YO EN MODO: ¿Y ESTE QUÉ?
¿Qué está haciendo el idiota de Devereux por aquí? ¿Vivirá cerca?
Me pregunto si me he equivocado, tal vez solo era un chico cualquiera, de ojos azules, conduciendo un Porsche.
Vale, que aunque esté como una cabrá, podría reconocerlo donde sea y ese era Travis. ¿Qué hacía por acá?
Recuerdo el beso que me dio esta mañana y me enfurezco con él, pero especialmente conmigo misma, por lo que sentí en ese momento y por dejar que hiciera conmigo lo que se le dio la gana.
— ¡Señorita! — Aramis me pega a su cuerpo y vuelve a besarme mientras subimos en el ascensor de su edificio y mi cuerpo vuelve a perderse en sensaciones maravillosas y excitantes. — He preparado la cena para ti — su voz ronca y baja, me erizan la piel.
No sé qué esperar, todavía no tengo claro si me encantan o no las sorpresas, además de que no sé lo que tenga preparado.
Pero con el hecho de que fuera a buscarme, me tiene babeando como una estúpida ¡Mierda! No tengo orgullo, soy demasiado fácil.
— ¡Increíble! — Exclamo con entusiasmo mientras permanezco de pie en la entrada de su acogedor apartamento.
Un camino de velas blancas iluminadas de manera superficial me dirige hasta una mesa baja hermosamente decorada con unas hortensias; alrededor, algunos cojines negros y dorados esparcidos sobre la alfombra, completan el impresionante cuadro.
Rodeándolo todo, pequeñas guirnaldas de luz blanca se deslizan como una cascada, encerrando la mesa como si se tratase de un lugar espacial, de ensueño.
Me dejo llevar de la mano de Aramis y observo todo detenidamente, sin acabar de creerme que él haya hecho algo tan especial.
— ¿En serio has hecho todo esto por mí? — Pregunto impresionada.
— En realidad fue idea de mi hermana, no soy mucho de estas cosas, pero por ver ese brillo en tu mirada podría hacer esto y mucho más — Me muerdo los labios y mi mirada se concentra en la suya — ¿Comemos? — Debo estarme enloqueciendo, porque me lo imagino en su balcón, haciendo de todo conmigo, menos comer y el calor se apodera de mi cuerpo.
— ¿Y tu hermana vive cerca? — Todavía no estoy muy convencida de que ayer no se haya follado a alguna chica y este poniéndome un farol.
— No mucho, por eso me impresionó que viniera. Ha dejado de trabajar al tener su cuarto hijo. — Acepto la silla que Amaris ha retirado para mí — Está convencida de que su marido la engaña — Seguimos hablando de su hermana y de lo celosa e insegura que está después de tener al cuarto bebé.
Aramis sirve una selección exquisita de sushi frío y ensalada. Hemos terminado una excelente botella de vino blanco. Me ha hablado de sus cuatro sobrinos, dos niños y dos niñas y de lo mucho que los quiere.
— ¿Te gustaría tener hijos? — Pregunto bastante entusiasmada al escucharlo hablar de esa manera de sus sobrinos. Pero, su mirada penetrante me advierte de que posiblemente cometí un error al hablar de este tipo de temas en la primera cita.
— No me lo he planteado — Toma mi mano y hace que me ponga de pie — Ven, tomemos el postre — Por un segundo pienso que el postre puede ser él o tal vez yo y me siento húmeda de inmediato.
Amaris rodea la mesa y se acerca a mí, me hace girar frente a él, luego pega mi cuerpo al suyo.
— Eres fascinante, me muero por enterrarme en ti, todo lo profundamente que tu cuerpo me acepte. — Muerdo de nuevo mis labios y siento su respiración cerca de mi oído y como el aire caliente de esta desciende por mi cuello, mientras su mano empieza a subir acariciando mi pierna.
— ¿Y el postre? — Pregunto intentando reflexionar sobre lo que voy a permitirle hacerme hoy. Aunque a la velocidad que van las cosas, pensar será lo último que haga.
— Debes tragarlo, lo más profundo que puedas — Abro la boca, preguntándome si sigue hablando del postre o hemos cambiado de tema y no me di por enterada.
Su boca ataca la mía sin darme opción a replicar, mi cabeza se inclina hacia atrás y cierro mis brazos contra su espalda, me pega un poco más a él y sintiendo su gruesa erección.
¡Oh Dios mío! Nunca he podido verla desde mi terraza, pero si es medianamente grande como la siento, hoy posiblemente me atragante con el postre.
Mi mente se llena de imágenes mías con su gran erección en mi boca, tomándola por completo y tragando su semilla sin dejar una sola gota ¡Ya empiezo a delirar!
— No sabes cómo me pone una mujer en traje y no veo la hora de sentir tus tacones enterrándose contra mi piel — Creo que tendrán que recogerme con cucharita, estoy tan caliente y húmeda que temo derretirme.
Su boca me sabe a cielo y me muevo intentando sentir una mayor fricción, las palpitaciones en mi centro me piden calmar mi necesidad de inmediato.
Aramis se aleja un poco y, sin dejar de mirarme a los ojos, retira uno a uno los botones de mi camisa.
Mi respiración se agita, estoy de pie frente a él, llena de deseo y de necesidad, mostrando mi cuerpo tal cual es, con cada una de sus imperfecciones, sin poder ocultarlas.
Me siento algo expuesta, porque, aparte del idiota de Lorenzo, con el que tuve una experiencia horrible, es la primera vez que he dejado que un hombre llegue tan lejos.
Aramis desliza con suavidad un dedo entre el medio del valle de mis senos, para luego descender por mi vientre. Continúa envolviéndome con su mirada, mientras sus dedos desabrochan mi pantalón.
Se inclina y su boca realiza el mismo recorrido de su dedo, pero esta vez un poco más lento. ¡Oh Dios! Aprieto las piernas llevando mis manos a su cabello, obligándolo a pegar su boca un poco más contra mi vientre.
— Creo que seré yo, quien tome primero el postre — Contengo la respiración al sentir como sus manos descienden mis pantalones y me obligan a salir de él, sin quitarme los zapatos.
Aramis se arrodilla frente a mi cuerpo, sus manos recorren mis piernas hasta llegar a mis muslos, juegan en mi entrepierna y luego desliza una de sus manos hasta mis glúteos y desliza la otra entre mi centro húmedo y listo.
— ¡Perfecto! — Grito al sentir la boca de Aramis contra mi centro, su lengua ataca mis labios vaginales y mi humedad con tanta potencia que me inclino y me sostengo de sus hombros. ¡Por Dios! ¿Qué me está pasando?
Las sensaciones que despierta en mi interior son increíbles. Mi camisa abierta, enseñando mis senos, me incomoda; quiero quitármela, pero también quiero pegarme más a Aramis.
Levanto la mirada hacia las luces que iluminan su sala y siento mis pupilas dilatadas; estoy por completo perdida en medio de sus brazos.
El calor me recorre, siento como si la lava descendiera y arrasara con todo en mi interior, su boca y su lengua se mueven deprisa, levanta mi rodilla izquierda y acomoda mi pierna sobre su hombro, dejando mi centro a su disposición.
La inseguridad hace presa de mí, siento un vacío en mi vientre y la presión de la boca de Aramis degustando hasta la última gota de mi ser, me hacen olvidarlo todo.
Su mano continúa acariciando cada resquicio de mi cuerpo que tiene a su alcance; mi piel se estremece ante cada sensación y mis manos se enredan en su húmedo cabello, que tiro con fuerza mientras de mi garganta se escapan pequeños y roncos gemidos; como si el oxígeno se me escapara y mi respiración se expandiera entre cada gemido.
Reaccionando ante sus estímulos, entierro mi tacón en la espalda de Aramis y este gime, apretándome con mucha más fuerza.
— Lo siento, creo que estoy un poco perdida en las sensaciones — Susurro, mordiendo mi labio inferior y gimiendo mucho más alto cuando siento dos dedos acompañar su lengua.
— Es mejor perderse de esta manera que buscando la dirección de un restaurante, ¿No crees? — Sonrío un poco avergonzada, por lo que pasó la noche anterior y vuelvo a gemir al sentir sus dedos moviéndose en mi interior —Si es por mí, puedes perderte todas las veces que quieras — Mi grito lo hace sonreír y yo me siento la mujer más sexy y divertida del mundo.
Su boca ataca de nuevo mi centro y, enseguida, ante el estímulo de esta, acompañada de su lengua y dedos, que se apoderan de cada resquicio de mi ser. La sensación de evadirme, de perder el centro y la respiración se apoderan de mí, las sienes me palpitan exageradamente y solo quiero fusionar mi cuerpo contra el suyo.
— Exquisita hasta la última gota — Lo miro, buscando algo en su mirada, algo que me diga que esto ha sido especial para él, como lo ha sido para mí.
Recuerdo a las chicas que he visto con anterioridad en este apartamento, me inclino y sin dejar de mirarlo, tomo su cara entre mis manos y me apodero de su boca con pasión y salvajismo, deseo poseerlo, marcarlo y que se pierda en mí, para que nunca más tenga necesidad de estar con otras mujeres.
Mi olor y mi sabor, mezclados con el suyo, me excitan, aspiro con profundidad y ahondo en el beso.
Aramis se pone de pie y toma mi cintura con potencia y extiende mi cuerpo sobre los cojines y la alfombra. Abro mis piernas desnudas, su pelvis y caderas se encuentran entre ellas. Mientras continúa besándome y moviéndose suavemente.
— Quiero volver a escucharte gemir, toda la noche, creo que me he vuelto loco con cada uno de tus gemidos — Murmura contra mi boca, y me muerde mientras su pelvis choca contra mi humedad, estoy completamente mojada, lo necesito ahora.
Su roce me hace gemir mientras él respira de manera entrecortada, con la boca entreabierta, apoyando el peso de su cuerpo en sus brazos.
Siento algo que vibra a mi lado, pero no quiero desconcentrarme. Levanto mis caderas y el choque de la mía contra la suya nos hace gemir.
— Mierda, cariño. No quiero parecer un adolescente, pero estaré en problemas si no me entierro en tu cuerpo ahora mismo. — Cierro mis parpados y vuelvo a presionar mi pelvis contra la suya — Quieres torturarme, ¿Verdad? — Aramis embiste de nuevo contra mi pelvis.
— Llevas mucha ropa — Susurro y lo veo inclinarse un poco, para quitarse la camisa.
Abro mi boca impresionada ante la perfección de su torso, lo había visto de lejos, pero tenerlo aquí y poder besarlo es increíblemente maravilloso.
Mi boca traviesa se desliza por su increíble y bien trabajado torso desnudo y siento cómo se estremece por completo y sus músculos tiemblan ante mi contacto ¡Perfecto!
El sonido de mi teléfono me interrumpe; cualquier urgencia puede esperar. Cierro los ojos y llevo mis manos al cuerpo de Aramis, necesito tocar, tocarlo por todas partes.
El teléfono continúa sonando y suspiro, exasperada. Conozco ese timbre en especial, es el de Lila y cuando llama con tanta insistencia, es porque no pasa nada bueno.
La boca de Aramis se apodera de la mía, sus manos atrapan mi cuello y vuelvo a sentir su pelvis friccionando contra la mía que se contrae, dejando un vacío en mi interior que debe ser llenado con su grueso y creciente pene. ¡En el acto!
El sonido estridente con el que Lila se identificó en mi teléfono, para que no me perdiera sus llamadas y mensajes vuelve a sonar ¡Mierda!
— Cariño, creo que es mejor que contestes — Aramis se detiene y estira su mano para tomar mi teléfono que se encuentra en el suelo a nuestro lado. ¿En qué momento llegó a ese lugar? — Resuélvelo rápido, porque voy a follarte hasta hacerte perder los sentidos — me dice con una pícara sonrisa.
Me quejo desesperada mientras siento cómo su pene continúa moviéndose contra mi v****a y la boca de Aramis recorre mis senos.
Manipulo con rapidez mi teléfono y me encuentro con un mensaje de Lila realmente alucinante.
Per fvor ayudme, estoy enganchd al pen d un tipo
— ¿Qué? — No comprendo nada en lo absoluto, ya de por sí tengo los sentidos exaltados y la mente perdida entre las sensaciones y el placer que me sigue proporcionando Aramis, como para tener que esforzarme con los jeroglíficos de Lila.
— ¿Entiendes algo? — Aremis se detiene un segundo y lee rápidamente el mensaje, sonriendo al parecer muy divertido.
— ¡Mierda! — Llega otro mensaje con una dirección y yo sigo sin comprender nada de lo que sucede.
— ¿Qué pasa? — Le pregunto a Aramis que se ha alejado de mí y ríe abiertamente. Empiezo a descender de mi mundo de pasión y excitación y lo miro fríamente.
— Lo siento, cariño. La boca de tu amiga, de alguna manera, se ha enganchado con el pene de un chico mientras le hacía sexo oral — ¿Qué? ¿Ha entendido todo eso en solo un mensaje? — ¡Llámala! — Termina de hablar intentando esconder su sonrisa.
El teléfono es contestado de inmediato. Intento respirar profundamente, mi v****a todavía palpita y espera ansiosa ser llenada y satisfecha y tengo que detenerme a solucionar las locuras que se le ocurren a Lila.
— ¿Lila? — pregunto un poco ansiosa activando el altavoz.
“No puede hablar y yo no tengo la menor idea de si me escuchas, estoy lejos del teléfono”
¿Qué diablos está pasando? Reconozco esa voz, es la de mi practicante.
“Señorita Bellerose, estoy atado de pies y manos y con los ojos vendados, no puedo hacer mucho y Lila... ¡Mierda!”
El chico jura y escucho una especie de gruñido de placer. ¿O de dolor?
“La señorita Lila tiene mi ... mi...”
— Polla en su boca — Aramis habla fuerte y yo trago y aprieto mis piernas.
— Eso, gracias, señor — Empiezo a salir de mi estupor y no puedo entender como el chico puede seguir hablando de manera tan formal, le ha dicho señorita Lila a la mujer que se ha tragado su m*****o — La tiene atascada en su boca ¡Mierda! — Dice el chico entrando en pánico, como si acabara de ser consciente de lo que sucede en realidad.
— Vamos en camino — Responde Aramis colgando la llamada y soltando una potente carcajada.