Nos lo debemos

1433 Words
Se que parece de locos. Ni yo doy crédito de lo que estaba pasando en este momento. Pero para cuando llegué al hotel del aeropuerto, ya tenía completa certeza de que Emily estaba ahí, porque cuando venía de camino, ya casi de llegada, me detuve en un semáforo en rojo, y mientras espera al cambio de luz, vi pasar a un señor, que caminaba lentamente, porque se ayudaba de un bastón. Miró hacía a mí, sonrió y levantó la mano que tenía desocupada, como dándome las gracias, porque ya se había puesto verde, y tuve que esperar a que él pasara. La diferencia era que, en el sueño, él levantó la mano, pero señalaba con ella hacia algún lugar. Hacia el hotel donde estaba Emily. Entendí que iba en el camino correcto. Y aunque mi corazón y mis ojos estaban desorbitados por lo alocado de la situación, supe inmediatamente lo siguiente que debía hacer. _ Buen día. _ Dije en la recepción. _ Me están esperando en la habitación 322. Su nombre es Emily. Emily Tabares. _ Sabía que mentía, pero así lo dije en mi sueño. Y vaya que funcionó. Porque después de mirar en la computadora, me permitieron pasar. Cuando la vi asomar la cabeza por la puerta, mi asombro fue mayor. Adormilada porque acababa de despertarla, ahí estaba ella en verdad. Tal y como la había visto. Podía contar los benditos latidos de mi corazón. A través de un sueño, supe cómo encontrarla. Nos miramos asombrados los dos por unos segundos. Sospeché que no me dejaría entrar, así que analicé rápido para ver si sabía lo que venía después, pero si me lo habían mostrado en el famoso sueño, no lo recordaba. Así que no tuve otra opción que empujar la puerta y entrar antes de que ella no me lo permitiera. Quién me lo iba a creer, si lo contaba.!? Yo mismo no lo creería si otros me lo contaran.! Si es que, aunque era yo el que lo estaba experimentando, siquiera podía creerlo.! Sobre todo, porque estaba seguro de que este personaje aquí no era yo. Me consideraba un hombre práctico, razonable, estático. Emprendedor, pero cauteloso. Odiaba los cambios porque sentía que me hacían inestable. Jamás había sido tan impredecible. Si decía una cosa la hacía. Y ahora, estoy aquí. Anoche había decidido no buscarla. Pero estoy aquí. Y la verdad, aunque muy en el fondo sentía que no estaba bien, acallaba la voz de mi conciencia, para seguir los deseos de mi mente y de mi corazón. Estaba feliz y agradecido de quién sea que me haya traído aquí a través de ese sueño. Ella escuchó atenta mi historia, para aún en el mismo lugar, con las manos cruzadas en el pecho. Su mira escéptica me indicaba que le parecía raro mi relato. Pero luego fue cambiando su semblante. Ahora parecía que me creía o al menos lo intentaría. Fue hasta una máquina de café que había en la habitación e hizo dos cafés. Me trajo uno. Me lo dio y se sentó a mi lado sin decir nada aún. dio un sorbo a su bebida, mientras yo esperaba que dijera algo. _ No me crees verdad? _ Le pregunté. _ Ella me mira, haciendo un movimiento positivo con la cabeza _ Te creo. _ Apartó la mirada, posándola en la bebida que tenía en la mano. _ Cuando decidí venir aquí, no se lo comuniqué a nadie. Lo decidí, después que hablé con Fabio ayer en la mañana. Y ni siquiera le dije a él para evitar tener que dar explicaciones. _ Evitaba mirarme mientras hablaba. Parecía que estaba hablando con la tasa de café. También yo miré al mismo punto en sus manos. _ Anoche fui a buscarte después de la barbacoa en mi casa. Cuando supe que te habías ido, sentí miedo de no volver a verte otra vez por muchos años más. _ Ella me mira y me dice con tono enojado. _ Esa era la idea Noah_ Se pone de pie y yo la sigo con la mirada, asombrado de sus palabras. _ Estás hablando en serio.? _ ¿La cuestioné _ ¿Acaso no eres tú la Emily que me escribió hace unos meses atrás, diciéndome que llevaba tiempo buscándome? ¿Qué te alegrabas de volver a saber de mí, de volver a encontrarnos? ¿Qué pasó con eso Emily, dime? _ Me puse de pie, un poco molesto ya. La tomé por los hombros y la giré, para que quedara frente a mí. _ Viniste para reencontrarnos. ¿Y ahora me dices que fue un error? _ Sí. Tienes razón. Todo es cierto. Y la verdad, me hace feliz haberte encontrado, saber di ti, haberte visto otra vez Noah. Pero las cosas parece que no son como antes. _ Las cosas no son y no van a volver a ser como antes Em. Soy consciente de eso. _ Le dije tomándola por el mentón y haciendo que me mirara a los ojos. _ Y créeme, no creo que quiera que vuelva a ser como antes. Podía notar su mirada asustada. De algún modo sabía que tenía miedo de lo que sentía. De lo que podría suceder. Me acerqué a ella poco a poco, sin soltar su mentón, obligándola a mirarme todavía. No quería asustarla, pero quería que viera lo que iba a suceder. Sentí sus manos posarme en mi pecho. Prevenido de lo que venía, la tomé por el cuello con la otra mano, asegurándome de que no pudiera escapar. El fuego ardía en mi pecho y sabía por la pasión en su mirada que ella también estaba en medio de las mismas llamas que yo. Miré sus labios entreabiertos que me encendían más, cada vez que la veía haciéndolo. Sus pechos subían y bajaban, como en una danza, por lo agitado de su respiración. Sus ojos me miraban, con miedo, pero sus labios me invitan a hacerlo. Tuve que inclinarme un poco, para alcanzar sus labios. Le di un beso suave que me hicieron cerrar los ojos. No sabía si era de sentir el contacto suave de sus labios o el hecho de que al fin la había besado. Lo había hecho al fin. Abrí lentamente los ojos, y me separé un poco para ver su reacción. Ella los tenía cerrados. Antes de que pudiera abrirlos, me apoderé de su boca, esta vez en un beso ardiente. Saboreé sus labios obligándola a abrir los de ellas para introducir seguido mi lengua y explorar su humedad, invitando a la de ella a unirse con la mía. Sentí la opresión de sus manos en mi pecho, como si quisiera apartarme, pero la tomé por su estrecha cintura, acercándola más a mí. Presionando para que no pudiera escapar. Escuché un gemido que salió de ella y supe inmediatamente que había ganado. Sentí como se relajó al dejar de presionar. Sus manos que presionaban mi pecho dejaron de hacerlo. Se rindió, entregándose a mi beso. Enloquecí cuando sentí que acariciaba mi pecho, subiendo hasta mi cuello e introdujo sus suaves manos en mi cabello. Mis gemidos se confundieron con los de ella, mientras besaba y chupaba su cuello con ansias, con deseos. Eufórico de poder tenerla al fin, de poder, besarla, de hacerla mía, pero a la vez atento por miedo a que se arrepintiera. Con una mano apreté su pequeño, pero empinado y duro trasero y la otra la introduje debajo de su camiseta para sentir el ardor de su piel. Aquello la hizo soltar un gemido de placer encendiendo más el fuego dentro de mí, y arquea el cuerpo hacia atrás, dándome ahora acceso a sus pechos. La camiseta beige que traía para dormir me permitía ver los botones en sus pechos, hinchados por el deseo, por el placer. Tomé uno de ellos con la mano y lo acaricié, suave y delicadamente, para luego posar mis labios en él a través de la tela. Ella ya no pudo sostenerse más en pie. Así que la levanté en mis brazos y la llevé a la cama. Cuando la solté allí, ella me miró, otra vez asustada. _ Noah por favor. Pensémoslo mejor. No creo…. _ Tssh!. _ La callé con un beso. _ No lo pienses Em. _ Le dije entre sus labios. _ Si lo pensamos no lo hacemos amor. _ Seguía diciendo entre besos ardientes, _ Y sí queremos hacerlo. _ Volví a besarla mientras la desnudaba poco a poco, loco y eufórico, sumergido en el fuego de la pasión que me inundaba. _ Creo que nos lo debemos Em.
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