YO EN MODO: ¡CALLADITA ME VEO MÁS BONITA!
— ¡Es nuestra! — Mi padre me abraza y me da un beso en cada mejilla — Bien hecho, hija. Hiciste bien en cambiar la propuesta, imagino que trabajaste toda la noche en ella – Miro a mi padre meditando sobre lo que tengo que responderle.
Podría decirle que reflexioné muchísimo y trabajé hasta altas horas de la noche en la nueva propuesta, aunque en realidad me la pasé golpeándome contra la pared por ser tan estúpida y casi dejarme seducir por Aramis, el vecino puto, quien no perdió el tiempo en llamar a alguien para que le quitara la calentura.
O puedo decirle, que actúe, dejándome llevar por la ira y la impulsividad, mientras insultaba al señor Devereux en medio de una reunión y que para soportar la vergüenza y de paso joderle el día al idiota, se me ocurrió pedirle matrimonio. Aunque, al final y por fortuna, me di cuenta de que era una buena idea y la utilicé para el bien la agencia. Idea que el imbécil aprobó, no sin antes clavarme contra la pared e intentar tocarme y meterme la lengua hasta en el alma.
Observando la cara de felicidad de mi padre, creo que mejor me quedó calladita y espero sus nuevas instrucciones, afortunadamente el presidente de la empresa familiar es el hermano de Travis y no tendré que verle la cara a ese idiota ¡Que siga jugando con la bolsa de valores y que ojalá se le desplome en la cabeza!
— Gracias padre, si me necesitas estaré trabajando hasta tarde en mi oficina — Hoy no me interesa llegar temprano a casa, no quiero tener la tentación de ver al idiota de Amaris ¡Cómo detesto a los hombres, sobre todo a los que te chocan tu auto! Porque ahora no solo estoy desilusionada, sino que también, para completar, no tengo auto.
— Querida, olvidaba decirte que Travis va a encargarse personalmente de esta cuenta en primer momento, Nil se encuentra enfocado en una área importante de la empresa y Travis ha accedido a revisar con nosotros todos los detalles — Me detengo en seco, mi padre debe estar gastándome una broma ¿Verdad? — Por favor, no vayas a enfrentarte de nuevo con él, o tendrás que llevarme directo al hospital — No puedo responder nada, mi mente se ha quedado en blanco y solo asiento ¿Por qué quiere Travis Devereux trabajar en el proyecto publicitario? ¿Estará buscando venganza?
Me paso todo el día en un estado de ánimo pensativo, no hablo mucho y cada vez que suena mi teléfono o Lila entra a mi oficina, tengo la impresión de que Travis hablará o entrará detrás de ella ¡Ese imbécil me está volviendo loca!
— ¿Qué te pasa? — La voz de Lila me hace saltar en mi silla. Me llevo la mano a mi pecho de manera nerviosa.
— ¿Podrías dejar de asustarme de esa manera? — En ocasiones quisiera despedirla, pero hasta el momento es la única amiga que me queda.
— Has estado muy extraña todo el día, ¿Qué te pasa? — Prefiero no contestarle, hoy he decidido que calladita me veo más bonita, así que a ella no le queda de otra que darse por enterada — Han llamado de la aseguradora, te entregarán tu auto en una semana, el problema es que el seguro de la persona que te chocó cubre solo lo básico, además, eres responsable de los daños del auto que chocaste — Me dice mirando su tableta como si tuviera las respuestas de la vida en ella.
— Siento que me estás hablando en clave o en chino ¿Tengo que pagar los daños del imbécil? — Pregunto inclinándome sobre mi escritorio, es lo único que se me ha quedado de todo lo que me dijo.
Ahora resulta que no solo debo soportar que me haga su estúpida propuesta s****l, sino que tengo que verlo en mi trabajo y estoy convencida de que se la pasará criticando y evaluándolo todo. Además, para terminar y como si fuera poco, debo pagar los daños de su auto ¿En qué momento de mi vida vine a chocarme con este idiota?
— Voy a matar al imbécil de Aramis por chocarme, es que no sé qué esperaba, si estaba metiéndole mano a la chica que lo acompañaba — Golpeo mi frente contra el escritorio — ¡Es que soy idiota! — Me quejo.
— ¿Estabas espiando al otro conductor por el espejo retrovisor? Por eso has chocado al otro auto — Levanto la cara y la miro sorprendida ¿Qué diablos dije?
— No, no, no. Por supuesto que no choqué al idiota de Travis por estar mirando por el espejo retrovisor, es solo que eso era lo que estaban haciendo un momento antes, solo miré rápidamente por casualidad — Me quedo callada.
— Espera, ¿chocaste a Travis Devereux? Por eso él también llegó tarde y el otro conductor, el que estaba metiéndole manitas a su pasajera ¿Qué tal estaba? ¿Y qué estaba haciendo? No sabes lo que hubiese pagado por verlo, es que siempre me imagino a un tipo haciéndomelo mientras conduce, bueno no, mejor mientras yo conduzco, ¿Te imaginas? ¿El tipo estaba bueno? — Me quedo mirando a Lila como si estuviera poseída por un espíritu demoniaco.
— Lila, calladita, te ves más bonita — Le digo suavemente, hoy el dicho aplica por igual para ella.
— Vale, lo siento. ¿Entonces qué hago? ¿Llamo a tu víctima del accidente o a tu víctima de voyerismo? — Abro la boca sin saber qué decirle ¡Es que hay que tener paciencia con ella!
— ¿De qué diablos estás hablando? — Pregunto mientras la observo organizarse su camisa, que de una forma ilógica, ha sacado de su cintura.
— De la póliza de seguro, lo que yo te aconsejaría es que no dijeras que espiabas al otro conductor mientras se estaba cogiendo a la pasajera, seguro te tacharían de voyerista y creo que es mejor que piensen que eres mala conductora — Sé que un día terminaré asesinándola.
— Lila, sal de mi oficina — Le susurro entre dientes.
— ¿Interrumpo algo? — Lo que me faltaba.
— ¿Qué haces aquí, Lorenzo? — Lila se pone de pie rápidamente.
— ¿Desea tomar algo, señor Lorenzo? — En serio, es una traidora.
— Lila ¿Por qué le hablas así? Yo soy tu jefa y a mí no me has ofrecido nada — Ella levanta los hombros y sale de la oficina.
Lorenzo, el último imbécil al que quiero ver, se sienta frente a mí.
— ¿Así que ahora te dedicas a mirar a los conductores despistados? — Me pregunta el idiota con una sonrisa de suficiencia y yo pienso en las diferentes formas de tortura que pueden existir para castigar a las mujeres habladoras como Lila.
— Eso no es de tu incumbencia, ¿dime que te ha obligado a venir aquí? — Levanto una ceja, ya no quiero estar más aquí, me estoy quedando en la calle, ahora ni mi casa, ni mi oficina son de mi agrado.
— Has cambiado la idea de la campaña de los Devereux ¿Sabes todo el tiempo que los publicistas se la pasaron trabajando en ese proyecto y tú vienes y lo cambias a último momento y sin informarle a nadie? — Me pregunta indignado.
—Pues prefiero hacer eso a decirle a todos los publicistas que se vayan a buscar trabajo a otra parte ¿Qué te pasa? Deja de meterte en mis asuntos y ve a hacerle reclamos a tu mujercita — le grito un poco histérica. Estoy muy tensa, no he dormido muy bien y viene este a tocarme los ovarios.
— ¿En serio, Zoa? ¿Todavía celosa? Supéralo, han pasado más de tres años — Dice con suficiencia, poniéndose de pie y acercando su cara a la mía por encima del escritorio.