YO EN MODO: ¡SÍ! ¿CÓMO NO?
¿Su dueña? ¿Esta mujer se cree metida en medio de una película de mafiosos? O tal vez ha leído muchos libros eróticos, con situaciones inverosímiles que todas las chicas sueñan vivir algún día y desea que Aramis cumpla sus fantasías.
— ¿Leticia? ¿Qué haces aquí a esta hora? — Aramis sale del cuarto de baño con una toalla envuelta en sus caderas y yo paso saliva y me vuelvo a mirarlo, está tan guapo con sus benditas abdominales que le doy la espalda a Leticia, sin importarme lo que la diva opine.
¡Que no puedo permitir que esta mujer me vea babear como una adolescente! ¡Oh por Dios, acabo de tirarme a un Adonis!
— No te he visto y no contestas a mis llamadas, ¿qué sucede, Aramis? — Un momento, están hablando en español, ¿por qué?
¿Acaso están ocultando algo oscuro y siniestro? O probablemente piensen planear algo juntos.
Me concentro en escuchar la conversación, poniendo cara de póker, aunque no soy tan buena para eso, puedo poner una cara de perdida, como si no entendiera nada de lo que dicen, en lo absoluto. No quiero todavía que sepan que hablo español y que lo entiendo muy bien.
Aprendí en mis años de estudiante y luego hice un intercambio de Erasmus a Sevilla, por lo que lo comprendo perfectamente y me encanta escucharlo.
— No tengo por qué decirte lo que hago todo el tiempo, eres mi jefa, no mi dueña. Así que explícame qué diablos haces aquí a estas horas, al menos tengo derecho a una vida privada — Vale, entonces Leticia es su jefa.
El problema es que, no tengo claro en lo que trabaja, Aramis, por lo tanto, sigo sin comprender la mayor parte de la conversación y lo más intrigante, sigo sin tener la menor idea de qué hace esta mujer aquí y a esta hora.
— Te tengo una cliente — Le dice la Diva, pasando por mi lado y se acerca a uno de los cuadros que está oculto por una sábana — Y necesita verte a primera hora mañana y tú no contestas, ni respondes a mis mensajes, así que me vi en la penosa necesidad de venir e informarte personalmente — Se acerca a Aramis que frunce el ceño — Espero que esto no se vuelva a repetir — Le dice en un susurro.
Le deja un beso en la mejilla, deslizando por su pecho sus largas uñas y luego con suma elegancia se vuelve y se dirige hacia la puerta ¡Qué lisa!
— ¡Señora! — Llamo su atención y ella se detiene y me mira como si yo fuera algo molesto, que olvidó que estaba a su lado respirando el mismo aire — Encantada de conocerla y no se preocupe, imagino que en ocasiones confundimos algunas palabras cuando no es nuestro idioma natal ¿Puedo hacerle una sugerencia? Para una próxima vez, decir “Jefa” genera menos dudas y conflictos que la palabra “dueña”, eso de la posesión es algo un poco complicado de comprender — Le digo en un correcto español y ella, que había seguido su camino, se detiene con la mano en la perilla de la puerta, completamente tensa.
¡Toma esa, jefa!
— ¡Niñata insolente! — Escucho que exclama antes de abrir la puerta y marcharse.
— Pase usted una excelente noche, señora — Le grito viéndola dirigirse por el pasillo y luego, con una gran sonrisa, cierro la puerta.
— ¡Increíble! Has puesto en su lugar a Leticia — Me dice Aramis con una expresión llena de orgullo y una hermosa sonrisa en sus labios.
— Y lo mismo haré contigo si quieres verme la cara de idiota ¿Tu jefa en tu casa a casi media noche? — Su sonrisa se borra de inmediato. Paso por su lado para ir a los aseos y lo golpeo en el vientre con mi puño cerrado — La próxima vez me cuentas un cuento chino y seguro, lo creeré más fácil — Aramis se abalanza sobre mí y me rodea por la espalda con sus brazos cerrándome contra su fresco y húmedo pecho.
— No te estoy mintiendo, es mi jefa o lo más cercano a una — Susurra contra mi oído y deja un leve beso en mi cuello. Me estremezco por completo y cuento hasta diez — Solo que es algo posesiva y seguro que se equivocó de palabra — ¡No puedo volver a caer en sus redes! No puedo creerle tan fácilmente.
— No se equivocó de palabra, de eso estoy segura — Le digo con las manos todavía en puños. Esta noche ha sido muy intensa y solo deseo irme a mi casa, a mi cama y poder dormir tranquilamente.
— Créeme, solo es algo posesiva — Me responde y acaricia mis senos con una mano, mientras desliza la otra por mi vientre, la introduce entre mi pantalón y continúa hacia mi centro.
— Te has acostado con ella — Afirmo mordiendo mis labios ante la intensa sensación que me genera su toque.
Esto no puede ser posible, mientras toca mi cuerpo, estamos hablando de una mujer que podría ser mi madre, a la que claramente se ha tirado.
— Eso fue hace mucho tiempo, cielo — Mi respiración se detiene al escucharlo llamarme de esa manera ¡Es tan lindo! — Ahora es solo mi jefa, te lo prometo, es solo que a veces se encuentra con clientes exigentes como la de mañana — Me dice y no me explica nada más.
— ¿Clientes de qué? — Le pregunto mientras me vuelve hacia él y enreda su mano en mi cabello, obligándome a mirarlo a los ojos.
— Mis pinturas, Leticia se encarga de vender mis pinturas — Dice con la voz ronca. Su toalla cae al suelo y mi vista desciende hasta su centro ¡Oh por Dios! ¿Pero si lo hemos hecho hace poco? — Ven, vamos a la cama. No seas quisquillosa — Mis manos se mueren por tocarlo y darle rienda suelta a lo que desea mi centro y mi cuerpo entero. Estoy húmeda, palpitante y de solo imaginar su boca en cada parte de mi cuerpo, siento la necesidad de frotar mis piernas.
Me inclino y lo beso, deslizo mis manos por su cuerpo musculoso y desnudo; tengo que irme y no dejar que haga lo que quiera conmigo. Sin embargo, si me voy ahora, me quedaría con las ganas y la frustración ¿Y si me voy cuando terminemos?
Decidida y convencida de que con Aramis no podré ir más lejos que de todo lo que está pasando ahora, profundizo mi beso y me dejo llevar hasta la cama, donde me deja caer, mientras se inclina y me quita la ropa, para luego empezar a besar mis piernas y en segundos hacerme olvidarlo todo.
Mi cuerpo parece que fuese un templo para él. Mis gritos hacen eco, danzando en su aparta-estudio mientras mis manos tocan la pared y lo siento invadiendo con fuerza mi cuerpo. Estoy de rodillas sobre las frescas sabanas de su cama, con mis manos sosteniéndose contra la pared y mis piernas entreabiertas.
Mis senos y mis mejillas se estrechan contra la pared, mientras cada embestida me lleva con más potencia hacia un mundo de locura y delirio. Siento el calor del pecho de Aramis contra mi espalda y mi cuerpo responde con fuerza y mi mundo se estremece al escuchar cada golpe, cada penetración, cada embestida.
— ¡Sí! ¡Oh mi Dios! — Siento que en cualquier momento puedo desfallecer, no sé qué hora es, no he dormido absolutamente nada y mi cuerpo está extremadamente sensible a su toque, tengo miedo de no poder soportarlo. El brazo de Aramis rodea mi cuello, girando y atrayendo mi cara contra la suya.
— ¡Mierda! Te sientes tan cerrada que quisiera quedarme para siempre en tu interior — Susurra con la voz ronca, mientras su lengua se desliza con premura y salvajismo dentro de mi boca. Su beso me vuelve loca en segundos, le respondo de la misma manera, sintiendo que solo puedo respirar si su lengua arrasa con todo en mi interior.
— ¡Ahhh! — Mi grito se pierde en su boca cuando los dedos de su otra mano se aprietan contra mi clítoris, masajeando y haciéndolo girar sin pausa.
Su lengua, sus dedos y su m*****o me poseen sin darme tregua y mi interior se tensa y se contrae.
— Mierda, cielo. Vas a matarme — Aramis cierra sus brazos contra mi cuerpo y encoge el suyo, enterrándose mucho más fuerte y profundo.
— ¡Aramis! ¡Oh Dios Aramis! — Grito sintiendo las palpitaciones con fuerza en mis sienes y como todo mi cuerpo se estremece e implosiona ante el mejor orgasmo de mi vida y eso que todos los he tenido esta noche.
A pesar de toda la intensa actividad que hemos tenido en tan pocas horas y de que mi cuerpo no está acostumbrado a recibir a un hombre y mucho menos a alguien tan grande y en tan repetidas ocasiones, contrario a que pensaba que caería agotada, no he podido dormir, Aramis duerme a mi lado, boca abajo y completamente desnudo. Verlo es un espectáculo, increíblemente bronceado y hermoso y todavía intento creer que todo lo que ha sucedido es verdad.
Miro mi teléfono portable, son las cinco de la mañana y hasta solo hace una hora dejamos de hacerlo como conejos, imagino que sus vecinos van a quejarse, porque no dejé de gritar y no estoy segura de que sus paredes sean lo suficientemente gruesas e insonoras.
Pienso en su jefa y en lo que le dijo de sus clientes ¿Será verdad que solo busca un cuadro?, no conozco el apellido de la mujer, pero seguro que si pongo su nombre seguido de vendedora de obras de arte en París, podré encontrarla.
Lo intento en varias ocasiones y finalmente veo su foto cuando pongo que es de nacionalidad española. Sus fotos son hermosas y en realidad trabaja en una exclusiva galería de arte cerca a los Jardines de Luxemburgo en el distrito seis.
Me muerdo el labio y me siento como una estúpida por dudar de Aramis, aunque continúo mirando las fotos y en una de ellas se encuentra con él, que parece bastante serio mirando de perfil hacia la ventana, mientras ella brinda con otras personas ¿Acaso fueron pareja?
Bloqueo el teléfono y lo dejo a un lado en la mesa de noche, me duele todo y me encantaría que amaneciera para hablar con Lila y pedirle consejo, ella es la única persona que puede ayudarme y que cuenta con la experiencia que yo no apenas he comenzado a adquirir esta noche. Aunque es verdad que estoy enojada con ella porque se folla a mis practicantes.
— ¿Cielo? — La voz gruesa y ronca de Aramis como si fuera miel derretida y caliente, deslizándose por mi piel y garganta, me estremecen por completo. Pareciera que es y será mi nuevo estado, vivir estremecida del deseo por su voz, su toque, su aroma ¡Me estoy volviendo adicta a este hombre! — Ven, duerme un poco — Su mano se desliza por mi cintura y me aprieta contra él y besa mi hombro
¡Hace calor!
— Tomaré una ducha ¿Vale? — Me levanto y casi corro hasta la ducha, entro en ella sin esperar a que el agua se caliente y respingo por la frialdad de esta.
Me lavo el cabello y cada parte de mi cuerpo me recuerda todo lo que estuve haciendo en la noche, cierro los ojos y dejo que el chorro de agua se deslice por mi cuerpo agradecido. Escucho un leve ruido, pero sigo en mi mundo, intentando comprender lo que me sucede con este hombre.
Siento como mi pierna derecha es levantada y depositada contra algo duro, abro los ojos y soy consciente de un cuerpo de rodillas frente a mí, que sostiene el mío por mi cintura, mientras que su cabeza se pierde entre mis piernas y el agua desciende por su espalda.
— ¡Aramis! — Gimo golpeando mi cabeza contra los azulejos y tirando de su cabello, intentando sostenerme y no deslizarme a causa de la humedad de la ducha.
El contraste del agua contra la lengua tibia de Aramis que se desliza por mis labios vaginales y absorben toda mi humedad, me hacen entrar en un estado de letargo y deseo inesperado, nunca había sido tomada de esta manera y la sensación en mi vientre me hacen contraer mi pelvis.
Los dedos de Aramis acompañan sus labios y lengua y vuelvo a gritar apretándolos en mi interior, sigo perdida en una lluvia de orgasmos, en el momento en el que siento su cuerpo pegado contra el mío y como sus manos levantan mis piernas, que entrelazo contra sus caderas mientras lo siento deslizarse en mi interior.
Contengo la respiración y me muerdo mis labios, moviéndome con calma para acostumbrarme, estoy húmeda, pero no estoy habituada a ser follada durante una noche entera, en realidad, no lo había hecho hasta hoy, por lo que mi cuerpo empieza a resentirlo un poco, pero no puede dejar de sentir la necesidad de ser penetrado y colmado hasta el fondo.
Me muevo contra la pared, siguiendo su ritmo, mis manos alrededor de su cuello y el agua caliente, deslizándose por nuestros cuerpos.
Sus embestidas se vuelven más rápidas y profundas, su intensa mirada pareciera que quisiera desnudar mi alma y de improviso siento que no estoy preparada para esto, por lo que reacciono besándolo como una posesa, hasta qué mil sensaciones implosionan en mi interior, causando pequeñas réplicas que se extienden por todo mi cuerpo.
Su gruñido contra mi boca, me hacen suspirar, su beso y los movimientos de su cuerpo se calman, se vuelven suaves, dulces.
— Cielo, estás loca, apenas son las seis de la mañana, regresemos a la cama — me envuelve en una suave y gruesa toalla blanca, y me abraza por la espalda, saliendo conmigo de la ducha, se quita su toalla y mi mirada vuelve a pasearse por su cuerpo y mis mejillas se calientan. — Te has puesto del color de tu cabello, cielo — Su voz soñolienta me encanta — Ven duerme un rato más — En la cama me abraza pegando mi espalda contra mi pecho y segundos después escucho su suave y pausada respiración ¿Se ha dormido?
Treinta minutos después no he parado de contar ovejas y mirar hacia el techo sin poder dormir, a pesar de que muero del cansancio y del sueño, decido irme.
Me levanto con calma, me visto y salgo del apartamento con el cabello completamente desordenado. No tengo auto y claramente llegaré más rápido caminando que esperando a un taxi.
Entro a mi apartamento y me dirijo a la cocina donde enciendo la máquina de café, mientras observo por la ventana, parte del balcón del apartamento de Aramis, sonrío como una estúpida y salgo a mi terraza, son las siete y treinta de la mañana y ya hace sol y calor.
Salgo a mi terraza y continúo mirando hacia su balcón, aunque estoy segura de que no va a levantarse todavía ¡Debería dejar de espirarlo!
Mientras pienso en que debo vestirme para ir a trabajar, escucho mi teléfono portable y lo tomo de la mesa revisando el mensaje mientras me tomo otro sorbo de café con leche.
La espero en mi oficina a las nueve de la mañana, señorita Bellerose, necesitamos hablar del proyecto. Travis D
La imagen de Travis se dibuja en mi mente y siento calor y me siento extraña, nerviosa ¿Qué diablos me pasa?
Y no crea que he olvidado lo del ascensor.
¡Oh por Dios!
Me soplo de inmediato mis mejillas calientes, mientras recuerdo como Travis y yo nos besamos en el ascensor.
¡Me he metido en un buen lío!