Hermosa piel dorada

1366 Words
No me sentía impotente ni mucho menos por esta situación. Tenía muy claro lo que quería. Y la verdad es que, entre show y planes, no me había propuesto ni por un instante esta sorpresa. Entre todo lo que tenía en mente, jamás imaginé que mis padres, mi amigo y por supuesto, la mentirosa de Giorgia fueran a aparecer así de momento. Tampoco que mi madre se portara tan grosera, al punto de ofender de tal manera a mi chiquita. No entendía que le había pasado, porque aquello en verdad, no era propio de ella. Pero tampoco era un problema para mí. Porque, así como sabía lo que quería, así también sabía lo que tenía que hacer. Y lo haré. Sin duda alguna. Lo que realmente tenía en ese mismo momento, era una furia desmedida. E iba a deshacerme de esta, empezando por mi amigo parado aquí frente a mí y mirándome con cara asustada, porque, ¿¡quién me conocía mejor, que mi mejor amigo!? _ Come ma che mi hai fatto questo Massimo? (¿cómo es que me has hecho esto Massimo?) _ Giuro che non ho fatto niente. Non ho niente da vedere. (juro que no hice nada. No tengo nada que ver con esto). _ Dijo en su defensa, levantando las manos a los lados, en son de inocencia. _ Yo solo les dije que venía a ver qué pasaba contigo. Me pareció raro que hayas retrasado todo. Así que compré mi pasaje y cuando estaba en el aeropuerto llegaron ellos. _ Pudiste avisarme al menos. _ Has visto tu teléfono en las últimas horas? Te llamé no sé cuántas veces para decirte que había comprado un boleto para venir. Y otras más cuando los vi llegar al aeropuerto. ¿Por qué crees que llegué antes que ellos a tu habitación? Quería ponerte el aviso. _ Realmente no veía el teléfono desde que me fui a la casa de mi chiquita, porque lo dejé en la habitación. Y cuando regresé, ni siquiera pensé en revisarlo, Ocupado sin poder quitar las manos de mi chiquita. Entonces me volví para ver qué hacía, y allí estaba mi chiquita hecha un ovillo en medio de la cama. Abrazada a su propio cuerpo, como para evitar seguir temblando. Me vestí con lo primero que encontré a la mano y luego a fui donde ella. Cubrí su cuerpo con una manta, para que dejara de temblar. Me senté a su lado y se encogió más aún, cuando puse mi mano para acariciarla. Aparté mi mano rápidamente. _ Todo bien chiquita? _ sin respuestas. _ Necesitamos hablar. _ sin respuestas. Tomé una de sus manos. No quería que la tocara al parecer porque se apartó y yo no quería presionarla así que, seguí hablando sin tocarla. _ Tengo que arreglar esta situación. Debo ir donde están ahora mis padres. Pero no quiero que te vayas. _ Quiero que sepas que nada de lo que dijo esa… esa mujer, es cierto. Créeme. ¿Y…Cómo abordar el tema de la metida de pata de mi madre? _ haré que mi madre se disculpe contigo. _ Dije al fin. _ También yo quiero disculparme por ella. Te aseguro que nada es cómo estás pensando. _ Entonces me tiro al lado de ella y la abrazo, ignorando su rechazo. Ella se encoge un poco, como quien no quiere, pero prefiere no hacer resistencia. Apoyo mi cabeza en mi mano y la miro “Sabes que tu hermosa piel dorada, es una de las cosas que más me gusta de ti. ¿Lo sabes verdad?” Era lo que quería decirle mientras pasaba mi mano acariciando su brazo desnudo. Pero no dije nada. No era el momento adecuado, después de lo que pasó. Estaba decidido a hacer que mi madre se disculpara y que Giorgia le dijera que realmente, no había nada entre nosotros. Que nunca le dí un ápice de esperanzas, y que solo sucedió una vez y por descuido mio. _ Voy a ir allá a hablar con ellos y regresaré. ¿Ok? Regresaré pronto. _ Apoyé mi cabeza en su cuello y le susurré al oído _ Solo quiero que me prometas que vas a esperarme aquí. _ Al ver que no me respondía, me preocupé. _Respóndeme amor por favor. Te lo pido. _ Me dice que sí con un movimiento de cabeza y se aparta. A pesar de su rechazo, le di un beso en el cuello, por el alivio que sentía al saber que esperaría por mí y porque… porque… descarté ese pensamiento. _ Regresaré pronto. _ Le di un último beso y me levanté. Le hice una seña a Massimo, que estaba observando todo con disimulo desde la otra habitación, para que me siguiera cuando pasé al lado de él. La habitación de mis padres no estaba lejos de la mia. Sabía que Massimo tenía un sin fin de preguntas que hacerme, pero que no se atrevería a preguntar, al menos por ahora. Yo estaba muy enojado, y él lo sabía. Así que hicimos el camino en silencio hasta acercarnos a la habitación _ Ah… oye yo... estaré paseando un poco por ahí; ¿sí? conociendo el lugar y eso, ya sabes, _ Dijo escapando de la situación. _ Después de todo... es... un asunto... familiar. ¿Verdad? _ Yo no respondí. Seguí mi camino sin ni siquiera mirarlo. Por mí, podía irse al carajo. Después todo, era con mis padres y con esa… el fastidio que sentía al recordar lo que decía me hacía sentir mucho peor conmigo mismo, porque de lo asombrado que estaba, no pude decir nada en ese momento para defenderme. Me hacía sentir tonto. Pareciera que, con mi silencio, confirmaba lo que ella decía. Y es que Giogia estaba en mi vida desde siempre. Era la única hija mujer, y la más pequeña del mejor amigo de mi padre. La recuerdo desde que nació. En cada momento importante de nuestras vidas, ahí ha estado ella con su familia. Y por supuesto nosotros también en los de la familia de ella. Era de esperar para todos, por supuesto que termináramos juntos. Siempre le di participación indirecta a mi vida. Cuando necesitaba fingir que estaba comprometido la utilizaba a ella. Y poco a poco, se fue tomando más atribuciones de las que en realidad eran. Pero lo que acabó de quitar la tapa al pomo… solo yo sabía cuánto me arrepentía de esa noche. Cuando decidí venir aquí a pasar una semana y relajarme, fue entre unas vacaciones que necesitaba después de tanto estrés en Francia, quería también quitarme de encima el acoso de esa mujer. Y es que, estaba en París, donde pasé dos semanas agobiado de trabajo, por un negocio que no iba bien. Estaba repleto de mucho trabajo sin parar ni para respirar. Del hotel a la oficina y luego a la habitación del hotel con trabajo todavía, hasta que quedaba dormido sobre la silla. Esa noche, me relajé porque al fin habíamos resuelto el problema. Solo faltaban hacer algunos arreglos menores más y luego podría regresar a casa. Así que me fui con unos franceses a beber en un bar cerca del hotel, ubicado en una calle no lejos de la Torre Eiffel. Cuando bajé a encontrarme con mis colegas franceses, allí estaba ella en la recepción. Como se le estaba haciendo costumbre desde que necesité sus servicios, para que fingiera ser mi prometida, se aparecía donde yo estuviera alegando que se preocupaba por mí como amigos, o hacia llamadas inesperadas reclamando cuando llevaba días sin saber de mí. Yo en cambio estaba seguro de que esas eran instrucciones de mi madre, que estaba empeñada en emparejarme con ella hasta el matrimonio. Pero, aunque siempre le dije que no guardara ninguna esperanza conmigo; esa noche en París, después de dos semanas sin sexo y unos cuantos tragos en mi cabeza, la más cercana que tenía para calmar mi gran apetito s****l era ella. Cabe decir que ella tomó la iniciativa, aprovechando la oportunidad que le ofrecieron los tragos que yo tenía de más, besándome. Diciendo que estaba demasiado seductor y encantador. Que no pudo resistir las ganas de besarme.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD