, puedo irme. Hablamos en otro momento. _ Me dijo en tono enojado. _ No necesitas irte Noah. _ Hola Noah! ¡cuánto gusto verte! _ Le dice Luis extendiéndole una mano a Noah. _ Hola! _ responde Noah y le da la mano. _ Yo me voy Em. Nos vemos en la noche. Vengo por ti a las seis de la tarde. _ me dice Luis y se va después de despedirse de Noah. _ Podías haberme dicho que no tenías tiempo para atenderme porque estabas con él. Hubiese entendido, y no hubiese insistido tanto por supuesto. _ Él llegó después de que me enviaste los mensajes. _Arquea la boca y hace un movimiento positivo varias veces con la cabeza. _ Toma asiento por favor. ¿Quieres un café o algo más? _ Quiero que me perdones por lo que pasó ayer. _ Me dijo-. Noah La sola presencia de ese hombre en la casa de Em me hizo replantearme todas las cosas que había pensado decirle, para justificar lo sucedido entre nosotros el día anterior. Quería decirle lo que sentía y explicarle que, desde siempre lo había deseado y que ayer, no pude contener las ganas de hacerla mía por fin, viéndola tan cerca de mí, después de tanto tiempo sin verla. Que su presencia me hacía perder la cordura, de forma tal que no pensaba racionalmente. Quería pedirle perdón por desearla, aun sabiendo que, es una mujer casada y que yo también lo soy. ¿Pero, acaso puedo mandar al corazón? ¿Puedo decirle que deje de amar a una mujer que no le pertenece? ¡Entonces que alguien me enseñe! Necesito aprender. Porque no lograba entender, cómo era posible, que sintiera tantos celos de verla con otro, sabiendo que ella no es mía, que nunca lo ha sido. Que nunca me ha dado más que su amistad. Esto sin tener en cuenta el tiempo que hace que no nos vemos. ¿Es que voy a volverme loco? ¿Cómo puedo sentir este ardor en mi estómago, este palpitar en mi corazón, cuando la veo, cuando pienso en ella? ¿Es que... es que estoy loco? ¿Qué sentía ella por ese… hombre? ¿Estuvo con él después de lo que sucedió ayer entre nosotros? Con cada pregunta que me hacía, crecía más el enojo dentro de mí. Sabía dónde estaba ella, pero no quería ser atrevido e ir así no más. Aunque estaba dispuesto a hacerlo si ella no hubiese respondido a mis mensajes. Pero lo que sí no me esperaba era, que ese… estuviera ahí con ella. Pero no quería seguir haciéndome ideas al respecto. Así que fui al grano, porque estaba molesto. _No hay nada que perdonar Noah. _ me dijo evitando mirarme a los ojos. _ No sucedió nada. _ Entonces me miró. _ Creo que nos extrañábamos. Y hemos confundido los sentimientos. _ Me dijo aquello mirándome a los ojos. Y me dolió. ¿Así que era eso para ella? ¿Sentimientos confundidos? _ Sí. Tienes razón. También lo creo así. _ Le dije con mucho enojo y pesar_ Y es por eso por lo que vine a pedirte perdón. Eso no tenía que haber sucedido Em. _ Le dije tratando de ver si le dolía tanto como a mí, pero no conseguí nada. Seguíamos mirándonos. _ _ Ya te dije que no hay nada que perdonar. ¿Somos amigos? _ Me pregunta. Se que ella no podía ver el estrago, que dejaba dentro de mí. Pero era mejor así. Sus palabras y su mirada inexpresiva me habían hecho entender que era mejor no seguir adelante con esto. Que debía dejarla ir. Que sería lo mejor. Que tendría que vivir amando a una mujer que nunca sería mía. Que tenía que conformarme con ser su amigo. Si había elegido vivir esto, en la eternidad, había hecho una muy mala elección. Qué me perdone Dios! Porque ahora mismo siento que voy a lamentarlo mientras viva. _ Claro. _ Lo había decidido. _ Somos amigos. _ Ella me sonríe. _Entonces tomamos algo.? _ Lo dejamos para otro momento? _ Amigos! ¿Amigos? _ Sí. estaba bien. Pero no quería beber nada. Mejor me voy. _ No. _ Afirmó ella- Será ahora. _ Me toma por la mano y me lleva hacia afuera. La parte trasera de la casa donde se estaba quedando era un patio bastante grande. Con una terraza pavimentada y amueblada muy cómodamente. Un poco más atrás había una piscina no muy grande, pero perfecta para nadar y refrescar en este tiempo de calor. Me llevó hasta la terraza que además tenía una hermosa vid de uvas rojas que cubría todo el techo y sus ramas caían por los lados haciendo más agradable y hermoso el lugar, juntamente con las plantas y las flores. _ Siéntate por favor, Noah. Si viniste hasta aquí es que ahora mismo tienes tiempo. Y no voy a dejar que te vayas así no más. _ Me senté como me lo pidió y ella se fue. En uno minutos regresa con dos cafés y se sienta frente a mí- _ Todavía eres muy celoso por lo que veo. _ Me dice mirándome a los ojos. Me recliné en el asiento con la tasa de café en la mano, y le sostuve la mirada.
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