La redada policial había conmocionado a los jóvenes swingers. La gordita Poppy había estado disfrutando del sexo los últimos días desde que conoció a su amiga June. June la convenció de ir a un apartamento nuevo al que acababa de mudarse para tener sexo. La casa de los swingers había resultado ser todo lo que June había prometido, y Poppy apenas se había puesto las bragas desde que empezó a visitarla. De virgen a una completa guarrilla en menos de veinticuatro horas, pensó con una sonrisa de satisfacción. Eso estaba bien, pero entonces la policía hizo una redada en la casa, alegando que una queja por ruido les había llevado a concluir que se estaba produciendo violencia contra una mujer en el apartamento. Lo que en realidad oyeron fueron los gritos de éxtasis de Poppy mientras Colin, un m*
