Capitulo 1
Qué noche tan desastrosa, que rápidamente se convirtió en rencor hacia todas las mujeres del planeta. Dave quería follar con una, dejarla y luego salir corriendo. ¿No era eso lo que le había pasado? Con su humor actual, nada mágico ocurriría. Sería un grosero con alguna pobre zorra.
Una actitud escandalosa, lo sabía. Las circunstancias que crearon esta actitud son difíciles de creer. Su novia de tres meses yacía desnuda en su cama despeinada, su piel clara fundiéndose con el aspecto sucio de las sábanas, su v****a cubierta de una masa de pelo n***o y rizado, su polla entrando y saliendo del orificio húmedo.
La conoció en un bar; estaba con su compañero de piso, John; se sentaron en una mesa con estas dos chicas y terminaron emparejados con las dos. No supo cómo lo hizo John, pero eligió a una rubia con pechos que casi se salían de su blusa de escote pronunciado, dejando a su novia, una morena delgada y crespa con él.
Se sentía como si fueran un par de rechazados juntos, un poco decepcionante la verdad, pero parecían llevarse bien y ella llegó a gustarle mucho. Aunque nunca hubo grandes chispas, su sexo casi pasivo, él se sentía muy cómodo con ella y ella era tranquila pero atenta, cuidándolo como una madre con la que te podrías follar. Nunca se opuso a sus insinuaciones, nunca abrió el camino, siempre consintió con una leve sonrisa.
Hoy, hacer el amor con ella en el tumulto de su habitación parecía perfecto. No veía los montones de ropa sucia, mezclada con los restos de la vida que cubrían cada centímetro del suelo de su habitación. Dave creía que esta relación sería para la historia, uno de los grandes amores de la historia de la humanidad. Ella hizo lo que le decían y él hizo lo que quería. Reflexionó sobre cómo probablemente debería mover las botellas y vasos vacíos de la mesita de noche, ya que corría el riesgo de que cayeran al suelo mientras él los penetraba. A segundos de explotar dentro de su joven y apretada v****a, ella se inclinó y le susurró al oído algo que ningún hombre quiere oír a medianoche, mientras la pasión acumulada estaba a punto de estallar en su cuerpo eufórico.
—No te amo y quiero que pares. —No sonaba desesperada, simplemente con un gesto de verdad. No daba crédito a sus oídos; su cuerpo seguía con lo que hacía, a pesar de la bomba que se filtraba a su cerebro. Después de todo, el final estaba cerca. Detectó tensión en su cuerpo. No se movía con él como antes. Su cerebro de pene se dio cuenta antes que el de su cabeza.
—Esto es una violación, te dije que pararas—. Su humor cambió. Sonaba diferente, aunque no había intentado moverse, simplemente se había transformado en un estado extraño y gélido.
—Está bien, no lo es. Tú consentiste, ponte la goma de mascar.
—He retirado mi consentimiento. Bájate. —Sus palabras estaban cargadas de veneno. Sin opción, se bajó de ella y se quedó allí, mirándola fijamente. Su pene pasó de estar completamente erecto a estar flácido en segundos. El condón desarrolló una horrible arruga al encogerse el relleno.
—¿Hay alguien más?— preguntó Dave con voz ronca.
—Sí. —Respondió cortante.
—¿Lo conozco?
—John.
—John, como el chico de la habitación de al lado, John, mi compañero de piso. ¿Te refieres a él?—Tenía una visión de su habitación ordenada, sin nada fuera de lugar, y con la cama siempre hecha. Dave juraba que nunca dormía en ella; olía a ambientador floral, de esos que se echan en latas después de tirarse un pedo.
—Sí. El mismo. —Para entonces ya se había acomodado, se había subido la ropa interior y se había arreglado el vestido.
—¿Vas a verlo ahora?
—Sí.
—¿Te follará ahora, como lo hacía yo?—. La ira era solo una parte de lo que pasaba por la mente de Dave. La humillación y la inutilidad también encajaban con su pesado sentimiento.
—Haremos lo que queramos, lo amo.
—Que me jodan. —Y, como si se le ocurriera después, añadió: —¡No! Ya lo intentamos y me echaste. ¡Que se jodan ustedes!—. Dijo, y luego continuó la discusión. —Va a ser incómodo por aquí, ¿verdad?
—No, él se mudará conmigo.
—¿Cuándo?— Esto es una completa novedad para Dave, que ahora está considerando cosas como el alquiler y buscar un nuevo compañero de piso. Por no hablar de estar sin sexo hasta que encuentre otra pareja como ella.
—Volveremos a mi departamento esta noche y nos mudaremos juntos la próxima semana. Él ha pagado hasta el final de la próxima semana, así que no debería de haber problema.
—¿Todo planeado?
—Sí. Estamos juntos desde hace mucho. —La puerta se cerró de golpe tras ella al salir de la habitación. En ese preciso instante, la cosa húmeda y arrugada en la punta de su pene cayó sobre sus pies descalzos.
—Mierda. —Fue todo lo que dijo.
¿Por qué la vida tenía que tener todas estas complicaciones emocionales? ¡Solo quería sexo! Un polvo rápido y ver la tele hasta la hora de dormir. ¿Acaso ninguna chica del mundo sería feliz con este arreglo? Ahora tenía que salir de allí y emborracharse, olvidar su vergüenza, tal vez tener un rollo de una noche y desahogar su frustración s****l. Conocía un club; en redes social3s le hacían muchísima promoción.
—Allá voy, a salir de fiesta. Hacía años que no hacía esto—, reflexionó mientras salía de su apartamento.
πππππππ
El local, tenuemente iluminado, tenía un ambiente vibrante y ruidoso, capaz de reventar tímpanos. Un olor a sudor, alcohol rancio y perfume excesivo asaltaba las fosas nasales. Todos, incluidos los camareros, parecían cinco años menores que él. Todos jugueteaban medio desnudos, dejándolo como un extraño en una fiesta ajena.
Las luces estroboscópicas blancas se encendían y apagaban, dando la impresión de sombras de personas bailando y fornicando a cámara lenta. Como una película de t****k en stop motion. La decoración del club, predominantemente morada, con cortinas malva claro sobre paredes morado oscuro, daba una pista de por qué el club se llamaba Purple Club.
Le gustaba Teresa y no entendía por qué lo había rechazado así, ¿qué le parecía ese imbécil con pelo rizado y obsesivo? El payaso se volvería loco si Dave dejara una taza sucia en el fregadero, con razón tenía un montón en su habitación. Daba igual, había salido a conocer chicas. Primero, encontrar el sitio adecuado.
—No es lo mío. —Murmuró que apenas había pagado la entrada, pero el ruido lo estaba matando y no podía concentrarse.
Llegar al bar fue una pesadilla. Dave giró sobre sus talones con la intención de irse, se concentró en la señal de salida, se abrió paso entre la multitud y chocó directamente con una mujer rubia y decolorada, veinte centímetros más baja que él. Bajó la mirada, sin ver nada más que unos pechos firmes, blancos y agitados. Su mente los había interpuesto de inmediato antes de que hablaran.
—Lo siento, no te vi—, se disculpó.
—Pasa todo el tiempo. Soy invisible. La gente no me ve. Ni siquiera derramaste mi bebida, así que no puedo convencerte de que me invites a una. —Le gritó.
—Me encantaría invitarte, pero no aquí. Llegar al bar es imposible y hablar es imposible—, gritó.
—¿Quieres llevarme a tu casa y follarme?—, dijo con tono resignado, sin dejar de hablar a sus pies. Las dos últimas palabras coincidieron con una pausa en la música cuando el DJ cambió de tema.
—No—, pensó Dave. —Sí—. Eso tampoco le salió directamente. —¿Por qué preguntaste? Seguro que todos quieren follarte, estás guapísima.
—De verdad, no lo creo. Soy gorda, fea, aburrida y tengo que taparme los granos con maquillaje. ¿Quién querría follar conmigo?—. Parecía muy deprimida y su franqueza dejó atónito a Dave. Esta no es una conversación para tener con un completo desconocido.
—Igual que deseas a la mayoría de los hombres, ellos creen que no los deseas. Todos somos inseguros, todos, especialmente yo. Los humanos estamos en esta tierra para tener hijos. Construimos nuestra existencia entera en torno a ese impulso. Construimos todo lo que hacemos persiguiéndolo. —Sin estar seguro de dónde había surgido esta repentina filosofía, Dave le había agarrado el pelo y lo acariciaba suavemente.
Deseaba de verdad lo que ella había sugerido al principio, pero era encantadora y nunca había tenido una conversación tan explícita con Teressa. Solían ir al dormitorio, desvestirse el uno al otro lo más rápido posible y hacerlo, antes de quedarse dormidos y despertar para repetirlo todo.
—Genial. Eso es profundo. Solo quiero unos abrazos cálidos a mi alrededor y no sentirme poseída por nadie, ¿entiendes?—, preguntó.
—Ya entiendo. Vamos a un bar más tranquilo, podemos charlar, te invito a esa copa y luego decidimos qué hacemos—. Esta mujer lo intrigaba, tan atrevida y a la vez tan vulnerable.
—Perdón por ser tan atrevida—, dijo con voz suave y profunda. —Ha sido un día de mierda, y encontré a mi novio tirándose a mi compañero de piso como un loco—, soltó.
—Mierda, siento que no sea una buena compañera de piso. —Intentó sonar comprensivo, mientras imaginaba a John, su compañero de piso, haciendo exactamente lo mismo con su ahora ex.
—Peor de lo que crees, mi compañero de piso es un tío y mi novio le metió su delgada polla hasta las pelotas en el culo.— Empezó a reírse con más intensidad. —Lo más estúpido fue que estuve en la misma situación la noche anterior, con mi compañero de piso, solo que me estaba follando el coño, no el culo. —Le sonrió a Dave y continuó. Su honestidad lo confrontó, y él se preguntó si hablaba así solo porque estaba muy borracha o si era normal en ella.
—Me habría unido a ellos. Podría haberme sentado en la boca de mi compañero de piso, es buenísimo con la lengua en tu raja. Pero el idiota de mi novio me dijo "Vete a la mierda". Así que lo hice, y luego me tiré contigo.